Por Aldo Benítez - Fotos: Aníbal Gauto y Agustín Acosta
Leales, fieles y con la convicción de dar todo por nosotros. La compañía de los perros ha cambiado la vida de familias enteras gracias al amor que ofrecen estos animales. En la semana de la amistad, decidimos brindarles un tributo a esos seres especiales que, sin pedir nada a cambio, nos entregan muchísimo todos los días.
Lea y Pablito (nombre ficticio) juegan en el patio de la casa con una pelota de rugby que vuelve loca a Lea, mientras Pablito ríe con ganas cuando intenta sacarle el balón ovalado, que está destrozado por los mordiscos. Desde que Lea, una perrita de la raza labrador, llegó a la casa de Pablito hace 7 meses, su vida y la de su familia cambiaron, pero de manera tan positiva que su historia emociona.
Pablito es un niño de cinco años con autismo. “Su diagnóstico fue de trastorno generalizado del desarrollo (TGD), es digamos un autismo, pero gracias a los tratamientos y todo lo que venimos haciendo se puede decir que lo que tiene es un autismo leve, de alguna manera”, cuenta María, su mamá.
A María le brillan los ojos cuando habla de Lea y su hijo, de la relación que tienen y de los avances que han mostrado en conjunto. “Entendí que además de todos los tratamientos que hacemos, esto podía también ayudar, entonces nos animamos. Yo le traje a Lea con apenas tres meses. Con ella empezamos este proceso”, dice María y agrega: “Lea es como una reguladora de la conducta de él. Es como un equilibrio emocional que Pablito antes no tenía”.
Como un ejemplo menciona un caso. Estando en la escuela, a Pablito le costó hacer una breve presentación frente a los padres de sus compañeritos en un número cultural. “Seguramente le ganó el pánico escénico. Lo que sí, resultó imposible contenerlo y hacer que pueda repetir su número. Había muy poca gente y no estaba Lea”, dice María.
Un tiempo después, María se animó a una prueba superior. Le llevó a Pablito a ver un partido de fútbol y nada menos que en La Nueva Olla de Cerro Porteño. Pero en esta aventura les acompañó Lea. “Fue la primera vez que nos fuimos a un estadio de fútbol. Había mucha gente y Pablito se comportó super bien, aguantó los 90 minutos sin problemas con Lea a su lado. Yo me quedé tan emocionada que llamé a su psicóloga, le conté, no podía creer”, dice la madre.
La presencia de Lea ha sido un factor positivo en el día a día de Pablito y la familia. Cuenta la mamá que Lea lo acompaña a dormir y que Pablito duerme profundamente hasta la mañana, descansa lo necesario. “Antes le costaba tanto dormir, se despertaba en las madrugadas. No tenía un sueño profundo”, dice. Son cambios que se dieron en Pablito en apenas 7 meses de un sistema de trabajo que incluye también el adiestramiento de Lea. “La perrita está con nosotros una semana cada mes. Desde que empezamos esto, Pablito ha mejorado sus reacciones, dejó de ser tan agresivo, por ejemplo. Para nosotros es un gran alivio tener a Lea con nosotros”, dice María.
Como todavía es cachorra, hay cosas que también Lea debe ir aprendiendo. De hecho, Lea está siendo entrenada por Daniel de Paula, especialista en adiestramiento de perros y que, en este caso, cree que puede convertirse en una gran guía o perra de asistencia para Pablito.
Sin embargo, más allá de convertirse en asistencia, para María y Pablito, Lea a estas alturas es inclusive más que una amiga, ya forma parte de la familia. “Pablito le trata como familia. Ella le da una seguridad increíble”, dice María.
“SER CADA DÍA MÁS PERRO”
Desde hace unos 16 años Daniel de Paula trabaja con el adiestramiento y cambio de conducta de los caninos, por lo que conoce de todas las razas y carácter de estos animales.
“Yo siempre le digo a la gente que hay que ser cada día más perro porque no tiene maldad, tiene lealtad. Está siempre fiel, es un ser que te regala amor y que puede ser demasiado útil para muchas cosas, es una compañía superimportante ym muchas veces, necesaria”, dice De Paula.
El adiestrador fue durante muchos años encargado de la única Unidad Canina de Rescate que tuvo el Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay (CBVP, amarillo), organismo que se vio obligado a estar inactivo por falta de fondos que nunca fueron proveídos por el Directorio Nacional del CBVP.
Actualmente, De Paula hace trabajo a domicilio de adiestramiento y modificación de conducta de los perros y sigue también al frente de la Unidad Canina de Rescate Sin Fronteras, una organización que fundó después de salir de los bomberos. Con esta unidad operan en la búsqueda y rescate de personas en zonas de conflicto o lugares donde se registraron desastres. Tienen actualmente cinco perros que se encargan de los operativos.
“Estos animales son muy inteligentes. Yo estoy convencido de que es más fácil enseñar a un canino que a un ser humano. Porque me tocó también ser instructor de conducción y muchas veces las personas no tienen la capacidad de aprender con sistemas de repetición, a veces porque se encaprichan y quieren hacer a su manera las cosas, o no les gusta el instructor, o les aflora otros sentimientos. Eso generalmente con los perros es difícil que pase porque realmente están con la predisposición de aprender”, expone De Paula.
Además, resalta que un error que las personas suelen cometer a la hora de atender a sus animales es que los humanizan exageradamente. “Ese es un punto importante que atender porque lo peor que le podemos hacer al perro es dejar de tratarles como perro, porque ellos no quieren perder su identidad. Por ejemplo, en tenerlos en los brazos demasiado tiempo cuando son cachorros, esas cosas”, explica.
