- Pot Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com
Hoy quiero que me acompañen a un pequeño viaje imaginario al sur de la ciudad de mediados de los años 60. Vamos a la antigua zona de la Quinta Esculies, en aquellas épocas las afueras de Asunción.
En la época en que se estaba terminando en Sajonia la moderna y cilíndrica iglesia de la Crucecita Milagrosa, Juan Carlos Esculies, un joven arquitecto paraguayo recibido en 1965 en San Pablo, llegaba a Asunción con nuevas ideas urbanísticas. Es así que a finales de 1967 plantea el primer barrio cerrado de la ciudad al que llamó “El Pinar”. El mismo ocuparía tres hectáreas de terreno sobre la Avda. Félix Bogado en la zona alta de lo que hoy es el gran barrio Republicano. Era el resto de las 11 hectáreas, 8 de las cuales le había vendido anteriormente al comendador don Nicolás Bó y donde hoy está la “Gran Quinta Bó”.
UN PROYECTO Y UN PRÉSTAMO A SOLA FIRMA
En una larga charla en su impecable y ordenada oficina en una “setentosa casa” sobre la ex calle Murillo, hoy Marcelino Noutz del barrio Mcal. López , Esculies nos cuenta en exclusiva para “Cuadernos de barrio”, historias hasta ahora poco conocidas de la hoy ya legendaria “Urbanización El Pinar” y empieza así: “Cuando vuelvo del Brasil ya recibido de arquitecto, le compro a mi padre esa gran propiedad, pero como no tenía un mango, hice un préstamo del entonces Banco de Londres. Me presento y digo que era el hijo del Dr. Esculies y en el acto me dan un crédito de 1.500.000 guaraníes a sola firma. Así empecé a desarrollar el proyecto. Mi idea era hacer un barrio cerrado, cosa que en aquella época en Asunción no existía, y empecé a diseñar el proyecto, con una sola ancha calle central con muchas calles transversales sin salida, entonces construí un pórtico, le doté al barrio de agua corriente, empedrados, veredas, planté árboles y proyecté casas que serían todas distintas”.
SARITA MUSSI Y LAS VISITAS SOLO AL ATARDECER
En este proyecto, aparte de lo arquitectónico también se realizó para le época un adelantado trabajo de marketing. Esculies nos explica eso: “Trabajó conmigo mi querida prima, la publicista Sarita Mussi, y entonces ella planteó una invitación a la urbanización sólo de 17:00 a 18:30 y yo le pregunté porqué y ella me responde: ‘porque a esa hora está la puesta del sol sobre el río Paraguay y ahí la vista, por las alturas es inigualable’. Entonces yo monté mi oficina en un casita a la entrada y fue algo increíble, me quedé asombrado porque ‘a la hora del atardecer’, a la hora fijada para las visitas, había una fila de gente, autos llegando para conocer el lugar; entonces se vendió como pan caliente”.
UN PÓRTICO Y UN PUENTE QUE NO PUDO SER
Pero no todo estaba del lado del proyecto y así lo relata Esculies: “Grande fue mi sorpresa cuando un día, la Municipalidad de Asunción me hizo quitar el pórtico y yo pregunto por qué, y me dijeron que porque (en aquella época) no había un concepto de barrio cerrado y no había reglamentación sobre el tema y yo venía en ese momento con propuestas urbanísticas arquitectónicas de la avanzada Brasil de aquella época”.
“Entonces el barrio no pudo ser cerrado, pero tuvo una explicación lógica”, explica. “Como al lado estaba la otra quinta que era de los Soljancic y también se empezó a lotear, no se podía dejar esa zona aislada, entonces se abrieron las calles para conectar “Barrio El Pinar” con el “Loteamiento Soljancic” que tenía que tener también salida a la avenida Félix Bogado”, nos aclara el arquitecto.
Esa es la pequeña historia de un barrio cerrado “que no pudo ser” en el que vivieron personalidades como el Dr. Alejandro Marín Iglesias, el Dr. Omar Sosa, la adelantada publicista Sarita Mussi o la legendaria cantante Margarita Pildayn, donde el sueño de la casa propia pudo ser realidad para muchos asuncenos de clase media que soñaban con un “chalet”, allá a finales de los años 60 en una Asunción que pensaba crecer hacia el sur pensado también en el puente que comunicaría a la ciudad de Clorinda. Pero, ese puente terminó siendo “el puente que nunca pudo ser…”.