El pasado 23­ de marzo se conmemoraron los 20­ años del magnicidio que segó la vida del entonces vicepresidente Argaña y en su homenaje, su hijo mayor, Félix, publicó un libro que rescata el rostro familiar, fuera de las tormentas de la vida pública de un hombre cuyo protagonismo es fundamental en la historia reciente del país. Hoy, en este “Álbum de...” acercamos algunas de esas imágenes únicas del singular caudillo del Partido Colorado.

Luis María Argaña es una figura central en la historia política del país de las últimas décadas y muy especialmente durante esta larga etapa conocida como de la transición democrática hasta su muerte trágica ocurrida en 1999. Considerado como un hombre “duro”, de pocas sonrisas en público y discursos vehementes, es definido, por la mayoría de los especialistas en análisis político, como “el último de los caudillos colorados” que dejó impresa su huella indeleble en el devenir histórico de esa poderosa agrupación política y más allá de sus fronteras partidarias.

Sus muchos seguidores lo recuerdan como un indiscutido líder, capaz de encender a las multitudes con sus discursos y gestos, siempre medidos, pero contundentes y con gran dominio de la palabra. Sus adversarios, lo han criticado duramente, pero reconocen estar ante una figura imponente de la política nacional a quien era difícil enfrentar en la arena de la lucha electoral y en debates públicos.

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El pasado 23 de marzo, se cumplieron 20 años del magnicidio que segó su vida cuando ejercía la vicepresidencia del Paraguay. En ese contexto, el mayor de sus 9 hijos, el arquitecto Félix Argaña Contreras, publicó un segundo libro dedicado a la memoria de su padre: “Papá y yo”. El primero, llamado “Argaña, padre, líder y amigo”, dibujaba la figura pública, el político, a través de la mirada de un hijo inspirado por la figura fuerte. En este segundo libro aborda la figura del padre, lejos de la vida pública. Un relato lleno de anécdotas que describen a un hombre que era muy “serio” y poco sonriente en los actos públicos, pero que en la intimidad de su hogar y en el día a día de su vida familiar, se mostraba sensible, que no demasiado vulnerable, pero afectuoso y siembre cercano a sus hijos.

Félix Argaña, asume un relato cercano, que abarca desde 1957 hasta 1999, año del magnicidio, relatando anécdotas ligadas a esa vida desconocida de un hombre público. Sus gustos, como los de pilotar aviones, un hobby que combinaba el placer y la utilidad de realizar viajes al interior del país. Su apego a las tareas del campo, en donde pasaba largas temporadas y permanecía en lugares como los Retiros de la estancia y otras aficiones como la caza que compartía con amigos, no eran publicadas asiduamente. Un relato cercano y con numerosas fotografías que nunca fueron publicadas antes, pues pertenecen al álbum familiar, ése que no se compartía con los medios ni se divulgaba como parte del marketing político en ésos tiempos y mucho menos, para mostrar la vida íntima de un personaje como el del Doctor Argaña. Parte de ésas fotografías, publicamos en este espacio dedicado a reproducir recuerdos y vivencias en imágenes de personas y hechos relevantes.

UN CAUDILLO EN CASA

Siempre nos preguntamos cómo viven la cotidianedad los hombres públicos. Y más aún, la vida de un caudillo como Argaña, que fue parlamentario por cinco períodos; que formó parte del grupo de dirigentes colorados que se opuso a la continuidad del stronismo ligado a la sucesión y que formó parte importante del grupo de figuras representativas que se reunían en forma clandestina –muchas veces con la excusa de un partido de tenis entre amigos- con el General Andrés Rodríguez y otros referentes, para organizar el Golpe de Estado de 1989. El mismo que luego, en el primer gobierno de la Transición democrática, fuera Ministro de Relaciones Exteriores y luego de varios años, disputara la chapa presidencial. Según su hijo Félix, Luis María Argaña era un eximio esgrimista y un buen boxeador. Tal vez esas cualidades le permitieron esquivar los golpes duros de la realidad cuando fue derrotado en las elecciones del 27 de diciembre de 1992. “Ese fue un momento duro, muy duro para él, relata el hijo, “pero también demostró de qué madera estaba hecho”. Y relata que fue una espera muy angustiosa, ya que luego de que se anunciara extraoficialmente que Argaña había ganado ésas elecciones, enfrentando a la dupla Wasmosy-Seifart, las noticias oficiales sobre el cómputo de votos, llegaron recién en marzo de 1993. Según relata Félix, cuando sus seguidores se acercaron al líder en el difícil momento, encontraron a un hombre que estaba muy sereno y que los invitó a participar de un cumpleaños de otro dirigente y luego, a ir de cacería al campo.

“Mi padre y mi madre se fueron al campo por quince días entonces”, cuenta Félix, a un retiro, para verificar la tarea de marca y otras propias del campo. El se alejó de todo. Entonces, surgieron rumores sobre su supuesta enfermedad, que estaba internado, enajenado. Era todo mentira. Hasta que un equipo periodístico llegó junto a él, y le hizo una nota en pleno campo, mostrando la realidad…El era así, un hombre fuerte pero sereno para enfrentar la adversidad”.

FOTOS íNTIMAS

Las fotografías que acompañan ésta nota son del álbum familiar, íntimo de la familia Argaña y nunca antes fueron publicadas. En ellas, se observan los momentos felices, la dedicación al deporte y muchas alegrías de un hombre que trascendió por sus discursos encendidos y sus fuertes declaraciones sobre sus ocasionales contrincantes. A él se le deben frases como “Aunque sea con el Pato Donald”,afirmando que el partido Colorado podría presentarse con cualquier candidato y ganaría. También acuñó el término de “Mbatará” para referirse a su rival de entonces el ingeniero Wasmosy. Usó la frase “Ñakyrã pire” para definir lo que consideraba una política o forma de hacer sin contenido, vana. También fue el que “bautizó” como “Ladrón de galletas” a Juan Carlos Galaverna. También se recuerdan muchas anécdotas sobre distintos momentos cuando fue presidente de la ANR, como el episodio en el que la popular dirigente chacariteña “Ña Deló”, disparara unos tiros al aire en el propio despacho de Argaña y éste saliera serenamente a responder a la prensa que era un “intercambio de opiniones con una correligionaria”.

Lo cierto es que, hasta el magnicidio del que fue víctima hace ya 20 años, la figura de Argaña, “con sus luces y sus sombras”, como se dice habitualmente, es parte inseparable de la historia reciente del país.


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