El grito de esa mujer, casi una caricatura de la maldad y la amargura, suena horrible. Más aún porque la que grita es la abuela que ha cocinado algo delicioso para sus nie­tos y su nuera que la miran asombrados y espantados. Y peor aún, porque el per­sonaje llamado Marie Luise, es la madre del padre falle­cido de ésos niños no hace mucho, en forma acciden­tal y misteriosa. Meryl Streep apenas apareció en esta segunda temporada de Big Little Lies, que ya era una de las series de HBO más aplaudidas , como la suegra del personaje que lleva adelante Nicole Kid­man.

Apenas unos minu­tos de actuación de esa señora mayor, con un cabe­llo oscuro de corte carré, que parece estar siempre en alerta y sospecha de todos, especialmente de su joven nuera ahora viuda y de sus amigas. Apenas segun­dos y todos los críticos y el público, caen rendidos a sus pies. Meryl, como dicen los españoles, ante la perfec­ción de un trabajo “borda” al personaje desde la expre­sión, las arrugas exactas, el pelo, el tono de voz, la den­tadura, cuya prótesis espe­cial mandó a hacer con el mismo especialista que le realizó las que utilizó para dar vida a Margaret Teacher en el filme “La dama de Hie­rro” y también para asumir el papel de la propietaria del Washington post, Catherine Graham , que le hizo ganar un nuevo Oscar hace poco tiempo.

DEMASIADO FEA PARA KING KONG

Cada vez que puede, la actriz recuerda cómo la rechazaron luego de hacer el casting para el filme King Kong. Ella era rubia natu­ral, sí. “Pero no era lo sufi­cientemente linda. Bah! Lo que le dijeron en reali­dad es que era “demasiado fea” para asumir el rol de la rubia bella y delicada que volvía loco de amor al feroz gorila, que al final se llevó Jessica Lang. En ese tiempo, ella era muy joven y había realizado algunos papeles en el cine, nada demasiado grande. Estaba enamorada de otro actor, John Cazale , desde 1976 con quien vivió sólo hasta 1978 , no porque no se qui­sieran, sino porque el cán­cer se llevó al actor a quie­nes todos recordamos por su papel en El Padrino, como el hijo y hermano débil y por fin traidor de su propia familia que es sacado del medio como si fuera nada.

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DE ÉXITO EN ÉXITO

La oportunidad de oro le llegó con un filme en el que compartió protagónico con el entonces también joven Dustin Hoffman: “Kramer vs Kramer”, un retrato de los cambios de paradigmas y los conflictos de las parejas cuando disputan en un divorcio. Por esa película icónica, ella ganó el Oscar como actriz secundaria. La “coronación” de Meryl como actriz de alto vuelo, vino de la mano de “La decisión de Sophie”, un extraordinario filme de Alan J.Pakula, con Kevin Kline y Peter MacNicol . Para muchos, fue uno de los papeles más espectaculares de Streep.

Ella tuvo que aprender a hablar polaco y alemán para su papel de Sophie, una emigrante polaca y superviviente de Auschwitz. En Brooklyn, donde se hospeda en una pensión con su pareja, el científico Nathan Landau, conocerá a Stingo, un joven del sur de Estados Unidos, con el que comenzará a forjar una intensa amistad. Ella ganó el Oscar como protagonista principal y desde allí, no ha dejado de cosechar enormes éxitos con distintas propuestas cinematográficas, muchas de ellas tan diferentes, pero a las que la actriz ha dado todo de sí. Y recordemos, haciendo un paréntesis, su actuación en “la amante del teniente francés”.

¿A QUIÉN LE IMPORTA LA EDAD?

Su actuación, junto a otro maravilloso ícono de Hollywood, Robert Redford, en “Memorias de África” fue muy aplaudida. Era tan creí­ble esa historia extraordina­ria de amor en un entorno más que extraordinario, que por mucho tiempo, fue­ron considerados imbatibles. Sin embargo, Meryl, siguió superándose, “a pesar” de los premios acumulados.

Luego vinieron muchas otras his­torias y, entre las de amor maduro, “·Los Puentes del Madison” puso a llorar a todo el mundo en el cine, con la maravillosa historia de amor adulto e imposible entre Francesca, una mujer italiana, con una familia for­mada por un marido y dos hijos que vive una vida chata y resignada en un pequeño pueblo del interior de EE UU que se encuentra con un fotógrafo del National Geo­graphic, Clint Eastwood y viven unos días de pasión que guardarán en la memoria.

Más adelante, Meryl siguió acumulando historias, dramas y hasta se atrevió con la comedia musical, por dos veces con “Mamma Mía” la versión cinematográfica que homenajea al grupo Abba y a los años felices de su máximo esplendor. Con­siguió que Cher saliera de su castillo de cristal para com­partir con ella la segunda parte. Cantó, se dejó lle­var por el paisaje maravi­lloso del mar Egeo y las islas griegas y la pasó genial con otras amigas. La ductilidad de Meryl le ha servido para crear personajes singulares y “sin edad”. Mejor dicho, sin que importe la edad que tie­nen ellos y tampoco ella. Así, pasó de ser madre-hippie en comedia musical, señora mayor en el papel de “La dama de hierro” en el que alcanzó un parecido increí­ble con Margaret Teacher y otros muchos más, como la imposible Miranda Priestly, editora de la más prestigiosa revista de moda, tirana y ele­gantísima en “El diablo viste de Prada”.

UNA SEÑORA ACTRIZ

Mientras, siguieron desfi­lando ante los ojos asom­brados del público y la crí­tica que la adoran -cosa rara en el mundo competitivo del cine- una seguidilla de per­sonajes -todos interpreta­dos con rigor y naturalidad a la vez- por Meryl, como la cocinera estrella de Julia & Julie; la monja terrible­mente oscura de “La duda” o la dama del Post, ante el caso Watergate, pasando por per­sonajes de bruja, una mujer bisexual enamorada de un escritor enfermo de Sida, en “Las Horas”; hadas buenas o malvadas madres droga­dictas como la de “Agosto”, con Julia Robarts. ella, la mujer llamada Meryl, seguí viviendo su propia vida, ale­jada de los escándalos y la prensa amarilla.

Dueña de una postura clara, apoyando al partido demócrata y criti­cando duramente a Donald Trump, a quien acusó de antidemocrático, sectario , etc, al recibir un Globo de Oro por Secretos del Pentágono, forma parte de una corriente de actrices que ayudaron a empoderar a las mujeres y reivindicar su lucha contra el abuso de todo tipo.

La señora Meryl, nacida Mary Louise Streep(si, como su actual personaje), nació un 22 de junio de 1949 en Nueva Jersey. Vive en Con­necticut con su marido desde 1978, el escultor Don Gum­mer con quien tiene a sus hijas Mamie, Grace y Louisa

Louisa Gummer que se parecen mucho a su madre. Viven una vida dedicadas al arte, alejadas del mundi­llo Hollywoodense, en New York. Allí, dice Meryl, ella puede salir a hacer las com­pras, caminar y entrar a una librería o a un café, sin lla­mar la atención. Una vida sencilla, donde descansa entre trabajo y trabajo.

Ayer, apenas cumplió los 70 años, demostrando que aún queda mucho por hacer y que no hay “papeles chicos” cuando los encarna una gran actriz.

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