Cinco mujeres parteras de comunidades indígenas combinan sus conocimientos empíricos con los estudios médicos para salvar la vida de mujeres en partos, así como la de los recién nacidos. En medio de carencias y gracias a la labor de una unidad médica, madres de toda una comunidad conocen lo que es una planificación familiar y tienen una mejor nutrición.

Por Aldo Benítez

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Fotos: Fernando Riveros

Rufina Benítez. 66 años. 5 hijos. Miembro de la comunidad La Leona. Indígena partera. En un cuaderno tapa dura, su hijo mayor que sabe escribir, le tiene registrado todos los partos que ella hizo: Lleva contabilizados, desde el 2010, un total de 53 nacimientos. “Es una tradición que aprendí”, dice en guaraní la mujer.

Rufina tiene un andar cansino. Cuelga en sus hombros una mochila pequeña con las instrucciones médicas que le dieron en las charlas multiculturales. Se muestra muy amable para conversar, pero habla bajito, casi con un dejo de vergüenza. Como que le da pudor hablar de algo que para ella es un regalo de sus ancestros. Convertirse en partera, para Rufina, estaba marcado en su destino.

Rufina Benítez, una mujer que a sus 66 años se capacita con métodos médicos para mejorar sus conocimientos empíricos a la hora de hacer trabajos de parto.

La Leona forma parte del complejo llamado La Patria, del pueblo Angaite, que alberga un total de 17 aldeas o comunidades (En la Región Occidental, los indígenas llaman aldea o comunidad por igual). Está ubicada en el distrito de Puerto Pinasco, departamento de Presidente Hayes, a unos 500 kilómetros de Asunción y tiene una superficie de 22.500 hectáreas. El lugar es un típico territorio chaqueño, con su polvo, con su tierra, con su verde a medias y con ese sol, que para esta mañana de agosto, hace olvidar que es época de invierno.

Para llegar a la comunidad, hay que transitar al menos 100 kilómetros sobre un camino de tierra desde la ruta que lleva a Loma Plata, tras el desvío de la Transchaco. El terraplén tiene tramos en buenas y malas condiciones. Pero el problema mayor aparece cuando llueve, ya que el lodo hace imposible el ingreso de cualquier tipo de vehículo.

Al igual que muchas comunidades indígenas de Paraguay, la de La Patria no escapa a los problemas estructurales. Quizás esta situación de estar casi “aislado” resulta positivo para La Patria, ya que no sufren lo que otras comunidades. Por caso, los indígenas de Itakyry, Alto Paraná, soportan todo tipo de atropellos en sus propias tierras, sin que el Estado intervenga.

La única manera que tienen los indígenas de La Patria para movilizarse en épocas de lluvia es utilizando burros. La zona está llena de burros pastando en cualquier lugar. “Es nuestro medio de movilidad más seguro”, dice Yeison Fariña, el médico de la comunidad y desde cuya llegada, la atención médica en la comunidad cambió.

Fariña tiene 30 años. Se recibió de médico en Cuba y no dudó en presentarse al llamado que hizo el Ministerio de Salud pidiendo trabajadores de blanco para las Unidades de Salud Familiar (USF) del interior del país. Fue admitido y así nació su historia con La Leona, en el 2017. “Cuando llegué aquí, prácticamente no había nada. Estaba un enfermero que era todo lo que había en cuanto a asistencia médica. Entonces, tuvimos que empezar de cero. Entendí que era un desafío grande, pero no me asustó”, dice Fariña.

Los dos primeros meses de su estadía, el doctor Fariña durmió en el suelo, con una especie de colchón que consiguió gracias a unas gestiones y teniendo a Marcial Caballero, el único enfermero de La Patria, como auxiliar en la USF de La Leona. Fariña recuerda hoy el hecho como una anécdota.

El local de la USF de La Leona, de la que dependen todas las otras comunidades, es pequeña, pero tiene lo básico para la atención primaria. Una pieza que el doctor Fariña utiliza como su oficina y en donde hace atención, una enfermería, otro salón donde ubicar los remedios, el baño y una sala de espera con los asientos rotos.

Dentro de la cultura y costumbres indígenas, la voz del líder de la aldea siempre es respetada. Es la autoridad moral del lugar. Fariña entendió eso y lo primero que hizo, cuando le comentaron del proyecto de intercambio cultural, fue consultar con ellos y presentarles la idea.

El plan de intercambio cultural es un proyecto alentado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y que busca, en definitiva, lograr buenas prácticas en el manejo del parto. Pretende también que haya una atención inmediata del recién nacido y ayudar a detectar signos de peligro en el embarazo, además de establecer planificaciones familiares en las comunidades. Todo esto, de manera conjunta, es decir, en el intercambio de experiencias entre el médico y las parteras empíricas indígenas.

