Una charla en un bar de Mar del Plata con el artista paraguayo que triunfa nuevamente en otra temporada teatral de la ciudad argentina. Distendido y feliz, hablamos de su larga carrera. De sus novelas más queridas y de su regreso constante al Paraguay en busca del verde y de la intensidad de los sabores.

  • Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • Twitter: @RtrivasRivas

Arnaldo André (76) es un tipo sencillo. De modales suaves con una voz fantástica. Que nunca dice que no cuando gente de todas las edades se acerca a él para pedirle una selfie o para que le mande “un saludo para mi tía Sonia que está enamorada de vos”. Un actorazo que sostiene que su “profesión es mentir” y asegura que “todos somos mentirosos” como lo son “los políticos”. Pese a ello, en cada una de sus respues­tas no creo que mienta. Dice con claridad, con firmeza, que “Dios es su compañero” y afirma que “Piel Naranja es la novela que más quiero”. Por ese trabajo, muchos años después, en el 2004, recibió el Premio Martín Fierro.

“MENTIRAS INTELIGENTES”

Recibe a este correspon­sal como si nos hubiéra­mos despedido pocas horas atrás, aunque, en verdad, la última entrevista fue hace 32 años, en Buenos Aires. El reencuentro se da en Mar del Plata, donde compone “Mentiras inteligentes”, en el teatro Lido de esta ciudad junto con un gran elenco. Lo secunda Nora Cárpena (75), Fede Bal (30) y Micaela Váz­quez (33). “Somos excelentes compañeros de trabajo. Dis­frutamos lo que hacemos”, asegura Arnaldo pausada­mente. Elige cada palabra.

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En su San Bernardino natal, tierra paraguaya, conoció la tristeza profunda cuando con apenas 11 años falleció su papá. Muy joven llegó a la Argentina con su familia. Su vida no fue fácil. El primero de sus pasos hacia la notoriedad lo dio en el teatro. Junto con Mirtha Legrand fue copro­tagonista con la obra “Cua­renta Kilates”. Corrían los años 60, en el siglo pasado. Avanzó sobre la televisión a paso firme. Su carrera se con­solidaba cada día.

1975 fue un año especial. Alberto Migré, tal vez el mayor creador de telenovelas en la Argentina, un guionista sin par, le propone protagoni­zar “Piel Naranja”, junto con Marilina Ross y Raúl Rossi. Estrenaron en abril de aquel año en Canal 13, que lideraba Goar Mestre, un cubano exi­liado que refugiado aquí desarrolló el canal de los grandes espectáculos.

“PIEL NARANJA”, LA MÁS QUERIDA

Se lo recuerdo. Cuarenta y cinco años pasaron desde entonces. “¡UPA! (se ríe). ¿Por qué me lo recordás?”. Vuelve a reír. “Aquella novela me encontró después de haber hecho tres trabajos con Migré. Fue la primera vez que me tocó interpretar a un paraguayo y contar una historia que tenía que ver con una familia paraguaya que no era mi historia, pero… se parecía demasiado”. ¿En qué? “En que cuando me largué de Asunción a Buenos Aires vine solo y después llegó mi fami­lia. Fue una gran experien­cia porque Migré comenzó a escribir algunos guiones con algunas palabras en guaraní y, desde entonces, y en algu­nos casos hasta el día de hoy, muchos recuerdan cuando decía ‘rohayhu’ (te quiero). Fue muy importante para mí. ‘Piel Naranja’ es la novela que más quiero”.

Hablame de Migré. “Un gran maestro que me ha dado la oportunidad de pro­tagonizar y de hacer gran­des, grandes éxitos, y que esos trabajos recorrieran buena parte del mundo”.

Hace 55 años que vive aquí. “En Paraguay no había tele­visión”, cuenta Arnaldo. En un tono nostálgico, con algún dejo de tristeza, sostiene que desde aquellos años “han cambiado muchas cosas. Especialmente en el mundo de los medios. Hoy estamos todos comunicados. Ese es el gran cambio, pero en las grandes ciudades como Bue­nos Aires la gente está muy apurada, de muy mal humor”.


EL VERDE Y EL SABOR

¿Extrañás Paraguay? “Espo­rádicamente, sí. Tres veces por año siento la necesidad de ir. Extraño las calles, el verde. El mucho verde, las comidas, el sabor de las ver­duras y las frutas. Me gusta la rúcula, pero comerla en Paraguay, es sentir el sabor de la rúcula”, sostiene con firmeza. Agrega que ha “per­dido algunas amistades”, pero asegura que “con el tiempo tengo otras” y confiesa tener “muchas amigas que me celan y me encanta porque las quiero mucho. Son incondi­cionales”. Destaca que en la Argentina se relaciona con su comunidad inmigrante “a tra­vés de la Casa Paraguaya” en la que “el presidente, Ramón González, es amigo mío”.

A propósito de la obra que hoy interpretas… ¿Hay mentiras inteligentes? “Sí, las hay y, a veces, son necesarias”. ¿No te molesta ser mentiroso? “No. Todos somos mentiro­sos. ¡Mirá los políticos! Pero, no sos un político… “Olvidas que mi profesión es mentir. Miento un personaje para que crean que existe, pero no, soy Arnaldo André”.

¿Hiciste todo lo que quisiste en tu vida profesional o tenés deudas pendientes con vos? “Siempre hice lo que se me presentaba, dentro de mis posibilidades y de lo que me ofrecían. Aspiraba a más –confiesa–. Esperaba hacer mucho más cine. En televi­sión no me quedó nada pen­diente. Absolutamente nada. Hice todo lo que me merecía como actor. No hay una deuda de la tele para conmigo. Sí con el cine, pero… estoy traba­jando en un guión”.

¿Querrías hacer cine en la Argentina o en Paraguay? “En cualquier parte”. ¿Qué perso­naje querrías hacer? “No estoy hablando del cine frente a la cámara. Me gustaría dirigir cine. No aspiro a un personaje como actor. Ni lo pienso. Aun­que… si hubiera una propuesta (actoral) increíble, que además me convence. Pero no sueño con ningún personaje. No sueño con nada”. No te creo. “Antes soñaba mucho, pero, a veces, mis sue­ños me defraudaban porque no se hacían realidad. Cuando tra­bajaba y tenía éxito, soñaba que me iban a llamar de Italia, de España, pero después no suce­día. Aquello quedó atrás. Hoy vivo la realidad, el momento. Ahora disfruto esta entrevista contigo, luego disfrutaré hacer teatro con mis compañeros y, después, disfrutaré la cena…”.

¿Crees en Dios? “Totalmente. Dios es mi compañero, con el respeto que él me merece, me acompaña a todas partes desde que me levanto hasta que me voy a dormir, siempre. Soy de una familia creyente y creo que Dios ha estado y sigue estando conmigo en los momentos más difíciles. Tanto en los que sufrí mucho como en los de mucha, mucha felicidad, como ahora”.

¿Un momento difícil en el que Dios estuvo allí? “Cuando tenía 11 años y murió mi papá. Fue difícil, muy difícil y Dios me ayudó. Me dio una mano para que pueda salir adelante y man­tener a mi familia”.

AGRADECIMIENTOS

El diario La Nación de Paraguay y Ricardo Rivas agradecen profundamente al colega Marcelo Pasetti, Subdirector del diario La Capital de Mar del Plata por la invalorable cooperación para la producción gráfica de esta entrevista.

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