Hoy no quiero hablarles de un barrio en específico, me quiero referir a dos mujeres de dos barrios de Asunción, que no figuran en libros de historia, que empezaron de abajo en un rubro inexistente hasta esa época, siendo parte de la evolución asuncena que acompañó a la nueva arquitectura moderna, para “arropar” casas, edificios y departamentos, desde mediados de los años 50, ellas son Chili Yegros y Anita de Nasta.

EN EL BARRIO SAN ROQUE

Chili, la sobreviviente de las dos habita desde hace 96 años en el mismo lugar, una de las vecinas más antiguas del barrio San Roque, cuya bisabuela fue una de las residentas que terminada la Guerra Grande volvió a Asunción a pie desde Cnel. Oviedo (Ajos en aquella época) y se afincó en aquel antiguo barrio allá por 1874.

EN EL BARRIO CATEDRAL O LA ZONA DE LA “TURCADA”

Doña Anita de Nasta que si bien no era paraguaya, nació en la localidad de Lincoln en el Gran Buenos Aires, adoptó el Paraguay para siempre y trabajaba en su taller del barrio de La Catedral en la zona que llamaban de “La Turcada”, decorando primero la casa de los paisanos vecinos (era la esposa de don Rafael Nasta, comerciante Sirio, afincado en el Paraguay), con el ahorro del trabajo construyeron un edificio donde funcionó la legendaria Casa Decoraciones Nasta, diseñada por el Ing. Nicolás De Bari Flecha Torres, allá por 1956.

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Hotel Guaraní

DECORANDO A PULMÓN

Cuenta Chili que todo era a pulmón, yendo a la casa de los clientes llevando al hombro cortinas y detalles de decoración en colectivo de un barrio a otro. Con el correr del tiempo se hicieron de auto y cree ella que fueron de las primeras mujeres en Asunción que manejaron coches. Adquiridos estos por ellas mismas fruto del esfuerzo del trabajo diario.

ANITA Y EL HOTEL GUARANÍ

Nos cuenta Jorge Nasta, hijo de Anita, que en 1959 fue contratada para lo que se convirtió después en “el gran trabajo de su madre”. Este fue la decoración, el cortinado y detalles del Gran Hotel Guaraní. Para lograr semejante trabajo, contó con la participación de una legión de costureras, secretarias, carpinteros y ayudantes como nunca antes se había realizado en Asunción. Para lograr ello, vinieron desde el Brasil todas las especificaciones técnicas para el efecto. Cuenta Jorge que el personal no dio abasto y que debieron trabajar días y noches para alcanzar el objetivo.

EL AUTO Y LAS “CORTINAS VOLADORAS”

Por su parte, Catalina Crosa de Yegros, más conocida como Tía Chili, que empezó su casa de decoraciones allá por 1960, nos cuenta que tenía un legendario Citröen 3 CV en el que llevaba cortinas, butacas y sillas. Era común ver el vehículo con las telas volando por las ventanillas y techito, de un lado al otro, por toda la ciudad. Era una época en que llegó el modernismo al Paraguay y las casas de aquellos arquitectos como Natalio Bareiro, Homero Duarte o Saturnino de Britto tenían grandes ventanales y había que “cortinar” porque los dueños no estaban acostumbrados a tanto vidrio.

CHILI Y LA EMBAJADA ARGENTINA

Pero así como Anita, Chili tuvo su gran obra que fue el cortinado total y el decorado de la Embajada de Argentina en esa gran manzana sobre la Avda. España. Nos cuenta ella: “Trabajé de sol a sol y terminé justo el día que falleció Perón en julio de 1974”.

LAS CASAS, CHILI Y LA SIESTA

Tuve la suerte de conocer la casa de estas dos pioneras, la moderna de Anita, que aún sigue en pie sobre la calle Cerro Corá y la antigua casa familiar de Chili que fue lamentablemente demolida allá por 1980, pero me queda aún en la retina esa alta escalera que llevaba a esa vivienda de estilo colonial con amplio corredor, ahí sobre la calle Eligio Ayala. Allí donde hasta hoy atiende, de 9:00 a 12:00 y de 15:00 a18:00, porque eso sí, ya no está la antigua casa, pero Chili sigue conservando una tradición asuncena perdida: “hacer la siesta”.

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