En Azcurra, departamento de Cordillera, llamativas viviendas con forma de iglús emergen en medio de la tupida floresta en la granja de don Víctor Duré, un entusiasta de la naturaleza y la rica historia de la zona. En la misma localidad, un joven construye una casa con latitas vacías de aluminio. Iniciativas que se localizan en una pequeña compañía, donde hay grandes cosas que aprender.

La imagen del iglú nos transporta al Ártico, donde los esquimales utilizan estos refugios para resistir las duras tormentas de nieve. Estos domos de hielo responden a una idea básica pero aleccionadora: utilizar los elementos del entorno.

¿Cómo trasladar este concepto a la selva, en los cerros del departamento de Cordillera?.. La empresa se presenta, al menos, llamativa. Sin embargo, Victor Duré (70), un entusiasta promotor y defensor de la naturaleza y la historia cordilleranas, se animó a aplicarlo en su granja ubicada en Hugua guasu, en la compañía Azcurra.

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La granja “Yvaga rokê” está a unos 3 kilómetros y medio del centro de Caacupé (yendo por la ruta Caacupé-Pirayú). Al llegar al sitio, entre el ramaje se empiezan a dibujar las llamativas formas, que no tienen mucho que ver quizás con el entorno selvático, pero que en su concepto dicen bastante sobre la preservación de la naturaleza.

La idea de construir los iglús surgió a partir de una casualidad. “Esto lo trajo un arquitecto amigo, Jorge Farías. Él vino una vez a mi local para hacer fotocopias de unas invitaciones para una charla sobre este tipo de diseños. Invitó a cien personas de Caacupé, y a mí me invitó así verbalmente. Fui ese día y del centenar de invitados, estaba solo yo”, recordó con humor Duré, y siguió relatando: “Ahí nos sentamos a hablar, me comentó sobre los iglús, me convenció y le dije: ¡vamos a hacer!”.

CON PACIENCIA

Bajo la directiva de Farías y con la templanza de un esquimal sui generis del trópico, Duré inició la construcción del primer iglú hacia el año 2007. Llevó el proceso de forma lenta pero segura. Al domo principal le agregó una galería abierta (el área social) y sobre ésta otro dormitorio, que también posee la forma de semiesfera. En el 2012 inició el segundo iglú, algo más pequeño, que culminó hace unos cuatro años, donde se siguió la misma experiencia. La idea ahora, según comentó, es construir un tercero en el mismo predio.

Las viviendas utilizaron como cimientos las piedras de una antigua cantera que funcionaba en el lugar, que incluso como muebles al darles forma. Para la construcción, lo primero fue tener un centro equidistante que es eje de toda la obra. “De ahí se extiende un hilo, el cual determina la circunferencia. Para que sirva como guía se ata un pedazo de palo del tamaño del ladrillo de canto, que se usa de esta forma para reducir la cantidad de ladrillos que se usan. El resultado es de al menos un 50% de ahorro en este material. Los ladrillos van encastrados y tras cada cuatro hileras se colocan varillas de hierro, se deja secar y luego se continúa”, detalló Dure, quien es distribuidor de diarios en el centro de la Villa Serrana, donde tiene también una librería.

“Cerrar la cúpula 50 metros cuadrados salió así como tres millones y medio de guaraníes. Cuando eso era a quinientos guaraníes cada ladrillo prensado, el mas duro, que fue el que utilicé, sumado la mano de obra. Utilizamos 2.500 ladrillos y quince bolsas de cemento para el domo, además de varillas. Haciendo un cálculo estimativo, teniendo en cuenta los precios de la época, la primera vivienda como está hoy, con el baño, los detalles, la galería de hormigón y el dormitorio de arriba, que tiene un baño propio de forma esférica, habré gastado unos 20 millones de guaraníes”, agregó Duré.

Al utilizar solo ladrillos y cemento, la construcción deja de lado todo lo que es maderamen, lo que reduce de forma importante el presupuesto y también está en sintonía con la idea de la preservación.

