Esta es la nueva tendencia que ha cautivado a las mujeres más modernas, pues combina con todo y ofrece una imagen sexy y elegante en todo momento, transformando el clásico look de oficina femenino en tenidas más sensuales, con un estilo sexy pero no inapropiado.
Se trata de una estética de aspecto empoderado y atemporal, según publicó Mujer Hoy, en su sitio web, asegurando que grandes diseñadores como Saint Laurent, Stella McCartney, Dior, Chanel o Prada confían en él.
Esta tendencia está inspirada en la década de los ‘90 y bien puede usarse los estilos de varios personajes de series y películas, luciendo toda su sensualidad en la oficina. “Su objetivo primordial es desafiar y derribar los prejuicios arraigados en las normas de vestimenta”, explica la revista Hola! en su sitio web.
En este estilo se apuesta a las gafas, a las blusas sexys, faldas de vestir, además de faldas de tubo, estampados muy sutiles y raya diplomática. Los pantalones de sastre, las camisas tipo americanas, los tacones y los labios pintados forman algunos de los aspectos de este estilo.
Tampoco pueden faltar los accesorios, y la tendencia es dorado, que permitan mostrar a una mujer sexy, femenina y exitosa, mostrando un estilismo atractivo e insinuante, pero respetuoso.
Su propósito es desafiar los estereotipos asociados a la vestimenta de oficina para mujeres rompiendo todos sus códigos de vestimenta, asegura parati.com.ar.
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Qué son los muñecos Labubu y por qué son furor
Los muñecos Labubu, con su estética traviesa y su aire de cuento oscuro, han irrumpido con fuerza en el universo del coleccionismo. Los juguetes ya no son solo cosa de niños: esta nueva fiebre viene de la mano de la Generación Z y se mueve entre el diseño artístico, la cultura pop y el fenómeno viral en redes.
El trono del juguete más deseado tiene ahora un nuevo ocupante: Labubu, una criatura peluda, de orejas puntiagudas, grandes ojos y una sonrisa afilada que mezcla lo adorable con lo inquietante. La estética de estos muñecos, nacidos en Asia y viralizados en Occidente, parece haber conectado mejor con los gustos de una generación que busca lo raro, lo visual y lo personalizable.
Más de 300 versiones para coleccionar
Labubu no es solo un muñeco, sino todo un universo. La criatura fue creada en 2015 por el artista hongkonés Kasing Lung como parte de su serie ilustrada The Monsters, inspirada en la mitología nórdica y los cuentos europeos. En 2019, la empresa china Pop Mart dio el salto al formato físico con figuras de vinilo y peluche, apostando por el exitoso modelo de cajas sorpresa (blind box).
Desde entonces, se han lanzado más de 25 series diferentes y 300 variaciones, que van desde ediciones temáticas -como circo, bosque, Halloween o Navidad- hasta colaboraciones especiales. Además de los muñecos, hay Labubus convertidos en llaveros, adornos de bolso e incluso vestidos con ropa intercambiable.
Un fenómeno de redes (y celebridades)
El auténtico estallido viral de Labubu llegó en 2024, impulsado por su presencia en redes sociales como TikTok e Instagram, y por el respaldo de celebridades como Lisa de Blackpink, quien mostró su colección en stories, según la revista Elle India. Desde entonces, el interés se ha multiplicado en todo el mundo.
Con su mirada traviesa y sus dientes afilados, las muñecas Labubu de la marca china Pop Mart triunfan por todo el planeta, desde las tiendas neoyorquinas a las bolsas de Rihanna y Dua Lipa, un gran éxito de la diplomacia blanda de Pekín. Con sede en Pekín, esta cadena de tiendas, conocida por las figuras coleccionables de distintos personajes que vende, se inscribe en la creciente gama de productos culturales chinos con éxito más allá de sus fronteras.
Las muñecas son “un poco raras, feas, pero muy inclusivas porque la gente se identifica” con ellas, afirma a AFP Lucy Shitova, una interiorista en una tienda Pop Mart de Londres. Por temor a la aglomeración de clientes frente a sus tiendas, ahora las Labubu se venden únicamente en línea.
Contrariamente a Japón y Corea del Sur, reconocidos en el mundo por su cine, su moda y su música, China apenas exporta sus productos culturales, a menudo frenada por la censura impuesta por el Partido Comunista. Tampoco las empresas de moda consiguen colocar sus marcas en el mercado de alta gama, lastradas por el prejuicio de mala calidad asociado al “made in China”.
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El efecto TikTok
Pop Mart consiguió vencer los estereotipos y ahora es incluso víctima de falsificaciones. También en los últimos años, marcas de alta gama como Shushu/Tong de “prêt-a-porter” o Songmont de bolsos se hicieron hueco en el mercado internacional.
