No se trata de un paseo por el caudaloso río Paraguay ni un atardecer admirando el sol caer detrás del horizonte a orillas del lago Ypacaraí. Esta vez, las aguas han hablado nuevamente y después de una larga temporada de furiosa crecida, se han hecho escasas y muestran con descarnada crueldad, lo difícil que sería para todos, acostumbrarnos a sobrevivir sin ellas. ¿Una llamada de atención a la humana soberbia que nos hace creer que tenemos todo bajo control? La naturaleza habla, susurra o, como ahora, grita a través del suelo oscuro y fangoso, que ningún futuro será posible, si no cuidamos nuestros recursos y entre los más valiosos, el agua.

FOTOS: Pánfilo Leguizamón.

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