La delgadez de las paredes, por la forma en que se colocan los ladrillos, podría generar alguna desconfianza. Sin embargo, la resistencia de la estructura está comprobada. “Nos subimos a la cúpula con 10 bolsas de cemento, o sea, alzamos unos 500 kilos, y aguantó perfectamente. Teóricamente puede soportar 1.500 kilos, lo que significa que soportaría una tormenta con vientos huracanados”, explicó el propietario. Se utiliza el concepto del arco romano, donde los ladrillos actúan uno contra otro ejerciendo una fuerza de empuje.

En la cima de la cúpula hay un tragaluz que hace que prácticamente no se utilice luz eléctrica durante el día. Las aberturas ubicadas en dirección a los cuatro puntos cardinales permite la circulación de aire fresco constante en el interior. Por la forma, el edificio cuenta también con una excelente acústica.

“Yo pongo a disposición de la gente, para que vengan ver, entender; a los que me visitan yo les explico sobre la técnica y su valor, pero la mayoría se muestran maravillados y al final no se animan a aplicarla”, comentó Duré.

PARA LA GENTE

El arquitecto Oscar Jorge Farías, quien asesoró a Duré, es un profesional argentino que hace 12 años está en Paraguay promoviendo este tipo de estructuras, conocidas como iglús tropicales. Una de sus obras es la escuela El Cántaro, en Areguá, aunque ya hay iglús también en Encarnación y Piribebuy.

Comenzó a impulsar la idea desde una preocupación ambiental. “En el mundo estamos sufriendo los efectos del cambio climático y este tipo de edificación ofrece una salida amigable con el ambiente, donde hay ahorro de recursos en muchas formas”, explicó Farías. Según el profesional, con los iglús se puede llegar a un 80% de reducción de costos.

Actualmente se encuentra haciendo proyectos de este tipo para iniciativas privadas, aunque el objetivo es que sean adoptados por entidades como cooperativas o entes del gobierno, para que se puedan ofrecer con apoyo crediticio.

Farías explicó que teniendo en cuenta los precios a la fecha, sobre un modelo de iglú de 46 metros cuadrados, con un baño, dos dormitorios, área de servicio y social, el gasto rondaría los 40 millones de guaraníes, en promedio. “A estos se suman otros costos, como planos, visitas técnicas. Pero no es un proceso que requiera un acompañamiento hasta el final, ya que la idea es que el conocimiento pase a la gente”, agregó Farías.

Por su parte, Victor Duré agregó: “Nosotros estamos haciendo un ejemplo para que la gente emule, que copie positivamente”.

CONEXIÓN CON LA NATURALEZA

“Yo nací en 1949. En esa época mi padre era administrador de lo que era el Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola, el Stica, ahí en esa parte donde estaba el sendero de eucaliptos. Ese fue siempre un campo de experimentación agrícola. Mi papá había ido como voluntario a la Guerra del Chaco a los 14 años y volvió como oficial primero en Administración. Tras la guerra fue vicedirector de una escuela agrícola donde ser formaron los primeros agrónomos del país, y de ahí pasó a administrar el Stica. Yo nací ahí, de hecho”, recordó Duré, explicando su antigua conexión con la naturaleza. Esta vena tiene además otras vertientes. “Una tía mía, hermana de mi mamá, se casó también con uno de los Bertoni, y mi madre era supervisora del Crédito Agrícola, así que creo que ya estaba predestinado”, dijo entre risas.

La familia se trasladó luego a Caacupé, donde empezaron el trabajo de distribución de diarios. Años después, por cuestiones del destino, Duré supo de la venta de unas tierras en la zona de Azcurra. “Eran siete hectáreas y en este momento son once. Por acá pasa el arroyo Hugua guasu, que es la cabeza del Aka roysa. Atrás hay mucho monte y está todavía casi virgen, digamos, aunque de vez cuando se escuchan a lo lejos las motosierras trabajando”, comentó.

Duré llegó a catalogar unas 80 especies diferentes de árboles, en un trabajo de varios años. Ahora comenzará a identificarlos con carteles. En el predio hay dos cerros con espesas selvas y hay incluso algunos animales silvestres. “Yo no estoy explotando el lugar turísticamente porque quiero mantenerlo. Cuando se empieza a darle una utilidad comercial la gente viene y se cree con derecho a todo. Quizás en un futuro, pero tendría que trabajar mas la infraestructura. De todas formas, está abierto para todas las personas que quieran venir a conocer”, señaló el propietario.

