Tanto esfuerzo no alcanzó. Cerro Por­teño peleó y se va con la frente en alto. El Azulgrana no pudo remon­tar e igualó a un gol con River Plate, vigente campeón, que va por su rival de siempre (Boca Juniors) en semifina­les de la Copa Libertadores. Levantar la derrota de la ida 0-2 en Buenos Aires era com­plicado. Por ahí comenzó a definirse la serie a favor del conjunto argentino. A este River del DT Gallardo, aun­que sufra y se lo ponga contra las cuerdas, le sobra jerar­quía, que a la larga lo hace pesar.

El Ciclón quedó eliminado en cuartos de final. La gran fiesta del público azulgrana, que alentó y llegó esperan­zado a la Olla, la arruinó el uruguayo Nicolás de la Cruz. Este fue el hombre de la polé­mica en la previa y apareció con un gran despliegue en el segundo tiempo. De la Cruz guapeó y tras el rebote dado por el arquero Juan Pablo Carrizo, remató alto para igualar. La figura de los visi­tantes por lejos.

El trámite comenzó muy favorable, por momentos el empuje hasta fue arro­llador. Nelson Haedo abrió el partido con su gol de cabeza tras centro de Joa­quín Larrivey. El arquero Franco Armani salvó a River del segundo tanto cuando Federico Carrizo remató muy bien posicionado en el área. Cerro neutralizó con mucho empuje y actitud a un River que no encontró la pelota, que llegó poco hacia la portería rival. Óscar Ruiz era picante por su veloci­dad.

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Faltaba un segundo gol y así se fue el primer tiempo. Había que ver si se aguantaba ese ritmo infer­nal para el segundo período. Ahí estuvo la clave, en medio de la esperanza por torcer la historia. River entró con otro aire y apretó el acelerador. Llegó al tanto muy fuera de contexto, pero que fue lapi­dario y descompaginó todo para el representante para­guayo. Grave falla defensiva. La obligación y la presión se multiplicaron. Había que lle­gar a tres goles. Ya era misión imposible. Cerro acusó el golpe, tomó más riesgos y el equipo argentino tuvo espa­cios para marcar más goles.

Cerro mostró todo lo que tenía. Su falta de definición, algunas distracciones defen­sivas y la jerarquía del rival terminaron por condenarlo a un final, que en la previa hasta sonaba a predecible.

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