Dice además que su trabajo es considerado el mejor del mundo porque todos los días aprende algo nuevo en la convivencia con los perros. Agrega que es importante entender que adiestrarlos conlleva responsabilidades, pero que más allá de que sean adiestrados o no, hay algo que sale de estos animales sin necesidad de entrenamientos: el amor.
PERROS DE ALERTA MÉDICA
De Paula habla de la importancia que tendría para diversos sectores de la sociedad profundizar en la necesidad de adiestrar a perros de alerta médica. Explica, en este sentido, que son aquellos caninos entrenados para ayudar a las personas que tienen alguna enfermedad.
Cita en ese sentido casos de gente con epilepsia (los perros detectan cuando la persona va a tener una crisis y avisa con ladridos para que tome su medicamento) o, incluso, con diabetes (en este caso, los canes pueden detectar cuando baja el nivel de azúcar de una persona y dan el aviso correspondiente).
“Todo se puede hacer con entrenamiento. Estos animales son entrenados y además de ser amigos, se vuelven indispensables para la vida de muchas personas que presentan diversas condiciones. Entonces vale la pena apostar por ellos, adiestrarlos, quererlos y entender que son amigos nuestros”, expone De Paula.
UNA SOCIEDAD NO PREPARADA
A pesar de los grandes avances en cuanto a los derechos de personas con discapacidades o condiciones en todo el mundo, nuestro país está lejos aún de llegar a niveles en los que espacios públicos o privados permitan el ingreso de perros de asistencia para personas. El caso de María es revelador.
“La última vez fue apenas hace unas semanas, llevé a Pablito y a Lea conmigo y quisimos entrar a un shopping (de la zona Corporativa de Aviadores del Chaco) y nos prohibieron ingresar con Lea. Le expliqué a las personas que sirve para que mi hijo esté más tranquilo, que la perrita es su asistencia y está entrenada, que no va a dejar sus desperdicios en cualquier lado ni a ladrar a nadie, pero me dijeron que no podían autorizar. Entonces, tuve que volver. Nuestros únicos espacios son los parques y las ciclovías, de repente”.
Sobre este punto, De Paula se lamenta. Por ejemplo, dice que ni siquiera los perros lazarillos (guías para personas con discapacidad visual) existen porque es difícil encontrar normativas que los protejan. “Estamos todavía con muchas limitaciones en ese sentido. Sin embargo, ahora hay esperanzas con algunas entidades que se fueron oficializando (este año se creó la Dirección Nacional de Defensa Animal), pero todavía nos falta. Nos falta entender que los animales son seres que hacen parte de la sociedad”, dice De Paula.
UN REFUGIO DE AMOR
“Pasa a ser prácticamente una extensión más de mí… de mi cuerpo, de mi vida. El día que ya no esté, por supuesto que algo va a faltar en mí”, dice categóricamente Adriana Moreira, mientras clava su mirada en los ojos de Claudio Jeremías, un perro de la raza bóxer que ella rescató de una muerte segura hace siete años y que desde entonces le deja la pared de la casa llena de marcas.
Adriana trabaja hace 15 años por los animales, principalmente perros y gatos. A pesar de no tener como profesión algo relacionado al mundo animal, su vínculo viene desde el corazón más que por una vocación laboral. Este amor por los perros, principalmente por los que no tienen la suerte de tener un hogar, le llevó a abrir en el 2014 un refugio para los caninos que eran abandonados por sus dueños en la zona de los bañados, cuando la inundación causó estragos en Asunción y otras ciudades.
“El refugio se llama Unasur, está en Mariano Roque Alonso y se mantiene a puro corazón. Me ayudan casi siempre cuatro personas más y tenemos un funcionario a quien le pagamos mensualmente. Para conseguir su sueldo nos movilizamos como podemos y logramos siempre cubrir”, expone Adriana. Dice que ahora tienen 23 perros en el refugio, todos con leishmaniasis, pero que están siendo tratados o medicados.
“No hay forma de comparar el amor que te da un perro. Es un amor genuino, te hace mejor persona. Te transforma, te ayuda a que tengas una vida caótica, pero absolutamente hermosa”, expone Adriana.
Un caso emblemático reciente del refugio Unasur es el de Don Ruperto, un perro mestizo que fue rescatado en condiciones extremas. Lo trataron y después de unas semanas, Don Ruperto, de aproximadamente diez años, con los bigotes largos y blancos, estaba dispuesto a ser adoptado. “Pero quién va a adoptar a un perro de diez años, nos preguntábamos”, dice Adriana.
Pusieron su historia en las redes sociales y luego de unas horas, una joven pareja se contactó con el refugio. “Hoy, Don Ruperto está feliz e hizo feliz a una pareja que lo tiene como muy bien cuidado en Villa Hayes”, cuenta Adriana.
En su casa, además de Claudio Jeremías, están otros tres perros y una docena de gatos. Adriana, por supuesto, conoce a cada uno por nombre e historia. “Yo siempre digo que tengo un hijo humano (Federico, de 24 años) y varios de cuatro patas”, expone Adriana con una sonrisa.
“Lo único que pido es que la gente pueda darles una buena calidad de vida porque ellos siempre responden con amor”, dice Adriana. Lo dice mientras Claudio Jeremías le agradece con lengüetazos en la cara.
La historia de Don Ruperto
El cine y los perros
El cine internacional reflejó en varias películas este amor que se da entre los perros y seres humanos, con grandes filmes que replicaban historias reales, como el caso de “Siempre a tu lado”, que cuenta el caso de Hachiko, un perro que esperó durante muchos años a su dueño que vuelva de un tren sin saber que el mismo ya había fallecido.
O el filme “Marley y yo”, en el que un can de una pareja crece y se vuelve incorregible, pero en ese proceso también se desarrolla el amor de los hijos y la unión familiar.