El cerebro es el principal órgano del cuerpo que capta, interpreta y recodifica información, tanto sobre el entorno, las relaciones sociales y diferentes experiencias. Si bien la cantidad de información que puede retener una persona en el cerebro varía, también tienen relevancia el tipo de evento episódico que se busca memorizar.
Un estudio del European Journal of Social Psychology (Revista Europea de Psicología Social) investigó cómo se forman los hábitos a largo plazo en la vida cotidiana y reveló que el tiempo que las personas necesitan para automatizar una acción en un determinado número de días, es de aproximadamente 18 a 254 días para alcanzar el 95% de automaticidad en la memorización.
Sin embargo, el promedio de las personas sometidas al estudio consiguió adaptar la acción a su vida cotidiana a los 66 días de trascurrido el estudio. Por lo tanto, los expertos concluyeron que el lapso aumenta o disminuye en base a la complejidad del hábito a adquirir; y otro dato relevante del reporte científico es que el cerebro constituye solo alrededor del 2 % del cuerpo, pero es responsable de todas las funciones.
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El sueño es importante para la memoria
Una de las sustancias químicas implicadas en la creación de memoria es la acetilcolina, que también forma parte del mecanismo de dormir y soñar, por eso el sueño es otro factor importante para el almacenamiento de memoria, ya que cuando dormimos, el hipocampo y la neocorteza participan en un diálogo cuidadosamente coreografiado en el que el hipocampo reproduce eventos recientes.
Las mismas neuronas del hipocampo que se activan en una experiencia son las que se mantienen alerta nuevamente durante el sueño de ondas lentas. Esto sucede una y otra vez de manera comprimida en el tiempo, ayudando a actualizar la neocorteza en cuanto a lo que necesita ser almacenado. La repetición solo ocurre durante el sueño, por lo que si estás escatimando horas de sueño, no estás permitiendo que tu cerebro consolide los recuerdos.
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Llegó el futuro: implante cerebral convierte pensamientos en habla
- París, Francia. AFP.
Un implante cerebral que utiliza inteligencia artificial logró convertir casi simultáneamente en habla los pensamientos de una mujer paralizada, indicaron investigadores estadounidenses. Aunque hasta ahora solo se ha probado en una persona, este nuevo logro con un implante que conecta ondas cerebrales a un ordenador generó esperanzas de que otras personas que han perdido por completo la capacidad de comunicarse puedan recuperar su voz.
El equipo de investigadores, basado en California, había utilizado previamente una interfaz cerebro-ordenador (BCI, por sus siglas en inglés) para decodificar los pensamientos de Ann, una mujer de 47 años con cuadriplejía, y traducirlos en habla. Sin embargo, había un retraso de ocho segundos entre la generación de pensamientos y la producción del habla leída en voz alta por una computadora.
Esto significaba que mantener una conversación fluida estaba fuera del alcance para Ann, una profesora de matemáticas de secundaria que no ha podido hablar desde que sufrió un accidente cerebrovascular hace 18 años. Pero el nuevo modelo del equipo, presentado en la revista Nature Neuroscience, transformó los pensamientos de Ann en una versión de lo que era su voz con apenas un retraso de 80 milisegundos.
“Nuestro nuevo enfoque en tiempo real convierte las señales cerebrales en su voz personalizada casi inmediatamente, en menos de un segundo desde que intenta hablar”, dijo a AFP el principal autor del estudio, Gopala Anumanchipalli, de la Universidad de California, en Berkeley. Anumanchipalli agregó que la meta final de Ann es convertirse en consejera universitaria. “Aunque todavía estamos lejos de lograr eso para Ann, este avance nos acerca más a mejorar drásticamente la calidad de vida de las personas con parálisis vocal”, indicó.
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“Emocionada al escuchar su voz”
Durante la investigación Ann podía ver oraciones en una pantalla —del tipo “Entonces me amas”— que ella pronunciaba para sí misma en su mente. Estas señales cerebrales eran rápidamente convertidas en su voz, que los investigadores reconstruyeron a partir de grabaciones previas a su lesión. Ann estaba “muy emocionada al escuchar su voz, y reportó una sensación de corporalidad”, dijo Anumanchipalli.
