• Por Juan Pablo Zaracho @laespadasagrada 
  • Fotos: Archivos de La Nación de Argentina

Una nueva Copa América se jugará en Argentina en el 2020, país donde se disputó la primera edición de la competencia. Aquel torneo dejó un precedente a nivel sudamericano: una final que terminó con destrucción, agresiones y un estadio incendiado.

Los bomberos iban apagando el incendio al costado del Río de la Plata. Toneladas de maderas estaban chamuscadas donde horas antes miles de hinchas esperaban ver un partido de fútbol. Es así como terminó el primer partido final de la Copa América, un partido donde la falta de previsión y el fanatismo casi terminó en tragedia.

LA FINAL CONVOCANTE

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En julio de 1916, la Asociación Argentina de Fútbol, para conmemorar el centenario de su independencia, decidió organizar un torneo entre cuatro selecciones sudamericanas: los locales, Uruguay, Brasil y Chile.

Finalmente el último partido programado sería el que iba a definir al campeón: el local Argentina vs Uruguay, a jugarse el 16 de julio. La sede sería el estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), que tenía una capacidad para 20 mil personas. En aquellos años los estadios estaban compuestos por tablones de madera y en este caso incluía una galería con techo de madera en uno de los costados del campo de juego.

Como era un torneo nuevo, se habilitó la venta de entradas 2 horas antes del partido, esperando una afluencia baja de público. Ninguno de los organizadores pensó de antemano que miles de personas llegarían a las inmediaciones del estadio buscando un lugar. Tres horas antes del partido ya empezó a formarse la fila y los ánimos empezaron a caldearse rápidamente.

“La gente se apretujó (...) en una lucha a codazo limpio para llegar a las ventanillas” decía una de las crónicas post partido, mencionando que habían unos 10 policías para manejar a toda la multitud. La multitud, ya viendo que no iba a conseguir una entrada por la lentitud del proceso, procedió a atropellar los portones de acceso, trepando por encima de las rejas y entrando a los lugares de los palcos.

Con una fuerza policial insuficiente para poder controlar al público, el descontrol fue total. Se estimó que unas 40 mil personas terminaron ingresando, superando por mucho la capacidad del estadio. Sin lugar en las gradas, los hinchas que ingresaban tenían que ubicarse al costado del campo de juego, quedando a solo medio metro de la línea de fondo, con los policías haciendo cerco para que no se acerquen.

DEL PARTIDO AL CAOS

Ambas selecciones entraron al campo de juego y, al ver la situación del público, volvieron a los vestuarios, mencionando que era imposible jugar un partido en esas condiciones. Se decidió que el partido se debía jugar, pero que no contaría como una final, sino solo sería un amistoso, demostrando aún la falta de planificación para estos eventos.

Ingresaron nuevamente al campo de juego y comenzaron el partido. Tras solo un minuto, el público invadió la cancha en un lateral y el árbitro Carlos Fanta, quien también era el técnico de la selección chilena en aquel torneo, decidió suspender el partido, ya que no había forma de poder disputar el partido de manera segura.

El público estalló en furia, lanzando piedras y botellas a los palcos donde estaban los dirigentes. Los dos arcos fueron arrancados de sus cimientos y llevados. Otras personas en las gradas comenzaron a incendiar los tablones, causando que una gran llamarada consuma la tribuna popular. En pleno incendio todos los hinchas y jugadores tuvieron que escapar, con el árbitro Fanta saliendo a la calle en su atuendo arbitral, ya que no tuvo tiempo de cambiarse y sacar su ropa de calle.

LA REPERCUSIÓN

Recién a las 10 de la noche, 8 horas después que inicie el partido, los bomberos apagaron el incendio. Solo el palco oficial sobrevivió, con las demás tribunas quedando totalmente quemadas. A pesar que más de 40 mil personas estaban en el estadio, solamente hubo reportes de heridos por diversos golpes, sin ningún fallecido.

Las noticias fueron llegando a Uruguay de manera intermitente, debido a la comunicación entrecortada por el telégrafo. La información era que los jugadores uruguayos fueron agredidos por los argentinos y que todo fue un plan para impedir un triunfo uruguayo. Esto causó que varios hinchas vayan a protestar frente a la Asociación Uruguaya de Fútbol, exigiendo cortar vínculos a nivel deportivo con Argentina. La situación era tal que la policía debió poner custodia policial en la embajada argentina en Montevideo.

Tras la jornada caótica, el partido se jugó al día siguiente en la cancha de Racing. Todas las personas que habían comprado una entrada el día antes, tenían acceso gratuito. Esta vez ya con las medidas necesarias, todo transcurrió de manera normal. El cotejo terminó 0 a 0, resultado que coronaba a la selección charrúa como campeona del primer torneo continental. El consagrarse en tierras visitantes, aguando la fiesta del local, se convertiría en una marca de los uruguayos durante el resto de su historia.

Es así como la primera Copa América terminó en una escena de caos y destrucción. Lo que era un partido común y corriente terminó llevando a miles de personas a cometer actos de vandalismo, demostrando el poder del fanatismo y el exceso al cual podía llevar un partido de fútbol.

Fuentes:

1 - “Patria, improvisación, violencia y fuego: cuándo y por qué nació la Copa América” - Diario La Nación (Argentina)

2 - “Incidentes en el fútbol (1916)” - ‘Historias Inesperadas’ - Blogs Diario La Nación (Argentina)

3 - “Érase una vez, hace un siglo en Buenos Aires” - Diario El País (Uruguay)

4 - “La increíble vida de Carlos Fanta, el chileno que fue entrenador y árbitro en la primera Copa América” - Diario El Mercurio (Chile)

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