- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
A veces un tema lleva a otro. Mi idea, hoy, era rememorar los barrios en los que vivió una asuncena que tuvo que pasar un duro exilio de su padre y, por ende, de toda la familia en la Argentina y luego regresar a su ciudad en 1964 y vivir de alquiler en alquiler en varios barrios de Asunción y sus alrededores. Esa experiencia que atravesó esa familia y mucha otra gente sirvió, si la miramos desde una óptica positiva, para enriquecer la vida y las relaciones con los demás.
Pero en ese recorrido/itinerario, hoy me tengo que detener en un lugar mágico de su vida, fuera de los ocho barrios en los que vivió en Asunción y al que le llamó imaginariamente su “barrio Areguá”.
VIDA ANDARIEGA
La vida andariega fue siempre la constante de Lita Pérez Cáceres, periodista y escritora e hija de Humberto Pérez Cáceres, padre del periodismo moderno paraguayo.
En esas idas y venidas, Lita, también vivió en la legendaria Areguá. Ella nos cuenta como pocos, su itinerario aregüeño en esa ciudad en un adorable librito denominado “Memorias de Areguá”, editado por Criterio Ediciones en el 2015. En él podemos encontrar desde la historia de la peluca que usaba en los 70, pasando por capítulos como: “Los Bibolini”, “Hablando en húngaro” o “Volver a aquel Areguá”. Este último me transporta a esos recuerdos de mi infancia y de mi adolescencia en la casa de Edith Jiménez, a principios de los 80. En esa casa frente a la vía del tren, con arroyito propio, viví momentos imborrables, escuchando los recuerdos que Edith me contaba, cuando su hermana Nelly ejecutaba su piano y todo el pueblo venía a escuchar y deleitarse con músicas del repertorio popular paraguayo.
Sé que Areguá es mucho más que un barrio, pero también sé que en su época de esplendor era una especie de “barrio veraneante de Asunción” con un “puente aéreo” que se llamaba “Tren” y de lo que pude conocer de oídos.
DESPERTAR LA IMAGINACIÓN
No quiero hacer un escrito literal aburrido rememorando Areguá ni contar la vida de una gran mujer paraguaya en ese hermoso pueblo, eso hoy se consigue sencillamente haciendo un click en internet. Hoy solo quiero despertar la imaginación y poner mi pensamiento en “modo automático” y “escucharle” a Lita en su capítulo “Volver a aquel Areguá”, cuando dice: “Me encantaría regresar al Areguá de antes, aunque más no sea como un fantasma, como Limpia Concepción, para recorrer esas calles de tierra, iluminadas con la lechosa luz de la luna y para escuchar el silencio que dejan las cigarras cuando cesan de cantar”.
LA SEÑORA VERANEANTE
Allá por 1972, Lita se hizo amiga de una veraneante asuncena de Areguá, que tenía una linda casa con un arroyito al costado. Un día dejaron de irse y la casa quedó abandonada. Después de un tiempo, ella pudo saber qué pasó de aquella persona como la señora tenía siete hijas que casar y como en Areguá ya solo quedaban los mayores, se mudaron a San Ber. Es que ahí estaban las fiestas, los debut, los jóvenes y ahí consiguió casar a toda esa cantidad de hijas.
ORGULLO AREGÜEÑO
Los aregüeños deben estar orgullosos de tener un pueblo con alma y que cuando dejen de cantar las cigarras, ellos sigan contando las historias sencillas de un pueblo encantado, lleno de recuerdos, duendes, tradiciones y emociones desde la punta del campanario hasta las canoas del manso lago.