París, Francia. AFP.
Duelo de colosos en Wembley. Enfrentamiento legendario de la historia del fútbol, el Inglaterra-Alemania será el punto álgido de los octavos de final de la Eurocopa, hoy desde las 12:00; con un Suecia-Ucrania a partir de las 15:00 por el último billete a cuartos.
El Inglaterra-Alemania se presenta con un sabor a revancha nunca saldada entre dos potencias del fútbol mundial. Sobre todo en Wembley, templo del fútbol inglés, donde se espera la presencia de 40.000 aficionados.
Desde la final del Mundial 1966, ganada por los Three Lions en el antiguo Wembley, la Mannschaft ha logrado vengarse en varias ocasiones, pero la rivalidad continúa.
Y el perdedor de este partido en la primera de las rondas de eliminación directa quedará en una situación comprometida. El seleccionador alemán Joachim Löw se iría con una decepción luego de 15 años al frente de la selección alemana. Para su homólogo inglés Gareth Southgate, el hombre que falló el penal decisivo ante los alemanes en la semifinal de la Eurocopa 1996, el riesgo podría ser también tener que dejar el puesto.
Para evitarlo, Inglaterra deberá mejorar en ataque, sobre todo su estrella Harry Kane, que aún no ha estrenado su casillero de goles en el torneo.
Para los alemanes el problema se encuentra en cambio en la defensa. Su zaga con tres centrales, que recibió cinco goles en fase de grupos, a punto estuvo de costar a la Mannschaft su eliminación. Unos centenares de kilómetros más al norte, en Glasgow (Escocia), se vivirá el choque entre los dos submarinos amarillos: la sorprendente Suecia contra una Ucrania repescada como tercera de grupo.
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Ozzy Osbourne y Black Sabbath se despidieron de los escenarios
Con una última interpretación de “Paranoid”, su mayor éxito, el mítico rockero inglés Ozzy Osbourne y su grupo Black Sabbath se despidieron el sábado pasado de los escenarios en un concierto en su Birmingham natal que rindió culto al heavy metal. “I love you (los amo)”, gritó con su voz todavía rechinante el carismático cantante a la entregada multitud en el estadio Villa Park, donde se rodeó de grandes estrellas del género.
A sus 76 años, el “Príncipe de las Tinieblas” sufre desde hace varios años la enfermedad de Parkinson. El cantante, que escribió su leyenda al morder la cabeza de un murciélago en pleno concierto, cantó en su despedida sentado, prisionero de sus temblores, en un trono satánico confeccionado para el padrino del heavy metal.
Fue un adiós crudo y emotivo, acompañado de sus compañeros de Black Sabbath y de decenas de miles de seguidores del metal llegados del todo el mundo hasta el estadio del Aston Villa, convertido por una noche en una catedral pagana. “Podría ver nuestro apoyo y eso me hizo llorar”, explicó Lilly Chapman, una seguidora de 29 años, todavía emocionada de ver al rockero “mostrarse vulnerable ante miles de personas”.
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“Una vez en la vida”
Hacía 20 años que Black Sabbath, pionero del heavy metal, no se reunía en su formación original de 1968 (Osbourne como cantante, Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Bill Ward en la batería).
Si eso no fuera suficiente, a ellos se sumaron otras bandas y músicos emblemáticos como Metallica, Guns N’ Roses, Pantera, Slayer, Tom Morello de Rage Against The Machine, Steven Tyler de Aerosmith o Ron Wood de los Rolling Stones.
Los espectadores, con camisetas de metal, espesas barbas y grandes tatuajes, acompañaban los himnos que conocían al dedillo sacudiendo la cabeza en un ambiente que poco tenía que envidiar al generado por los “villanos”, los seguidores del Aston Villa que suelen ocupar ese lugar.
“Esto solo ocurre una vez en la vida”, decía entusiasmado Rich Newlove, llegado del norte de Inglaterra. Ozzy “estaba en mejor forma y mejor estado de salud de lo que esperaba”, afirmó con una cerveza en la mano tras el concierto.
El sentimiento, sin embargo, es “agridulce” al haberlo podido ver por primera, pero también por última vez.
Algunos llegaron de muy lejos. “Va a ser el mayor concierto de metal de todos los tiempos”, expresó Jared Higginbotham, un estadounidense de 34 años que vino junto a su novia desde Texas.
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Entradas agotadas en 16 minutos
A pesar de los elevados precios, las entradas para el espectáculo se agotaron en apenas 16 minutos. Los fondos obtenidos se destinarán a organizaciones benéficas como Cure Parkinson’s y el Hospital Infantil de Birmingham.
