- POR MARTÍN VILLAGRA
- Periodista
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Tanto esfuerzo no alcanzó. Cerro Porteño peleó y se va con la frente en alto. El Azulgrana no pudo remontar e igualó a un gol con River Plate, vigente campeón, que va por su rival de siempre (Boca Juniors) en semifinales de la Copa Libertadores. Levantar la derrota de la ida 0-2 en Buenos Aires era complicado. Por ahí comenzó a definirse la serie a favor del conjunto argentino. A este River del DT Gallardo, aunque sufra y se lo ponga contra las cuerdas, le sobra jerarquía, que a la larga lo hace pesar.
El Ciclón quedó eliminado en cuartos de final. La gran fiesta del público azulgrana, que alentó y llegó esperanzado a la Olla, la arruinó el uruguayo Nicolás de la Cruz. Este fue el hombre de la polémica en la previa y apareció con un gran despliegue en el segundo tiempo. De la Cruz guapeó y tras el rebote dado por el arquero Juan Pablo Carrizo, remató alto para igualar. La figura de los visitantes por lejos.
El trámite comenzó muy favorable, por momentos el empuje hasta fue arrollador. Nelson Haedo abrió el partido con su gol de cabeza tras centro de Joaquín Larrivey. El arquero Franco Armani salvó a River del segundo tanto cuando Federico Carrizo remató muy bien posicionado en el área. Cerro neutralizó con mucho empuje y actitud a un River que no encontró la pelota, que llegó poco hacia la portería rival. Óscar Ruiz era picante por su velocidad.
Faltaba un segundo gol y así se fue el primer tiempo. Había que ver si se aguantaba ese ritmo infernal para el segundo período. Ahí estuvo la clave, en medio de la esperanza por torcer la historia. River entró con otro aire y apretó el acelerador. Llegó al tanto muy fuera de contexto, pero que fue lapidario y descompaginó todo para el representante paraguayo. Grave falla defensiva. La obligación y la presión se multiplicaron. Había que llegar a tres goles. Ya era misión imposible. Cerro acusó el golpe, tomó más riesgos y el equipo argentino tuvo espacios para marcar más goles.
Cerro mostró todo lo que tenía. Su falta de definición, algunas distracciones defensivas y la jerarquía del rival terminaron por condenarlo a un final, que en la previa hasta sonaba a predecible.