POR ÓSCAR GÓMEZ

El último partido de la fase de grupos de la Copa Libertado­res se había programado en el Manuel Ferreira para que sea una fiesta y regalo para los socios, pero lejos estuvo de serlo.

Rápidamente, el ambiente se llenó de nerviosismo al ver que el equipo no estaba a la altura de lo que se espe­raba y acabó así: con nervios y con la primera derrota de la temporada.

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Parecía que al equipo de Gar­nero le costaba cambiar de velocidad y jugaba siempre un paso atrás del rival, especial­mente en el primer tiempo. Mucho de esto encuentra jus­tificación en la seguidilla de partidos que tuvo el Fran­jeado con muchos festejos de por medio.

Cristal superó al Decano en el mediocampo, donde Cazulo, Calcaterra y Ortiz, más ade­lantado, formaron un trián­gulo clave para el manejo del balón que siempre acababa por los extremos con Pacheco y Palacios.

Los volantes de Olimpia y los encargados de la generación estaban imprecisos. Así, del rebote en un tiro de esquina a favor y con la posibilidad de mantenerse en ataque, Sánchez perdió el balón y la respuesta peruana fue letal. Quedaba un minuto para que acabe el primer tiempo.

La complementaria fue un monólogo de Olimpia, por­que así lo propuso el equipo celeste. Los de Vivas se metie­ron atrás a defender la ven­taja y esperar tener un con­tragolpe con el cual liquidar el partido.

Y cuando le tocó proponer al Decano exclusivamente, se notó aún más su falta de pre­cisión, apuro y nerviosismo.

Ni Mendieta, ni Camacho, ni Viudez encontraron los caminos para alimentar a los delanteros y en las pocas que se filtraron, la definición estuvo errada.

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