El príncipe pasó un domingo con su abuela, la reina Isabel II. En Jordania, la monarca dio lecciones de moda. Además, una boda real en puerta.
UN DOMINGO CON LA ABUELA
Cerca de cuatro horas estuvieron reunidos el príncipe Harry y la reina Isabel II (93) el domingo 1 de marzo en el castillo de Windsor. Tenían muchas cosas que hablar y asuntos que arreglar. No se habían visto desde el anuncio del “Megxit”. El cariño de abuela y nieto no parece estar en discusión, como lo demuestra el largo encuentro de 4 horas en el castillo de Windsor. Almorzaron salmón y ensalada y, luego, por la tarde un té con sándwiches de pepino. Según fuentes del palacio, la soberana le dijo a Enrique: “Eres alguien muy querido y siempre serás bienvenido”. Además, la reina le dejó “muy claro” a su nieto que si cambiaran de opinión y quisieran volver, los recibiría “con los brazos abiertos”. “La reina tenía muchas cosas de las que hablar con Enrique y era el momento perfecto para que cada uno expusiera su versión”, explica dicha fuente. “Cuando Enrique y Meghan anunciaron que querían marcharse, todo pasó muy rápido y fue muy estresante para todos. El domingo fue la primera vez que la reina tuvo la oportunidad de hablar con él a solas y de conocer cuáles eran sus planes”, relatan. A estas horas, Meghan estaría ya en Londres para participar de diferentes actos por motivo del Día de la Mujer. Esta semana deberían participar ambos en un acto religioso por la Commonwealth en la abadía de Westminster. En mayo, los duques volverán a Europa para participar en los Juegos Invictus, que se celebrarán en los Países Bajos.
LA REINA MÁS FASHIONISTA
Rania de Jordania (49) siempre ha sido una de las royals más bellas y estilosas. Los conjuntos que luce son seguidos e imitados por los rostros conocidos más internacionales y las influencers de todo el mundo. Y, luego de una ausencia prolongada, el lunes pasado volvió a mostrarse en su esplendor, en ocasión de la visita oficial a Jordania de los reyes Harald (83) y Sonia (82) de Noruega. Para recibirlos, Rania llevó un vestido abrigo totalmente blanco, uno de los colores del invierno, de la marca rusa Izeta, con falda midi y cinturón fino. Zapatos de Dior altísimos y divinos. Por la noche, deslumbró con un conjunto de gala de falda sirena azul royal con apliques en dorado y una blusa satinada en color oro. El conjunto es de los libaneses Azzi & Osta. Y lo que llamó la atención es que también llevó a la elegante cena un reloj Apple Watch en la muñeca, empresa en la que Rania de Jordania trabajó antes de casarse.
A LAS PUERTAS DE LA BODA
Beatriz de York, la segunda hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson, está cada vez más cerca de su boda con el italiano Edoardo Mapelli. El casamiento está programado para el próximo 29 de mayo. La joven nieta de Isabel II, según los medios ingleses, vive uno de sus momentos más felices y a la vez tristes a nivel personal. Si bien está ansiosa ante la inminente celebración de su boda, los recientes escándalos que han salpicado a su padre le han afectado mucho. Tal y como contaron fuentes cercanas al Daily Mail hace unos meses, está devastada y no paró de llorar los días siguientes a la desastrosa entrevista que concedió el duque de York a la BBC. Pero a pesar de que algunos de sus planes previos, como la fiesta de compromiso, fueron pospuestos, la boda se hará en la Capilla Real del Palacio de St. James, previa a la recepción que su abuela, Isabel II, ofrecerá en el Palacio de Buckingham a los invitados. Esta misma semana se conocían los padrinos que cada uno ha elegido para el gran día, pero lo cierto es que hay otro detalle que llama la atención y es que la princesa Beatriz aún no conoce a su suegro, el esquiador Alessandro Mapelli, perteneciente a una familia aristócrata italiana. “La última vez que vi a Edo fue el otoño pasado, justo antes del anuncio del compromiso. Edo viaja mucho y está muy ocupado con su trabajo. Todavía no conozco a Beatriz y no sé cuándo podré conocerla. Pero estoy deseando que llegue la boda”, ha explicado el conde, que así trató de explicar el motivo por el que no ha podido conocer aún a la princesa. El conde explicó que está feliz porque sabe que se quieren. Y Beatriz recibirá en su boda otro título, el de “contessa” (condesa) o “nobile donna”, debido al título del conde.