Por Maricruz Méndez Vall

En la antología “Mujeres en su propia compañía”, se reúnen 23 cuentos escritos por mujeres que forman parte del colectivo Escritoras Paraguayas Asociadas (EPA), cuya presidenta, Lourdes Talavera, se encargó de seleccionar y editar en un volumen de gran valor literario.

Zambullirse en la lectura de estos 23 cuentos nos permite acercarnos a la narración femenina en un interjuego muy enriquecedor de texto/contexto, con temáticas recurrentes y otras no tan visibilizadas en el Paraguay actual.

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Lo más resaltante, desde mi punto de vista, para cerrar el círculo argumental, es ver cómo las autoras van eligiendo la resolución de sus cuentos y estrategias asumidas desde las creencias, sentires de sus personajes en el mundo ficticio/real, desde un abordaje polisémico. En esta polisemia llamativamente presente surge “la muerte”, en la mayoría de los cuentos de la antología, cuya dimensión se va jugando con diferentes significados en las tramas propuestas por las autoras.

LA MUERTE Y SUS MUCHOS ROSTROS

¿Qué significa muerte? Según el diccionario es el fin de la vida, pero ¿de qué vida? ¿La física o hay otras muertes y por tanto diferentes modalidades de pérdidas? ¿Muerte propia o del otro, asesinato, suicidio, enfermedad, muertes interminables o quizás simbólicas como alejamiento del novio eterno, de algún objeto, un territorio, una partida, un pasado…?

Un concepto hasta si se quiere estigmatizado, en algunos casos, la creación literaria permite disfrutar sin censuras desde la palabra otorgada a 23 mujeres de diferentes trayectorias y generaciones, que entretejen en la ficción un acercamiento a temas profundamente humanos, en donde de alguna manera, la muerte “vive” aunque ni siquiera se la nombre.

FRASES COMO FLORES DEL JARDÍN

A modo de inspiración citaremos una frase extraída de la antología, de cada uno de los cuentos, en el mismo orden del libro, orientando así esta mirada para sumar a la lectura con un obligado café:

“Seremos padres de un niño frágil, suspiró largamente mientras acariciaba su vientre”;

“¡Un bigote perfecto! Como el que llevaba ahora en el costoso féretro, tan opuesto a su austera personalidad”;

“Vamos, nos esperan otros escenarios, este ya fue. Y mientras caminaban vio en una camilla su cuerpo inerte…”;

“… estaba a punto de descubrir si existía la vida después de la vida. ¿No es la esperanza lo último que muere?;

“Cada vez que le abro la puerta a este hombre … sé muy bien que es irrecuperable la franca alegría de aquel joven optimista de hace treinta años”;

“… recuerda cuando mató a machetazos a sus padres a causa del dinero y la borrachera…”;

“Agarré un puñado del veneno y lo tiré en la comida de Casildo, juro que mi intención no era matarle a él, sino a su maldad…”;

“En Pytumby, nadie nacía ni moría ni cumplía años”;

“Juana había perdido la cuenta de a cuántos hombres había recibido ese día, cuántas manos lascivas la habían manoseado, vejado … estaba viviendo una pesadilla…”;

“¿Dónde está mi papi? Quiero verle … Mamita, ayúdame, vamos a buscarleee … Ella me abrazó fuertemente y mi hermano mayor me dijo: -¿Será que podrías comprender que nunca más vamos a verle?”;

“Mañana puedo morir o no. Si muero, habré cumplido. Si vivo, habré cumplido. Mi deber es luchar y hacer de mi lucha una saeta certera”;

“¿Por qué destruyes el pasado? -le preguntó el Fénix-. Para que la humanidad no tenga memoria y deba empezar de nuevo- dijo de la misma manera el iraquí”;

“No se debe llorar, señora, porque eso lastima el alma del difunto, el suyo y el de los demás. La muerte es solo un paso de la vida misma –el hombre (el sepulturero) hizo un ramo con las flores”;

“Mi hija, dijo mi suegro, tenemos que tomar una decisión. Lo miré sin ver, lo miré tras la cortina de mis lágrimas. Su corazón es mío … mi hija, pero debemos donarlo para que otro ser pueda vivir, dijo tajante”;

“La curiosidad me estaba matando…”;

“Había un hombre que, buscando alivio, vivió de recuerdos y solo encontró desdichas”;

“¿Sabés? No me asusta la palabra: desde que tú me hiciste estéril ya me siento casi muerta”;

“Se abrió la puerta, dos uniformados entraron, el hombre les sonrió y definitivamente emprendió la partida”;

“Alguna vez fui un hombre libre. Las palabras se replican en su mente una y otra vez mientras lo ve subir al patíbulo”;

“No, no estoy arrepentida de haberlo querido tanto, pero nunca pensé que me abandonaría”;

“¿Ibas a casarte igual sabiendo que una vez, hace muuucho tiempo, cuando era una chiquilina, estuvo internada en un manicomio?”;

“Y fue un gesto. Un solo gesto el que cambió el rumbo del ciclo de la vida”;

“Ella ideaba estrellarse contra un muro un día cualquiera”.

Es un libro que interpela temáticas, narrativa, creencias, roles, de autoras comprometidas.


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