En el terreno de juego, el primer super­clásico en Barrio Obrero, después de 19 años, rozó el aburrimiento. Pero todo eso que faltó en la can­cha, sobró en las gradas. Fue una fiesta total de principio a fin y que estuvo a la altura del espectáculo, dejando en claro que cuando se quiere organizar algo bien y todos ponen de su parte, sale algo perfecto como ayer en el estadio General Pablo Rojas.

Cabe destacar la organiza­ción y el operativo de segu­ridad llevado a cabo por la Policía.

Así se vivió desde las preferencias el ingreso de los equipos. Un colorido perfecto para una tarde de fiesta en Barrio Obrero.FOTO:FERNANDO RIVEROS

Los hinchas de Olimpia lle­garon sin inconvenientes a La Nueva Olla y se reti­raron de la misma manera sin cruzarse en ningún momento con la gente de Cerro Porteño que llegó y evacuó el estadio siempre con dirección norte, con­trario al itinerario de los olimpistas.

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En las gradas todo fue fiesta. Desde la previa con la tradicional batalla de cán­ticos de las hinchadas (un poco opacada por el volu­men de los parlantes del estadio, es cierto), hasta el recibimiento a lo grande de los cerristas con banderas gigantes, papeles picados, humos de color, bombas de estruendo y gargantas a reventar; y el apoyo de los olimpistas con lo que le per­mitieron meter al estadio y también gritando con todo intentando superar el bulli­cio de los locales.

La bandera azulgrana flameó con todo en Barrio Obrero.FOTO:CHRISTIAN MEZA

Una jornada histórica para el fútbol paraguayo. En la cancha el partido no estuvo a la altura, pero la organi­zación, el comportamiento de la gente y la fiesta vivida en las tribunas quedarán guardadas como pruebas fehacientes de que se puede soñar con más espectácu­los como el de ayer en nues­tro país.

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