En esta guerra invisible en la que estamos desde hace más de un mes, el silencio de la ciudad nos conmueve.

En esta guerra invisible en la que estamos desde hace más de un mes, el silencio de la ciudad nos conmueve.

El domingo pasado escribía desde una imaginaria “vieja manzana de barrio”, en esta guerra invisible en la que estamos todos desde hace más de un mes. Hoy mirando este “silencio del paisaje”, sólo veo calles, veredas, barrios, plazas o ciudades vacías en tiempo real, Roma, Bogotá, Madrid o Asunción tienen un elemento en común, la tremenda “ausencia del ser humano”.

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El pintor italiano y el paraguayo Contemplando en la “vieja blanca setentosa” pared, una obra de Michael Burt que me lleva a cualquier punto desolado de algún rincón actual de Asunción, es hoy una constante en nuestra ciudad, lo que podríamos llamar “la siesta del paisaje”.

Paralelamente, me evoca al legendario pintor italiano Giorgio De Chirico que a principios de los años 1900 pintaría vacíos paisajes, presagiando con su obra la desoladora la “Primera Guerra Mundial” que empezó en 1914. ¿Pero que tienen en común este pintor italiano nacido en 1888 y que falleciera en Roma en 1978 y el paraguayo Burt (1931- 2017)? ¿Qué los une? Simplemente la nada, la asociación mental que evoca hoy el desolador paisaje mundial ante esta nueva pandemia, justamente De Chirico vivió y pintó esos vacíos paisajes en la zona norte de la hoy azotada Italia, Burt un paisaje asunceno vacío, el distanciamiento humano, que paradójicamente se convirtió en una ausencia que es presencia.

Recorriendo imaginariamente Asunción

En mis recorridos “automovilísticos dibujísticos” por la ciudad, era común encontrarle a Burt caminando por la ciudad, parar y preguntarle: “¿Michael a donde vas? Y su respuesta: “voy al centro, Toni”, y la experiencia del recorrido se convertía en un paseo de muchas preguntas mías sobre su pintura y la arquitectura circundante mirando árboles, casas, mansiones, chalets o edificios. De su parte, las respuestas eran escuetas y sintéticas, consecuentes con los espacios vacíos de sus obras. Sigo “manejando imaginariamente” con este maestro paraguayo, mirando y dibujando desde una ventana de mi casa esta guerra invisible que solo tiene como respuesta sintética “el inmenso sonido del silencio del paisaje”.



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