“Es difícil para los consumidores del mundo percibir china como una nación creadora de marcas”, señala Fan Yang, profesora de la Universidad de Maryland en Estados Unidos. “Es solo cuestión de tiempo antes que otras marcas chinas sean reconocibles a escala mundial”, agrega.
Gracias a éxitos virales como el de las Labubu, “los productos y la imagen (de China) ganan atractivo entre los jóvenes occidentales”, estima Allison Malmsten, analista del gabinete Daxue Consulting. Si las redes sociales ayudan, la imagen del gigante chino podría evolucionar positivamente como ocurrió con “Japón entre los años 1980 y 2010 con los Pokémon y las Nintendo”, augura.
Antes que Labubu, la aplicación TikTok, concebida por la firma china ByteDance, había abierto el camino al convertirse en el primer producto chino casi indispensable para la juventud mundial. La plataforma “probablemente contribuyó a cambiar la percepción de los consumidores hacia China”, afirma Joshua Kurlantzick, experto del centro de reflexión estadounidense Council on Foreign Relations.
Labubumanía
En TikTok existen más de 1,7 millones de videos sobre las muñecas Labubu. Esta red se ha convertido en un vector importante de difusión de las tendencias provenientes de China. Todos estos productos culturales pueden “mejorar la imagen de China como país capaz de producir bienes y servicios atractivos a escala mundial”, declara Kurlantzick.
En paralelo, el desgaste de la imagen de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump puede estar beneficiando también al gigante asiático, estima Fan Yang. “El vínculo que muchos establecen entre el aparente declive del poder blanco estadounidense y la mejora de imagen de China refleja hasta qué punto están entrelazados en la mente de la gente”, apunta.
En el caso de las Labubu, su éxito está despertando un interés creciente por China entre los más jóvenes. En un pequeño parque de atracciones de Pop Mart en Pekín, una catarí de 11 años, Maryam Hammadi, posaba con su familia esta semana ante una estatua de estas muñecas. “En mi país, todo el mundo adora a las Labubu”, aseguró a AFP.
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¿Puedo dar a mi hijo un muñeco Labubu?
El pediatra paraguayo Robert Núñez abordó este fenómeno en su cuenta en la red social X ante las constantes consultas de los padres acerca de si estos muñecos son aptos para niños: “Desde el punto de vista pediátrico, el valor de un juguete no está solo en su apariencia, sino en lo que aporta al desarrollo del niño. Labubu no tiene un componente lúdico claro ni fomenta el juego simbólico, el lenguaje o la motricidad. Además, su aspecto puede no ser comprendido por todos los niños pequeños, generando miedo o confusión”.
El doctor puntualizó los aspectos que deben tener en cuenta las familias, como: “Es una moda viral, sin un contenido educativo asociado. No todos los juguetes que circulan en redes están pensados para la infancia. Lo importante es que el juguete sea seguro, acorde a la edad, y promueva el juego saludable. Siempre que se ofrezca algo nuevo, es fundamental acompañar y observar la reacción del niño”.
“Como cuidadores de la infancia, recomendamos priorizar juguetes que estimulen el desarrollo cognitivo, emocional y social. Si tu hijo te pide un Labubu, es una oportunidad para conversar con él, entender lo que le gusta, y decidir juntos desde el criterio y no desde la presión social”, explicó Núñez. “Usar estas modas como oportunidad para conversar y compartir con nuestros hijos, no solo para comprar. Porque más allá de las tendencias, el mejor regalo para un niño es nuestro tiempo y acompañamiento”.
Fuente: Europa Press/AFP
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Viticultores franceses se adaptan a la tendencia del vino sin alcohol
En un laboratorio del suroeste de Francia, un ingeniero químico manipula muestras de vino sin alcohol recién sacado de cubas de metal, elaborado para responder a las nuevas tendencias de consumo tanto en este país como en el resto del mundo. “El cliente espera un vino con 0 % de alcohol”, explica el ingeniero Romain Laher, encargado de la desalcoholización en Le Chai Sobre, inaugurado en junio.
Desde la selección de los lotes hasta el embotellado, este centro fue creado por iniciativa de la empresa emergente Moderato y del grupo de viticultores Vivadour, del departamento de Gers. En este mercado, Moderato vende 50 % de sus productos en Francia y 50 % en el extranjero, en quince países que incluyen Canadá, Suiza, Dinamarca y también Emiratos Árabes Unidos, según Sébastien Thomas, cofundador de la empresa, quien aspira a integrar el vino sin alcohol “en la familia de la excelencia francesa”.
Las “vinificaciones para vinos desalcoholizados” no difieren fundamentalmente de las que “se realizan para el conjunto de los vinos”, observa Frédéric Ben, responsable de vinificación y enología en Le Chai Sobre. En esta estructura se eliminan las moléculas de alcohol conservando los aromas del vino, mediante un proceso especial desarrollado para adaptarse al “creciente interés por un producto diferente”, añade Laher.