El modelo utiliza un algoritmo basado en una técnica de inteligencia artificial (IA) llamada aprendizaje profundo, que fue entrenado previamente a partir de miles de frases que Ann intentó pronunciar silenciosamente. El modelo no es totalmente exacto, y el vocabulario es limitado por el momento a 1.024 palabras. Patrick Degenaar, experto en neuroprótesis de la Universidad de Newcastle en Reino Unido, quien no participó en el estudio, destacó que esta investigación es una “prueba muy temprana” de la efectividad del método. Aun así, es “genial”, comentó.
Degenaar señaló que este sistema utiliza una serie de electrodos que no penetran en el cerebro, a diferencia del BCI usado por la empresa Neuralink de Elon Musk. El método para instalar estos electrodos es relativamente común en hospitales donde se diagnostica la epilepsia, lo que significa que esta tecnología podría implementarse fácilmente a gran escala, añadió.
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¿Por qué los recuerdos de bebé se vuelven difíciles de recuperar?
- Washington, Estados Unidos. AFP.
Los primeros años de los humanos son un período de aprendizaje rápido, pero normalmente no podemos recordar experiencias específicas de esa época, un fenómeno conocido como amnesia infantil. Un nuevo estudio publicado el jueves pasado en la revista Science desafía las suposiciones sobre la memoria infantil, demostrando que las mentes jóvenes forman recuerdos.
La pregunta, no obstante, sigue siendo ¿por qué estos recuerdos se vuelven difíciles de recuperar más adelante en la vida? “Siempre me fascinó este misterioso vacío en nuestra historia personal”, declaró a la AFP Nick Turk-Browne, profesor de psicología en Yale y autor principal del estudio.
Alrededor del año de edad, los niños se convierten en aprendices extraordinarios: adquieren lenguaje, caminan, reconocen objetos, comprenden los vínculos sociales y mucho más. “Sin embargo, no recordamos ninguna de esas experiencias, por lo que existe una especie de desajuste entre esta increíble plasticidad y nuestra capacidad de aprendizaje”, afirmó.
Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, planteó la hipótesis de que los primeros recuerdos se reprimen, aunque desde entonces la ciencia ha descartado en gran medida la idea de un proceso de supresión activa. Las teorías modernas se centran en el hipocampo, una parte del cerebro crucial para la memoria episódica, que no se desarrolla completamente en la infancia.
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Turk-Browne se sintió intrigado por las pistas de investigaciones conductuales previas. Dado que los bebés son incapaces de comunicar verbalmente los recuerdos antes de adquirir el lenguaje, su tendencia a observar objetos familiares durante más tiempo proporciona pistas importantes.
Estudios recientes con roedores que monitorizan la actividad cerebral también han demostrado que los engramas (patrones de células que almacenan recuerdos) se forman en el hipocampo infantil, pero se vuelven inaccesibles con el tiempo, aunque pueden reactivarse artificialmente mediante una técnica que utiliza luz para estimular las neuronas.
Hasta ahora, combinar las observaciones de bebés con imágenes cerebrales había sido inalcanzable, ya que los bebés son conocidos por su falta de cooperación cuando se trata de permanecer quietos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI), el dispositivo que rastrea el flujo sanguíneo para “ver” la actividad cerebral.
Patrones psicodélicos
Para superar este desafío, el equipo de Turk-Browne utilizó métodos que su laboratorio ha perfeccionado a lo largo de años: trabajar con familias para incorporar chupetes, mantas y peluches; sujetar a los bebés con almohadas para que no se muevan; y usar patrones psicodélicos de fondo para mantenerlos enganchados.
El inevitable movimiento provocó sin embargo imágenes borrosas que debieron ser descartadas, pero el equipo lo solucionó realizando cientos de sesiones. En total, participaron de la experiencia 26 bebés (la mitad menores de un año y la otra mitad mayores). Se les escaneó el cerebro durante una tarea de memoria, un ejercicio adaptado para ellos de estudios a adultos.
