Las cucarachas aprovechan cualquier rendija, cañería o rincón húmedo para colarse en busca de comida y refugio. Son rápidas, resistentes y difíciles de detectar a plena luz del día, pero basta con ver una en la cocina o el baño para que salte la alarma. La reacción más habitual es inmediata: aplastarla con lo que tengamos a mano.
Sin embargo, aplastar una cucaracha no solo es poco efectivo, sino que puede aumentar el riesgo de contaminación en casa. Según un informe del Instituto de Biomedicina de Venezuela, estos insectos actúan como vectores de bacterias, virus, hongos y parásitos, y muchos de esos microorganismos pueden permanecer activos incluso después de la muerte del insecto, ya sea en su cuerpo, su tubo digestivo o sus excrementos. Es decir, al aplastarla, lo que hacemos muchas veces es liberar todo ese contenido en el entorno.
El documento, titulado ‘La cucaracha como vector de agentes patógenos’, recoge más de 50 referencias científicas y analiza el papel de estos insectos como transmisores de bacterias, virus, hongos, protozoos y helmintos. Se ha demostrado que al menos 40 especies de bacterias patógenas pueden sobrevivir en su intestino o en su superficie externa.
Entre ellas se encuentran: Salmonella y Shigella, responsables de disentería, diarreas y fiebres tifoideas; Escherichia coli, implicada en infecciones intestinales y urinarias; Klebsiella pneumoniae y Pseudomonas aeruginosa, asociadas a neumonías e infecciones hospitalarias.
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Qué pasa al aplastarlas
Aplastarla no significa eliminar el problema, sino liberar todo lo que lleva dentro. Su tubo digestivo, su exoesqueleto y sus excrementos pueden contener microorganismos que se esparcen al romperse su cuerpo.
El informe recoge que, incluso muertas, las cucarachas pueden seguir actuando como reservorio de bacterias durante días. Además, la superficie donde ha sido aplastada puede quedar contaminada si no se limpia y desinfecta de inmediato.
En algunos experimentos, las bacterias sobrevivieron en sus heces durante más de 140 días, y en otros casos se demostró que los insectos podían seguir transmitiendo Mycobacterium tuberculosis o Toxoplasma gondii hasta varias semanas después de haber sido contaminados.
Qué hacer con el insecto
En condiciones normales, la transmisión de patógenos por una cucaracha puede ocurrir por: contacto con alimentos o utensilios, deposición de excrementos, regurgitación o secreciones, simple contacto con sus patas, cargadas de bacterias adheridas. Por tanto, aplastarlas no elimina el riesgo: lo multiplica si no se maneja correctamente.
Evita el contacto directo. No las aplastes con la mano ni con objetos que luego uses en la cocina. Utiliza trampas, cebos o insecticidas específicos. Existen opciones domésticas que permiten eliminar cucarachas de forma segura, sin necesidad de entrar en contacto con ellas.
Limpia inmediatamente cualquier superficie que haya estado en contacto con una cucaracha viva o muerta, usando desinfectantes adecuados. No ignores una sola cucaracha. Puede ser el indicio de una plaga activa. Estos insectos son nocturnos y tienden a esconderse, por lo que ver uno durante el día ya es una señal de alarma.
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Cómo prevenir una infestación
Además de eliminar ejemplares visibles, es importante evitar que entren o que encuentren comida, agua y refugio en casa. Estas son algunas recomendaciones: limpieza extrema en cocina, baño y zonas de almacenamiento de alimentos.
Cerrar bien cubos de basura, no dejar comida expuesta y lavar platos antes de dormir. Sellar grietas y rendijas, especialmente en cocinas, cañerías y lavaderos. No acumular cajas de cartón, papel, bolsas o materiales orgánicos. Evitar la humedad: repara fugas y ventila espacios cerrados.
Fuente: Europa Press.