Henry Broderik, un barrendero de Cambridge de 22 años, se gastó 415 libras (560 dólares) por su entrada porque “era todo lo que quedaba”.
Es el precio a pagar para asistir a la despedida de Ozzy, un ícono conocido por sus fechorías, pero también por la emisión de un programa de telerrealidad de su familia en los años 2000, “The Osbournes”, que se convirtió en un gran éxito en MTV y lo conectó con nuevos públicos. Black Sabbath ha vendido más de 75 millones de álbumes en todo el mundo y es ampliamente reconocido como uno de los pioneros del heavy metal con grandes éxitos como “Paranoid”, “War pigs” o “Iron man”.
Fuente: AFP.
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Viajaron 14 horas hasta Argentina y no estaban invitados a una boda, esto hicieron
Volaron desde Alemania a Buenos Aires convencidos de que estaban invitados a una boda, pero al aterrizar en Argentina descubrieron que todo había sido un malentendido. Sin posibilidad de cancelar el viaje ni de confesar la metedura de pata, optaron por una solución inverosímil: esconderse durante seis días en el mismo hotel que los novios para evitar cruzarse con ellos.
La historia, tan surrealista como real, la compartió en TikTok la joven alemana Yasmin Sarli, una de las protagonistas, y la amplió después la edición digital de la revista People, en una entrevista donde se explican todos los detalles de la anécdota.
“Mi novio estaba seguro de que estaba invitado”, explica Sarli en el vídeo publicado en su perfil @sarliunlimited. “Reservó vuelos y hotel, y al final terminamos pasando seis días escondidos en el resort hasta que se fueron. Hasta donde yo sé, ellos todavía no saben que estuvimos ahí”, añade.
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Una confusión de pareja y una escapada encubierta
Según detalló Sarli a People, la historia ocurrió en octubre de 2023. Ella y su entonces pareja, Davide, habían recibido un mensaje para “reservar la fecha”, pero nunca una invitación formal. Aun así, él dio por hecho que ambos estaban incluidos en la lista de asistentes y reservaron vuelos y alojamiento en el mismo hotel donde se hospedaban los invitados oficiales: el Park Hyatt de Buenos Aires.
La realidad les golpeó apenas unos días antes de viajar, cuando cayeron en la cuenta de que no tenían ningún detalle sobre la boda: ni agenda, ni mensajes de grupo, ni información concreta. “Poco a poco empezamos a pensar: ‘Un momento... ¿de verdad estamos invitados?’”, recuerda Sarli. Pero a esas alturas, cancelar el viaje no era una opción: el vuelo desde Frankfurt ya estaba pagado y ambos necesitaban unas vacaciones. Así que decidieron convertir el error en una misión secreta.
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Como en una película de espías
Durante seis días, la pareja vivió como si estuviera protagonizando su propia versión de Misión Imposible. Planificaban las comidas a horarios imposibles para no coincidir con los invitados, evitaban las zonas comunes del hotel cuando sabían que había celebraciones y hasta llegaron a vestirse “de forma extraña” para no ser reconocidos.
La película terminó cuando Davide, el novio despistado, tuvo que marcharse un día antes por trabajo, y Sarli tuvo que regresar sola a casa. Poco después, la pareja rompió, aunque según cuenta siguen en buenos términos. Hasta ahora, nadie de la boda sabe que estuvieron allí, salvo por el pequeño detalle de que su historia ya ha dado la vuelta al mundo. Según cuenta Yahoo News, el exnovio se casa a finales de este año, y esta vez no hay lugar para confusiones: Sarli ya tiene su invitación oficial.
Fuente: Europa Press.
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Éxito rotundo del concierto Sonidos del Alma en Berlín
Con un marco de público excepcional y una atmósfera cargada de emoción y arte, se llevó a cabo el concierto Sonidos del Alma en el Instituto Iberoamericano de Berlín, en conmemoración del centenario de la creación de la guarania, género musical legado por el maestro paraguayo José Asunción Flores.
El evento, organizado por la Embajada del Paraguay en la República Federal de Alemania, contó con la asistencia de más de 200 personas, incluyendo embajadores, miembros del cuerpo diplomático de cuatro continentes, representantes del Gobierno alemán, miembros de la comunidad paraguaya residente en Alemania, así como amantes de la música y amigos del Paraguay.
