- POR ÓSCAR GÓMEZ
- Periodista
- oscar.gomez@gruponacion.com.py
Lo de Luqueño a esta altura ya es difícil de explicar. Tras dejarse empatar en la primera fecha y caer en la segunda, esta vez el desastre fue inevitable. El equipo de Sarabia no muestra señales de vida, no tiene un estilo de juego, no tiene una base, no encuentra conexión en el campo; una pesadilla con horizonte para nada alentador si no se toman cartas en el asunto.
Todo esto ayudó a que sea una noche muy tranquila para Olimpia. Todo le fue fácil, tanto que para el final del primer tiempo, el Franjeado ya estaba cuatro goles arriba y con un presagio hasta de goleada histórica en la complementaria si no se levantaba el pie del acelerador.
Por suerte para la dignidad de Luqueño, Olimpia se relajó en el segundo tiempo y el desastre no fue hecatombe. Pero el relajo llegó no sin antes propinarle una quinta cachetada a un equipo completamente destartalado.
¿Se puede rescatar algo del cuadro auriazul? Y haberlo intentado en el desorden y la falta de ideas, puede ser. El amor propio de los jugadores de ir para adelante y aprovechar las siempre presentes dudas del rival en defensa, también. Puede ser una luz al final del túnel, pero parece que todavía queda un largo camino dentro del túnel para el club de la ciudad de Luque.
¿Y Olimpia?, me preguntarán. Demás está decir que su dominio fue absoluto. Pero por sobre todo se notó la diferencia, independientemente al estilo de juego, entre un equipo con mucho trabajo y movimientos que ya prácticamente sale de memoria y otro que está muy lejos de lograr una mecanización futbolística o una idea de juego.
El Franjeado vuelve a iniciar una temporada con victorias y mucha seguridad.
Se le hizo costumbre ganar.