• Por Belén Oviedo de los Ríos (Periodista de hoy.com.py)
  • Fotos: Nat Vera Scuderi

La cultura patriarcal del Paraguay es la principal responsable de la destrucción del potencial de las mujeres y es la misma que invisibiliza los distintos tipos de violencia. El acervo machista hace que solo se considere como violencia la agresión física, pero las mujeres también son violentadas sistemáticamente en lo económico.

En la última edición del encuentro “Citas, La Nación”, dedicado a analizar y debatir temas relacionados a la violencia intrafamiliar, de género y feminicidio, se presentó un material audiovisual, realizado por periodistas del diario Hoy digital. El mismo, muestra la realidad diaria de mujeres del Bañado Sur de Asunción, que han encontrado la manera de unirse y trabajar juntas para liberarse de situaciones de violencia, maltrato y especialmente del sometimiento económico y la falta de libertad para asumir sus propias decisiones . Reflejamos ese trabajo en éstas páginas, para conocer de cerca a las mujeres que están unidas en la lucha por vivir dignamente.

LAS “REBELDES DEL SUR”

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43 proyectadas y Capitán Figari es la dirección del Centro de Atención Familiar del Bañado Sur en Asunción y justo en frente, opera el local de las Rebeldes del Sur, una organización social que se desprendió del movimiento Desde Abajo – una agrupación que trabaja hace años en esta zona del Bañado - y busca que las bañadenses puedan tener igualdad, tanto de oportunidades económicas, laborales y sociales.

Este colectivo surge luego de que las mujeres no encontraran un espacio dentro de un movimiento mixto para conversar sobre los problemas que las aquejan en su día a día: las diferentes formas de violencia que sufren.

Para Yessica Arias, vocera de la organización, las principales luchas de las Rebeldes son contra la violencia económica y estructural, sin olvidar los demás tipos de agresión contra las mujeres contemplados por la ley Nro. 5.777 del 2018 de Protección Integral de las Mujeres. “Nos dimos cuenta de que, si bien nuestras compañeras y nosotras mismas éramos violentadas, no era físicamente. El mayor maltrato que sufríamos era económico y hasta ahora sigue intacto, no retrocedió ni un poco”, explicó Arias.

De acuerdo con definiciones técnicas económicas, la violencia económica es una forma de control y manipulación que se produce en la relación de pareja. Se muestra principalmente a través de la falta de libertad que el agresor ofrece a la víctima en la realización de gastos innecesarios. En este caso, las mujeres del bañado sufren esta situación como algo cotidiano, casi como una costumbre.

Caminar varios kilómetros para ahorrar un pasaje, ir hasta otro barrio para poder conseguir verduras surtidas al precio más bajo posible, todo esto para que el dinero que reciben en concepto de manutención pueda rendir toda la semana. “Con G. 200.000 para la semana tenemos que hacer maravillas para que alcance hasta el sábado y si llegamos a pedir más dinero, porque de verdad no alcanza, entonces somos nosotras las que malgastamos y no es así”, manifestó Yessica.

Una de las principales críticas de la organización de mujeres bañadenses es la falta de conciencia de clase en las campañas que realiza el gobierno nacional para la prevención de la violencia de género. “No saben cómo es en carne propia. Nosotras no tenemos garantías, no es fácil ‘abrirse’ nomás. Muchas veces las compañeras dicen ‘ya no puedo más, pero si le dejo, ¿qué van a comer mis hijos, dónde voy a trabajar, quién les va a cuidar?’. La cuestión económica todavía es muy fuerte y no podemos liberarnos. No tenemos oportunidades laborales, no tenemos salud, no tenemos educación”, señaló Yessica.

MADRE E HIJA

Gloria y Zulma Medina son madre e hija y también compañeras de lucha. Aunque ambas tuvieron experiencias diferentes, las dos fueron violentadas económicamente.

Gloria tiene 52 años y para ella, lo más doloroso es que sus hijos tuvieron que crecer normalizando la violencia que ella sufrió durante 30 años. “Mi marido nunca me golpeó, pero controlaba cuánta plata me daba, cómo gastaba y si no me alcanzaba, me reclamaba ‘¿y a dónde pa te fuiste?’, ‘me dijeron luego que te vieron por ahí’ y así tuvieron que crecer mis hijos”, contó.

En el caso de Zulma, su acceso a la educación universitaria se vio frustrado por el camino. Ella tiene dos hijos, una niña de 12 y un bebé de un año y ocho meses a quienes tiene que mantener sola. Cuando nació su hijo menor, tuvo que dejar la licenciatura en enfermería cuando cursaba el tercer año porque no podía hacerse cargo de los niños económicamente y estudiar al mismo tiempo.

“Nosotras tenemos todo en contra. Los hombres ahí, guardaditos, porque son trabajadores, educados y porque ponen la manutención, mientras que las mujeres estiramos como chicle ese cien, doscientos mil guaraníes que nos dan para sobrevivir una semana”, comentó Zulma, tratando de contener sus lágrimas.

Elisa Barrios también fue víctima de violencia. “Mi pareja era un reverendo plaga, me sometía en lo económico a tal punto que yo decía, ‘si el se va, ¿quién me va a dar una mano?’ Yo estaba trabajando en esa época, pero igual no me alcanzaba. Siempre te dicen que es un problema más de la sociedad y obviamente si ellos no te ayudan, siempre va a ser un problema más”, indicó.

SIN DATOS CONCRETOS

Actualmente, no existen datos concretos sobre las denuncias por violencia económica que llegaron a judicializarse ni en cuántas se logró conseguir una condena, ya que los pocos recursos que existen actualmente se destinan en su totalidad al combate de la violencia física. El Ministerio de la Mujer recibió un recorte de más del 15% en el Presupuesto General de Gastos 2020 (PGN 2020). Esta disminución de los fondos afecta directamente a la atención de las mujeres víctimas de violencia que acuden a los diferentes centros de asistencia y contención.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del año 2018, las mujeres perciben 24% menos que los hombres por igual trabajo y trabajan aproximadamente 99 días gratis. En el caso del trabajo doméstico, el 70% de las trabajadoras tienen menos de 10 años de estudio y perciben menos del sueldo mínimo legal.

Otro informe de la fundación Kuña Aty, refiere que el 60% de las consultas mensuales corresponden a violencia económica y en la mayoría de los casos, esta termina en agresión psicológica o física.

En medio de todas las carencias del Bañado Sur, las Rebeldes aún tienen la esperanza de que podrán alcanzar la igualdad económica y social que vienen persiguiendo desde hace años. Para eso se organizan, trabajan en conjunto y van buscando sumar más mujeres al movimiento.

“Nosotras creemos que en algún momento se va a caer (el patriarcado) y se va a caer porque nosotras vamos a tumbarles, pero hasta que eso pase, vamos a seguir dando batalla”, finalizó Yessica con una sonrisa.

Yessica Arias.
Gloria Medina.
Elisa Barrios.
Zulma Medina.

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