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Elaborado como un vino tradicional, al producto se le retira el alcohol por medio de una “nueva herramienta” desarrollada “recientemente”, que utiliza un “proceso de destilación en frío”, explica el ingeniero. “Se reduce la presión dentro de la máquina, lo que disminuye la temperatura de ebullición del alcohol”, que se extrae “a una temperatura mucho más baja que en una destilación clásica”, detalla.
A través de varias etapas, incluida la transición del alcohol a su “fase de vapor”, este método —a diferencia de la destilación a temperatura ambiente— permite obtener “las mejores cualidades en el producto desalcoholizado”, señala, mientras sigue el proceso desde una pantalla táctil.
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Desinterés por las bebidas alcohólicas
Sin embargo, la eliminación del alcohol “refuerza la sensación ácida del vino”, la cual “debe ser compensada con azúcar en el producto final”, subraya Ben.
Alrededor de 6.000 hectolitros serán producidos este año por Le Chai, que prevé un crecimiento del 50 % anual. El centro de desalcoholización es “muy joven, pero está en plena expansión”, añade el director de vinificación, esperando que la capacidad de producción del sitio pueda aumentar hasta 80.000 hectolitros al año.
En Gascuña, en el departamento de Gers, donde los vinos tienen perfiles aromáticos particulares, Moderato -especializada en la venta de vinos sin alcohol- encontró a los candidatos ideales para crear el centro, relata Thomas.
Desde los años 1960 “fuimos testigos de una disminución continua en las ventas de vino, que fue muy importante en los años 70 y 80”, explica Pascal Dupeyron, director de la rama vitivinícola del grupo Vivadour, que agrupa a 400 viticultores del Gers.
Aun hoy, “a pesar de la notoriedad de los vinos franceses y todo el saber hacer del país”, esta disminución continua con los años y “se traduce en una dificultad para vender nuestros vinos”, señala.
Al observar “el creciente desinterés, sobre todo entre los jóvenes, por las bebidas alcohólicas”, Vivadour comenzó a interesarse por la producción de vino desalcoholizado en 2023.
“Nos preguntamos cómo ampliar nuestras actividades para poder valorizar las reservas de los viticultores”, comenta Dupeyron.
Según un informe del CNIV (Comité Nacional de las Interprofesiones de Vinos con Denominación e IGP) de 2022, el consumo de vino debería disminuir 25 % de aquí a 2035, mientras que el mercado mundial del vino sin alcohol debería dispararse, alcanzando 5.000 millones de dólares en 2032 frente a 1.800 millones en 2022, según la consultora estadounidense Fact.MR.
Fuente: AFP.
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La alta costura parisina viste el invierno con sofisticación
- Fotos AFP – Balenciaga - Schiaparelli
La ausencia de emblemáticas casas como Dior, Jean-Paul Gaultier, Fendi o Valentino no opacó la icónica Semana de la Alta Costura de París desde donde nos llegan los códigos del vestir para la temporada invernal en lo que a diseños para grandes ocasiones se refiere.
Como cada julio, en la capital francesa se presentaron piezas elegantes y únicas para los días de frío, diseños materializados artesanalmente, pensados especialmente para las alfombras rojas, grandes eventos de la jet set y galas.
Fueron un total de 27 las marcas que se sumaron a esta tradicional cita, llena de lujo y sofisticación, organizada por la Federación de la Alta Costura y Moda, evento que no debe confundirse con la Semana de la Moda de París donde se presentan colecciones prêt-à-porter casi exclusivamente. Esta edición de la Semana de la Alta Costura de París tuvo lugar en un particular contexto de transiciones dentro de las casas de moda.
El diseñador georgiano Demna Gvasalia, llamado para liderar la nueva etapa de Gucci, ofreció su último desfile para Balenciaga, donde será sustituido por el italiano Pierpaolo Piccioli. Por su parte, la razón por la que Dior no estuvo presente esta vez se debe a que Jonathan Anderson, nombrado a principios de junio al frente de las colecciones femeninas y de alta costura, reserva su primera colección haute couture para enero de 2026, según se pudo saber.
En este espacio de La Nación del Finde te mostramos algunas de las piezas más destacadas de las colecciones de Armani, Balenciaga, Schiaparelli, Iris van Herpen, Georges Hobeika, Chanel, Stéphane Rolland, Franck Sorbier, Elie Saab y Zuhair Murad.
DESPEDIDA EN BALENCIAGA
El diseñador Demna le dijo adiós a Balenciaga con un homenaje a los patrones clásicos del legendario modisto español, una colección de líneas simples donde no faltó, sin embargo, la conocida irreverencia del diseñador georgiano, con trajes sobredimensionados, botas y gafas oscuras.