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Primero, se les mostraron imágenes de rostros, escenas u objetos. Posteriormente, tras ver otras imágenes, se les presentó una imagen que ya habían visto previamente junto con una nueva. “Cuantificamos el tiempo que pasan mirando lo que ya han visto, y eso es una medida de su memoria para esa imagen”, explicó Turk-Browne.
Al comparar la actividad cerebral durante la formación exitosa de recuerdos con la de imágenes olvidadas, los investigadores confirmaron que el hipocampo participa activamente en la codificación de la memoria desde una edad temprana. Ello se observó en 11 de los 13 bebés mayores de un año, pero no en los menores de uno.
También descubrieron que los bebés con mejor rendimiento en tareas de memoria mostraron una mayor actividad del hipocampo. “Podemos concluir con precisión que los bebés tienen la capacidad de codificar recuerdos episódicos en el hipocampo desde aproximadamente el año de edad”, afirmó Turk-Browne.
Recuerdos olvidados
“La ingenuidad de su enfoque experimental, no debe subestimarse”, escribieron los investigadores Adam Ramsaran y Paul Frankland en un editorial en Science. Pero lo que sigue sin resolverse es qué sucede con estos recuerdos tempranos. Quizás nunca se consoliden por completo a largo plazo, o quizás persistan, pero se vuelvan inaccesibles.
Turk-Browne sospecha esto último y ahora está a cargo de un nuevo estudio que evalúa si bebés y niños pequeños pueden reconocer videoclips grabados desde su propia perspectiva cuando eran bebés. Los primeros resultados provisionales sugieren que estos recuerdos podrían persistir hasta alrededor de los tres años, antes de desvanecerse. A Turk-Browne le intriga especialmente la posibilidad de que estos fragmentos puedan reactivarse algún día, en etapas posteriores de la vida.
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Amenaza silenciosa: en apenas 8 años hallan 50 % más microplásticos en el cerebro humano
Si le preguntáramos a las personas quién es John Hyatt, el 99 % no sabría la respuesta, sin embargo su trabajo que en principio fue revolucionario, hoy día se convierte en una silenciosa amenaza a la salud de la población mundial y los ecosistemas. El fue quien en 1860 inventó el celuloide, lo que daría pie a que años más tarde, en 1907 apareciera el primer plástico sintético.
Desde el siglo pasado los científicos comenzaron a advertir sobre el peligro que representan los microplásticos, que con prisa y sin pausa se introducen en el cuerpo humano.
Según el medio RT, un estudio publicado en la revista Nature Medicine reveló altas concentraciones de microplásticos acumulados, particularmente en el cerebro. Los investigadores analizaron muestras de tejido hepático, renal y cerebral de 24 personas fallecidas en 2024 y las compararon con muestras de 28 personas fallecidas en 2016.
Los resultados revelaron que la cantidad de pequeños fragmentos de plástico en el cerebro aumentó un 50 % en comparación con muestras tomadas en 2016, de 3.420 microgramos a 4.763 microgramos por gramo de tejido. Mientras que, en el hígado la concentración media aumentó de 141,9 microgramos a 465,3 microgramos por gramo de tejido.
Diferentes tipos de plástico
Siguiendo con las preguntas, tampoco la mayoría de la población sabría reconocer el significado de esta fórmula química: (C2H4)n, sin embargo es la composición del polietileno, con los que se fabrican botellas de agua y vasitos desechables. Fue el plástico más común hallado en el cerebro, de entre otros 12 distintos tipos de plásticos encontrados en las muestras de la corteza frontal.
“Los microplásticos tienden a acumularse en las células grasas de la capa aislante de mielina del cerebro, que envuelve las neuronas y ayuda a regular la transmisión de señales, lo que podría explicar las mayores concentraciones en el cerebro”, indica el informe.