En La Patria, este proyecto se lleva a cabo desde el 2017 y Fariña asegura que los resultados son totalmente positivos. En esta comunidad hay cinco mujeres indígenas que son parteras empíricas contando con Rufina Benítez. Todas participaron de las charlas. Lo que antes era una comunidad sin datos médicos, hoy muestra otra realidad.

De 637 mujeres en edad fértil que tiene La Patria, 26 están embarazadas, mientras que 200 indígenas accedieron a realizar una planificación familiar, algo impensado anteriormente en la cultura o costumbres indígenas. Llevar estos apuntes, ayuda a Fariña a tener un registro detallado de las embarazadas, hacerles sus controles prenatales y estar al pendiente de ellas.

Pero más allá de los datos, la idea del proyecto radica igualmente en superar las barreras culturales. Elizabeth Rodríguez, una mujer indígena que se recibió de enfermera, y trabaja en la XV Región Sanitaria dentro de este proyecto, explica que una de las cuestiones culturales que las mujeres indígenas tuvieron que superar es la negativa a que un hombre las revise a la hora del parto.

“Eso estaba como mal visto, tanto por las mujeres como por los hombres. Por eso es que el doctor Fariña se tuvo que ganar la confianza de la gente primero para que él las pueda revisar y cargar a sus bebés una vez que dan a luz”, expone Rodríguez.

Como Elizabeth sabe del manejo de las mujeres indígenas, trabajar en este proyecto le pareció acertado. Ella es de la comunidad Qom y cuenta que, a pesar de que muchas veces fue discriminada por ser indígena, nunca desistió de estudiar lo que siempre soñó, que era ser enfermera. Hoy, ya como tal, asiste en lo que puede dentro del objetivo de ayudar a las indígenas de La Patria.

“Esto ayuda a que las mujeres indígenas tengan una planificación de sus embarazos. Por ejemplo, se les explica que no es conveniente que tengan hijos tan seguido. También estamos trabajando con el uso de anticonceptivos, ya sea médicos o los naturales, que ellas manejan también”, dice Rodríguez.

El promedio de embarazo en La Patria era de 60 mujeres por año, hasta el 2017. Actualmente, la cantidad no llega a 30, pero es probable que esta cifra aumente para fines del 2019, consideran en la USF local.

Rodríguez destaca el hecho de que las mujeres que hacen su planificación son jóvenes o adolescentes. Como en casi todas las comunidades indígenas, la realidad en La Patria es la misma. Gran cantidad de mujeres adolescentes están embarazadas.

A pesar de no estar muy alejada de la capital, la educación es un grave problema en La Patria. Prácticamente el 90% de los adultos es analfabeto, tanto hombres como mujeres. Debido a esto, los trabajos interculturales entre Fariña y las mujeres parteras se tuvieron que hacer con gráficos, en donde se muestran los procedimientos con dibujos explicativos.

“Estas mujeres saben palpar a las mujeres, sentir a sus hijos, ubicarles en el útero, pero no saben leer y escribir”, dice el doctor Fariña.

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Ramona Rojas. 49 años. 12 hijos. Miembro de la comunidad La Paciencia. No lleva contabilizados la cantidad de partos, pero asegura que son muchos. Hizo su primer trabajo como partera cuando tenía 22 años.

“Mi papá era partero. Cuando era niña, iba a ver cómo trabajaba. Siempre me gustó ayudar en eso. Mi papá falleció cuando yo tenía 11 años y siempre dije que tenía que hacer lo mismo que él hacía en la vida”, comenta Ramona, con un guaraní fluido.

Ramona dice que cometió muchos errores pero que ahora, gracias a la ayuda espiritual que recibe de la iglesia y la oportunidad de participar de este proyecto, encaminó su vida. Si bien no es indígena, vive en la comunidad La Paciencia -también del complejo La Patria- desde hace 20 años y conoce las costumbres y formas de la gente.

En La Paciencia viven 78 familias. Doña Ramona cuenta que muchos de los niños, niñas y adolescentes que corren por los caminos o casas de este pueblo, llegaron al mundo gracias a su asistencia.

Un pequeño teléfono celular analógico es la clave para contactar con doña Ramona. Como los teléfonos digitales actuales no tienen señal en La Paciencia, utiliza de esos primeros celulares inalámbricos para estar conectada. La llaman a cualquier hora para ayudar en algún parto y ella no hace reparos. Si tiene que ir a una aldea lejana, va en moto, que es la única movilidad que está al alcance de los indígenas en esta región.

Fariña explica que el trabajo de estas parteras es realmente loable, pero que es necesario contar con un sistema para ir registrando los casos y ayudar a que las mismas tengan un sentido más profesional, si cabe esa expresión. Esto se logra mediante los sistemas médicos, que ayudan a que ellas entiendan que el parto requiere de controles prenatales y otros detalles, como por ejemplo, que las madres tienen que tener una alimentación especial para que sus hijos ya reciban alimentación estando en el vientre.

