Estaba tan compli­cado desde un prin­cipio revertir aquella derrota por 0-3. Se presen­taba difícil para Nacional, pero no imposible. Al final, el gol casi de “vestuarios” ano­tado por Juan Vieyra no sir­vió para nada. La dura caída en la vuelta por dos goles a uno eliminó a los tricolores de esta copa con más penas que gloria.

La amargura de los albos comenzó al conocer la for­mación. El técnico Fer­nando Gamboa al parecer no conoció a sus jugadores en el tiempo que estuvo. Armó bastante mal el once, aun sabiendo que faltaban juga­dores que pudieron dar más que varios de los que apare­cieron en la revancha copera.

Tras el gol a favor, cedió terreno y balón. La recupe­ración nunca llegó y el rival aprovechó con la velocidad de sus delanteros y más con los errores defensivos, debido a la lentitud y falta de reacción de los cuatro del fondo. Para la creación y la definición, sola­mente los argentinos Vieyra y Parra, porque los demás no pusieron garra, esfuerzo ni lucha en los momentos que tuvieron la pelota en sus pies. Para peor, Ordóñez empató y poco después Garcés liquidó el pleito antes de terminar el primer tiempo.

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La segunda etapa fue todo de la visita. El local no pro­dujo nada, solo desorden en todos lados. Gamboa sacó a Velázquez, mandó a Garay y Costa al campo, pero no mejoró nada. Pobre en fút­bol y disposición táctica, que debe preocupar a los diri­gentes para tomar medidas. La copa quedó atrás. Que­dan los torneos locales y nada más.

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