, utilizó microscopía electrónica e infrarroja especial para determinar con mayor precisión las cantidades de plástico, ya que métodos de microscopía convencionales, normalmente solo detectan partículas mayores de cinco milímetros.
Otros estudios han detectado también microplásticos en la sangre, los pulmones, los intestinos y la placenta.
Matthew Campen, quien dirige el equipo de investigadores de la Universidad de Nuevo México, aseguró que la tasa de acumulación en nuestros cuerpos refleja la creciente cantidad de desechos plásticos en el planeta. “Esto realmente cambia el panorama. Lo hace mucho más personal”, sostuvo.
“Empezamos a pensar que quizás estos plásticos obstruyen el flujo sanguíneo en los capilares”, opinó Campen, y agregó que probablemente “estos nanomateriales interfieran con las conexiones entre los axones [una parte de las células nerviosas] en el cerebro. También podrían ser una semilla para la agregación de proteínas involucradas en la demencia”, conjeturó.
Según el experto, la mayoría de los microplásticos en el cuerpo se ingieren a través de los alimentos, especialmente la carne, ya que su producción comercial tiende a concentrar los plásticos en la cadena alimentaria.
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El sueño profundo es importante en el plan detox tras las Navidades
El director del Instituto Europeo de la Calidad del Sueño (ESCI, por sus siglas en inglés), Tomás Zamora, ha puesto el foco en la importancia del descanso y el sueño profundo dentro de los planes detox para eliminar toxinas y limpiar el cuerpo después de los excesos navideños.
Según ha detallado Zamora, el 40 por ciento de la energía que se produce y que requieren las personas para sobrevivir la consumen las neuronas, las células del cerebro, para gestionar toda la información que les llega. Mientras las neuronas utilizan esta energía a lo largo del día, se generan toxinas que van acumulándose y que necesitan eliminarse para evitar alteraciones en el funcionamiento cerebral.
El momento en el que el cerebro aprovecha para limpiar estas toxinas se produce durante el sueño profundo, una fase en la que el cerebro “prácticamente se desconecta, y las células neuronales se contraen, permitiendo que los fluidos cerebrales fluyan más libremente, favoreciendo la limpieza”, ha explicado el también investigador de productos biomédicos.
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Zamora ha señalado que el sistema glinfático es el responsable de este proceso de limpieza y que, cuando no se desarrolla de forma adecuada por tener una mala noche o trasnochar, se nota enseguida que el cerebro funciona más lento y que aumenta la irritación. Si se encadenan noches sin dormir, el cerebro empieza a tener problemas para recibir los nutrientes y el oxígeno necesarios, lo que puede desarrollar problemas neurológicos a largo plazo.
Además, el experto ha aclarado que el sueño no solo aporta beneficios al cerebro sino también a nivel físico. En la fase REM del sueño, los músculos se relajan de forma completa, un momento que el sistema linfático aprovecha para limpiar las toxinas acumuladas en el resto del cuerpo. “Por eso, tanto el sueño profundo, que limpia el cerebro, como la fase REM, que limpia el cuerpo, son indispensables para una detoxificación completa”, ha precisado.
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Para Zamora, la postura y el entorno son dos factores clave para asegurar un buen descanso detox. Sobre el primer aspecto, ha indicado que el cuerpo debe estar en posición horizontal durante el sueño, porque esta postura facilita el drenaje de toxinas. Para favorecer la colocación de la cabeza y el cuello, ha recomendado el uso de almohadas adecuadas.
En cuanto al entorno en el que se duerme, ha comentado que los colchones, almohadas o incluso pijamas con propiedades alcalinas pueden servir de apoyo en el proceso de detoxificación al reducir la acidez acumulada durante la vigilia.
“El sueño es un pilar clave en la detoxificación, y sin un sueño reparador, no es posible que el cuerpo se deshaga completamente de las toxinas, por mucho que cuidemos la alimentación o hagamos ejercicio. La ciencia nos enseña que tanto el cerebro como el cuerpo necesitan descanso profundo para purificarse y regenerarse de manera adecuada”, ha remachado Zamora.
Fuente: Europa Press.