Este punto es relevante para Fariña, ya que con esto lo que se busca es reducir el nivel de desnutrición en la población de recién nacidos. En ese sentido, un informe de la OPS de 2016 señala que un 30% de las indígenas embarazadas están con el peso por debajo de lo ideal, lo que finalmente deriva en que el niño o la niña nazca también con menos del peso normal. Otro estudio del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) de febrero de este año, sostiene que el 50% de los niños indígenas están con desnutrición.

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Inocencia Doldán. 60 años. 4 hijos. Miembro de la comunidad “La Paciencia”. Indígena partera. Indígena líder. No lleva en cuenta la cantidad de partos que hizo, pero sí sabe que es la mejor manera de sentirse humana.

Con un guaraní pausado, Inocencia explica en su casa, rodeada de sus nietos, que el trabajo de parto es algo que heredó de sus antepasados, pero que recién hace 15 años se animó a hacerlo. Empezó ayudando a doña Ramona, que es su vecina. Después se fue animando a trabajar como la encargada del parto.

Inocencia es también la líder de La Paciencia, una de las 17 aldeas o comunidades que hacen a La Patria. La mujer dice que el trabajo con el doctor Fariña y su equipo ha mejorado las técnicas que ellas tenían, sobre todo a la hora de detectar los casos que pueden causar algún problema en el parto o considerar peligroso en un parto.


Sin embargo, la mujer valora que todo el trabajo que hacen las parteras indígenas es al natural. Otro punto que resalta es que ahora las mujeres de su comunidad pueden armar una planificación familiar. “Yo le aviso a todas las mujeres y las que están embarazadas saben que tienen que ir para tomar sus vitaminas. La que no se va, es porque no quiere nomás”, expone Inocencia.

Desde el 2017, cuando se implementó el programa, la muerte de recién nacidos llegó a dos indígenas en toda La Patria. En años anteriores, la cifra era mayor y por cada año. Esto debido a que las cinco mujeres no daban abasto muchas veces para acudir a cada aldea, o simplemente porque no tenían a quien recurrir en caso de un parto riesgoso.

Según informes de la XV región Sanitaria, una de las principales causas de muerte de mujeres en gestación se da en el proceso de parto, debido a las complicaciones que se dan. Una de ellas es, por ejemplo, las hemorragías. En ese sentido, en todo el departamento de Presidente Hayes, la XV Región registra un total de 14 mujeres indígenas que fallecieron en los últimos cuatro años.

Ahora, las cinco parteras tienen contacto directo con el doctor Fariña. Ante cualquier caso en el que sienten o ven que la situación puede ponerse grave, llaman a Fariña para que tome la posta.

Karina Rodríguez es funcionaria de la XV Región Sanitaria y también trabaja dentro del “diálogo intercultural” como le llaman a esto de trabajar en forma conjunta con las parteras indígenas empíricas. Rodríguez comenta que el proyecto se inició en el 2008 y que arrancó en Bolivia, Brasil y también Argentina y que recién hace un par de años encontró mayor fuerza en nuestro país, a pesar de que ya se venía hablando del tema desde hace tiempo.

Rodríguez conoce a cada una de estas parteras. Les habla, les pregunta por sus cosas, por sus familias, muestra interés. La funcionaria dice que una clave para que todo este proceso pueda caminar es ganarse la confianza de los indígenas, primero, a través de los líderes, luego, con las mujeres que trabajan en los procesos de partos.

El doctor Yeison Fariña atiende a una bebé que llegó con su madre a la USF por una afección en la pierna.

El objetivo del plan es llegar a más comunidades, al menos, todas las que están en el Chaco. Por el momento, con los números que están teniendo en La Patria, parece ser que el intercambio de experiencias está dando resultados. La idea, en ese sentido, no es imponer que las cuestiones médicas estén por encima de lo que ellas manejan de acuerdo a sus conocimientos empíricos, sino que se haga todo a través de un proceso de diálogos y debates.

“Realmente lo que yo aprendí de ellas es ver cómo ponen a la mujer para que tengan a sus hijos, porque las ubican en cuclillas y ahí la madre tiene mejor forma de hacer el parto y la partera le ayuda con masajes y espera el hijo abajo, para que no caiga. Eso realmente me sorprendió, porque fue aquí que vi ese sistema por primera vez”, expone el doctor Fariña.

Si bien este programa parece estar dando resultados, en las comunidades de La Patria la situación en otros ámbitos de la salud es dramática. En La Paciencia, los casos de tuberculosis abundan. En La Leona, los niños indígenas están con cuadros de dificultades respiratorias. Fariña y su equipo tratan de hacer lo posible, pero la USF local ni siquiera tiene ambulancia.

La última intervención de parto del doctor Fariña en La Leona fue con una joven indígena. Tenía que ser sometida a una cesárea, pero como no hay equipo para tal operación, la joven igual dio a luz de forma natural, con su ayuda y otras parteras.

La joven indígena salió con su bebé en brazo y el registro para su planificación familiar.

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