Por Juan Pablo Zaracho, @laespadasagrada

En Alemania las hinchadas no solo aportan apoyo a su equipo favorito; también protestan las decisiones que afectan la realidad del fútbol, desde la televisación hasta quienes son dueños de los clubes.

El partido entre Unión Berlín y el RB Leipzig por la segunda fecha de la Bundesliga se jugaba en silencio. No era por falta de hinchas; el ‘Stadion An der Alten Försterei’ estaba colmado por unos 22 mil hinchas. Tampoco era por falta de interés; era el primer partido en primera división en los 53 años de historia del club. Era todo parte de una protesta, rechazando al club ante el cual jugaban por la manera que es manejada la institución.

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La regla del 50+1

Desde sus inicios, los clubes que participaban en la primera división de Alemania debían ser instituciones sin fines de lucro. La necesidad económica de competir y el interés de inversores de todo tipo llevó a la liga a permitir que los clubes sean comprados por empresas privadas a partir de 1998, pero con una limitación: los socios del club debían mantener como mínimo el 51% de los votos para realizar decisiones en los mismos.

De esta forma, los fanáticos asociados a los clubes podían votar contra medidas que vayan contra su visión de cómo manejar el club, desde el precio de las entradas hasta la venta de derechos de televisación. Pero siempre los inversores encuentran la laguna en la ley, y eso es lo que hizo Red Bull con el SS Markranstädt de Leipzig.

La empresa de energizantes compró un club de quinta división con la intención de subir a la Bundesliga en menos de 10 años. Conociendo sobre la regla del 50+1, el club limitó que el número de socios solo sea de 14, la mayoría de ellos gerentes o empleados de la empresa, asegurando así su control sobre el mismo.

El rechazo al corporativismo

Solo 8 años después de la compra del club, el RB Leipzig había llegado a la Primera División, pero mientras ganaba la batalla en lo deportivo, el rechazo que existía entre los hinchas era cada vez mayor. El equipo sufrió todo tipo de protestas, desde hinchas del Colonia bloqueando el paso a su ómnibus, retrasando 15 minutos el inicio de su partido en el 2016, hasta casos extremos, cuando hinchas del Borussia Dortmund atacaron a los fanáticos que venían a ver a su equipo, situación que causó un rechazo general de los clubes.

A pesar del rechazo generalizado, el RB Leipzig no era el único club de la Bundesliga con dueños privados. El Bayer Leverkusen, controlado por la gigantesca farmacéutica, y el Wolfsburgo, con inversiones de la Volkswagen, pudieron saltar el requerimiento del ‘50+1’ por una excepción en la ley que permitía a inversores con más de 20 años en un club saltar el requerimiento. Su tradición dentro de la liga los salvó.

Para los hinchas, clubes como el RB Leipzig atentan contra el espíritu de las instituciones, ya que rechazan el fervor de las hinchadas por el interés del dinero, dejando de lado a los fanáticos para poder generar mayores ingresos para los inversores.

Torciendo el brazo de la TV

Las hinchadas alemanas no solo protestan contra las estructuras de clubes, también lo han hecho con los arreglos que ha llegado la Bundesliga al vender sus derechos de transmisión. En el 2017, la liga vendió sus derechos hasta el 2021 por más de US$ 5 mil millones, y en los términos de la negociación se incluyó la calendarización de 5 partidos por temporada los lunes. A pesar que representaban menos del 2% de los 306 partidos en toda la temporada, las protestas por parte de los hinchas fueron furibundas.

Según los hinchas, si no protestaban en este momento, los partidos de los lunes se convertirían en algo común. Esto los llevaba a realizar protestas masivas en cada partido jugado en esas fechas. En una ocasión hinchas del Eintracht Frankfurt lanzaron pelotas de tenis y papel higiénico al comenzar el partido, retrasando el juego por 15 minutos. En otro partido, más de 20 mil hinchas del Borussia Dortmund boicotearon su partido un lunes, dejando a la famosa ‘Südtribune’ casi vacía. En la fecha 13, todas las hinchadas protestaron dejando de cantar por todo un tiempo.

Las protestas fueron tan efectivas que la Bundesliga anunció en noviembre del 2018 que para el próximo acuerdo televisivo no incluirían un solo partido los lunes. Los hinchas habían ganado, lograron vencer al sistema, pero su lucha no estaba terminada. Ahora era el turno de hinchas de la segunda y tercera división que tampoco querían jugar los lunes. Esa batalla aún se sigue llevando adelante.

El precio de la cultura y tradición

Tanto las protestas por los equipos manejados por inversores privados como las peleas por no disputar partidos los lunes son parte de la gran lucha que tienen los hinchas alemanes, quienes buscan mantener la tradición de sus clubes por encima de los intereses financieros que manejan otras ligas. Las hinchadas organizadas en Alemania han mantenido un poder por encima de cualquier otra de las grandes ligas europeas, protegiendo el derecho de los hinchas a acceder al espectáculo.

Desde mantener las secciones de hinchas parados en los estadios hasta tener el mayor promedio de aficionados por partido en Europa, los ‘Ultras’, o grupos organizados de fanáticos, tienen un poder único en el fútbol mundial. La ‘cultura del hincha’ es casi una religión para ellos y la protegerán como sea. ¿Podrán los seguidores de los clubes seguir resistiendo el embate de la modernidad hacia su forma de disfrutar del deporte? Es difícil saber, pero lo único seguro es que darán pelea cada día porque esto no ocurra, y lo harán de manera efectiva, porque han descubierto desde hace años, que la unión hace la fuerza, dejando de lado las diferencias para proteger lo más importante: la experiencia única de ver un partido y alentar al equipo en cada fecha.

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