La apertura estuvo a cargo de la Dra. Clara Ruvituso, del Instituto Iberoamericano. El embajador del Paraguay en Alemania, S.E. Fernando Acosta Díaz, dio la bienvenida, destacando la guarania como símbolo profundo de la cultura paraguaya y recordando la firma de la Paz del Chaco, hito de reconciliación entre Paraguay y Bolivia.
La velada musical, protagonizada por tres músicos excepcionales –el maestro Diego Sánchez Haase, el tenor José Mongelós y el clarinetista Enrique Ríos Careaga– se desarrolló en tres secciones temáticas que recorrieron la tradición europea, la riqueza melódica de la guarania y los ritmos del alma paraguaya.
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Alemania: un dólar al mes cuesta una vivienda social del siglo XVI
- Augsburgo, Alemania. AFP.
Angelika Stibi sintió un enorme alivio al recibir las llaves de su nuevo hogar. A partir de ahora, esta jubilada alemana pagará mensualmente solo 88 céntimos de euro (aproximadamente un dólar) para vivir en el complejo de residencias sociales más antiguo del mundo. Nuevo techo, nueva vida y nueva comunidad. La sexagenaria forma parte desde hace pocos meses de los 150 habitantes de la “Fuggerei”, una residencia en Augsburgo, donde el precio del alquiler no ha subido desde hace medio milenio.
Creadas en 1521 por el banquero Jacob Fugger en esta ciudad de Baviera, en el sur de Alemania, las viviendas sociales más antiguas del mundo, como se vanaglorian sus administradores, permanecen en servicio y gozan de gran demanda. “Tuve una vida realmente formidable hasta los 55 años”, explica Angelika, con dos hijos ya adultos. Pero entonces le diagnosticaron cáncer y “todo fue de mal en peor”, cuenta esta mujer nativa de Augsburgo.
Cuando se quedó sin recursos, presentó su candidatura para alojarse en este complejo compuesto de pequeñas casas adosadas. Pero hay que armarse de paciencia para unirse a la Fuggerei. “Tarda generalmente entre dos y seis o siete años. Todo depende del apartamento que uno quiera. Estos en la planta baja están muy solicitados”, explica la trabajadora social Doris Herzog.
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Ella recibe los expedientes de los candidatos y gestiona las entrevistas con unos criterios muy precisos: “Hay que ser ciudadano de Augsburgo, ser católico e indigente”. En el apartamento de Martha Jesse, residente allí desde hace 17 años, abundan los símbolos religiosos. Pero fueron motivos financieros los que la condujeron a este complejo situado cerca del centro histórico de la ciudad de 300.000 habitantes.
“Percibía una pequeña pensión a pesar de 45 años de trabajo. Vivir afuera hubiera sido casi imposible, porque solo tendría 400 euros (458 dólares) a mi disposición”, explica la mujer de 77 años. Con sus hileras de casa de fachada ocre y contraventanas verdes, pulidos jardines, escudos y fuentes, el conjunto reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial parece un pueblo de muñecas.
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Oración cotidiana
Para Andreas Tervooren, residente desde 2017, “la Fuggerei es como una ciudad dentro de la ciudad”. Este vigilante nocturno compara la urbanización con “el pueblo de Astérix”. Igual que el poblado galo de los cómics resiste a los invasores romanos, el recinto resiste al incremento de los precios del alquiler que lastra muchos hogares de Alemania.
Augsburgo, de 300.000 habitantes, se sitúa a menos de una hora de Múnich, la ciudad con el metro cuadrado más cara de Alemania y también una de las más caras de Europa. En el inicio de este proyecto, el comerciante Jacob Fugger (1459-1525) era uno de los hombres más ricos del continente y se había convertido en el “banquero de los emperadores” europeos.
Benefactor en su Augsburgo natal, creó varias fundaciones dedicadas a la vivienda o la salud para los más necesitados. El alquiler anual en la Fuggerei era de un florín renano, que en la época equivalía al salario semanal de un artesano. Un monto “que simplemente convertimos en 88 céntimos actuales” al mes, explica Daniel Hobohm, administrador de la fundación que gestiona este complejo.
Los descendientes de la dinastía Fugger participan en la orientación general de la fundación, pero no vierten dinero en ella. “Nos financiamos principalmente gracias a los ingresos del bosque y de la silvicultura y tenemos también una pequeña actividad turística” porque el recinto cuenta con bastantes visitantes, explica Hobohm. A ello hay que añadir los ingresos de alquiler generados por otras propiedades. Para respetar los deseos de sus fundadores, el alquiler no puede aumentar. Pero a cambio, también para mantener una tradición de 500 años, los habitantes deben recitar cada día una oración por los donantes y su familia.