Hubo abundancia de negro y estrellas en la pasarela. Isabelle Huppert, Naomi Campbell, Kim Kardashian y Eva Herzigova desfilaron para la casa.
LAS MEDUSAS DE IRIS VAN HERPEN
Iris Van Herpen propuso un descenso a las profundidades marinas en la Semana de la Alta Costura parisina. La medusa es un tema central del desfile, bautizado “Sympoiesis”. Conocida por su fusión de alta tecnología y moda, la diseñadora holandesa presentó vestidos que imitaban escamas o algas, en tonos verdáceos, azules marino, pero también negro y plata, así como nude y blanco.
SCHIAPARELLI REGRESA AL FUTURO
Schiaparelli propuso un “Regreso al futuro” con largos y escultóricos trajes de noche, casi demasiado sobrios, todo en tonos blancos, negros y plateados, con algunos toques de rojo brillante.
Celebrado en el Petit Palais, este desfile reunió a varias estrellas como la rapera estadounidense Cardi B, la cantante británica Dua Lipa y las actrices francesas Philippine Leroy-Beaulieu y Joséphine Japy.
EL ROJO DE STÉPHANE ROLLAND
El francés Stéphane Rolland dio protagonismo al rojo en su colección de alta costura para el invierno 2025. Presentó modelos inspirados en las obras del compositor Maurice Ravel, arquitecto del ritmo abstracto, y la bailarina Ida Rubinstein, famosa en los ballets rusos y un ícono en la belle epoque.
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Para qué sirve el bolsillo pequeño de los vaqueros
A simple vista, parece un detalle decorativo más, pero lo cierto es que ese pequeño bolsillo cosido justo encima del principal en los vaqueros tiene una función original muy concreta. Aunque hoy pocos lo usan y muchos ni se plantean para qué sirve realmente, este pequeño compartimento ha acompañado a los jeans desde sus orígenes, y su propósito inicial no tenía nada que ver con el diseño o la moda. Para entenderlo, hay que remontarse al nacimiento de los pantalones vaqueros tal y como los conocemos hoy.
Los pantalones vaqueros, una prenda imprescindible en el armario de millones de personas alrededor del mundo, tienen una historia que data del siglo XIX. En sus primeros días, su función no era estética, sino práctica, dirigida a los trabajadores de sectores como la minería, el campo y el ferrocarril, quienes necesitaban ropa resistente para enfrentar largas jornadas laborales.
Esta necesidad dio lugar a la creación de los primeros vaqueros, diseñados por Levi Strauss, un inmigrante judío de Alemania, y el sastre Jacob Davis en 1873. Juntos utilizaron tela de lona fuerte y remaches de cobre para reforzar los puntos de mayor tensión, dando vida a una prenda que, con el paso del tiempo, trascendería su uso inicial para convertirse en una pieza clave de la moda.
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El propósito original
Con el tiempo, los pantalones vaqueros dejaron de ser exclusivos de los obreros para convertirse en una prenda común en la vestimenta de todos, adaptándose a las modas de cada época. A pesar de las variaciones en los diseños a lo largo de los años, hay un elemento que ha permanecido constante: el pequeño bolsillo que aparece dentro de uno de los bolsillos delanteros grandes. Un detalle que, si bien a menudo es ignorado, guarda una historia interesante sobre su origen.
Muchos creen que el propósito de este diminuto bolsillo era el de almacenar monedas, como es comúnmente asociado con él. Sin embargo, la verdadera razón detrás de su existencia es diferente. En sus inicios, este pequeño compartimento tenía un propósito específico: guardar los relojes de bolsillo, un objeto esencial de la época. El diseño de los vaqueros permitía que estos relojes, de gran valor para sus dueños, se guardaran en un lugar seguro, evitando que se rompieran o se golpearan con otros objetos.
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Este detalle práctico y funcional fue uno de los primeros usos de ese pequeño bolsillo, que ofrecía protección a los relojes y garantizaba su durabilidad. Con la llegada y la popularización de los relojes de pulsera, el uso de los relojes de bolsillo empezó a declinar, y con ello, también el propósito original de este bolsillo. Fue entonces cuando otro objeto se apoderó de este espacio: el mechero Zippo. Estos mecheros, que se mantenían en posición vertical para evitar el derrame de gasolina, encontraron en el pequeño bolsillo de los vaqueros el lugar ideal para ser guardados de manera segura.
Así, lo que comenzó como una solución para los trabajadores se fue transformando a lo largo de los años en un elemento que continúa siendo parte de los pantalones vaqueros modernos. Aunque hoy en día el bolsillo pequeño tiene poco uso en términos de funcionalidad, su presencia sigue siendo un recordatorio de los orígenes humildes de una prenda que, con su evolución, ha sido adoptada por generaciones y generaciones en todo el mundo.
Fuente: Europa Press.