Otra ala del establecimiento es la parte de la granja. “Tengo acá plantación de ka’a he’ê de la variedad eirete, entre otros cultivos; tengo también cabras, pero en establo, no las dejo sueltas porque son depredadoras. Hay citrus y estoy implementando otros frutales. En cierta forma, todo pensado para preservar”.

EL LUGAR DE LA RESISTENCIA

“Esta área fue considerada siempre como un patio trasero de Caacupé. Los caacupeños miramos mas hacia Almada, Cabañas, hacia Piribebuy. Pero estando acá comencé a descubrir su riqueza, los sitios importantes que tiene, como el ykua Madame Lynch, el ykua Mariscal López, las antiguas trincheras de las tropas paraguayas de la Guerra Grande, el antiguo camino real, el observatorio del Mariscal”, mencionó Víctor Duré, destacando el gran valor histórico de la zona.

“En Azcurra se entrenó el último ejército nacional, el que acompañó al Mariscal López hasta Cerro Cora. Aquí se concentraron unos 12.000 hombres, de los cuales solo 500 hasta el desenlace de la guerra. Fue donde inició la resistencia final”, señaló.

En el sitio se organizaron batallones de Residentas que se organizaban para cultivar la tierra e incluso para tareas de defensa. Una de ellas fue la tatarabuela de Duré, que peleó en la Guerra Grande, así como su tatarabuelo, Pedro Nolasco Blanco. “Mi tatarabuelo estuvo acá en Azcurra con su madre y dos hermanas, que sobrevivieron. El fue herido en Acosta Ñu, fue traspasado por una lanza, pero se salvó. Incluso esta registrado como lisiado de la guerra del 70”, añadió Duré, quien impulsa la Comisión Pro Rescate Cultural del Campamento Azcurra, con la que estuvieron realizando varias actividades este año, con motivo del 150 aniversario de la instalación del sitio de resistencia durante la Guerra de la Triple Alianza.

Actualmente tienen unas audiciones radiales en ZP28 “La voz de la Cordillera”, y por Radio Nacional, donde difunden la historia de Azcurra y de la Guerra Grande.

LA CASA DE LAS QUINCE MIL LATAS

Quince mil latitas de cerveza, según quien interprete la cifra, pueden servir para diversos fines. Para el estudiante de arquitectura, Guido Martínez (24), este volumen significa, además de un título universitario, una opción de vivienda ecológica.

Como parte de su tesis de grado (está en el sexto año, en la UNA), el joven, que vive también en la compañía Azcurra, en Cordillera, está construyendo una casa con latitas y botellas de cerveza. La construcción se ha convertido en un curiosidad de la zona, ya que está a la vista sobre la ruta que une Caacupé con Pirayú.

“Desarrollé el proyecto consultando con profesores, viendo cosas en internet y también haciendo varias pruebas”, comentó Martínez, quien hace mas de un año está levantando la estructura, que cuenta con una habitación o salón espacioso y un baño, aun sin culminar.

“Hasta ahora tenemos como 10 mil latas utilizadas (de las 15 mil previstas). La colecta de latas la hago prácticamente por mi cuenta, yo salgo a juntarlas por la zona, aunque después de que se hizo viral el tema, hace un tiempo, muchas personas me ayudaron. Me escribían, me llamaban y hasta en la canchita del barrio juntaban”, señaló el joven.

Justamente, con el fin de que su tesis tenga un carácter comunitario, hace unos días organizó un festival artístico en el lugar. “Lo hice para que la gente se adueñe de este proyecto”, explicó. La idea inicial es que funcione como una oficina que ira evolucionando hacia un local mas amplio que albergue un centro cultura.

En cuanto a las ventajas de la construcción, destacó que “hay una buena diferencia en los costos, ya que la lata te cuesta cero, es un material desechado y encontrás en cualquier lugar; en cambio, el ladrillo cuesta mucho dinero. Estimo que hay una diferencia de 40% mas o menos en los costos”.

La edificación tiene también detalles hechos con botellas de vidrio que tienen un fin estético estética. “Vamos a poner unas luces led para que tenga un efecto especial y llamativo”, agregó Martínez a su explicación.

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