Como el machismo tradicionalmente está asociado a nuestra cultura y es una lucha social constante, el psicólogo Osvaldo González describió al “macho paraguayo” con base en una serie de estereotipos que hacen a los hombres sentirse superior a las mujeres y a sus demás congéneres que no cumplen con sus expectativas.

El machismo se compone de actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino y hetero normado sobre la sexualidad, la procreación, el trabajo y los afectos. Actualmente, el estudio de las masculinidades como parte de los estudios de género analiza al machismo como un rasgo cultural que perpetúa el sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres.

El psicólogo Osvaldo González explicó a través de sus redes sociales que la masculinidad del “macho paraguayo” se basa en una serie de estereotipos que incluyen, por ejemplo, ser el proveedor económico de la familia, aunque esto sea a costa de explotar a su pareja o de endeudarse hasta el cuello; ser el jefe de la casa, cuando la realidad es que no sabe cocinar, ni limpiar, ni cuidar de sus hijos; y ser el dueño de la verdad, a pesar de no tener idea de lo que habla ni respete las opiniones ajenas.

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González también hizo énfasis en la autodenominación de ser el más fuerte, pese a la violencia física y verbal contra los que lo contradicen o desafían; ser el más viril, aunque tenga que recurrir a la infidelidad, al alcohol o a las drogas para demostrarlo; ser el más divertido cuando es a costa de burlarse de los demás o de hacer chistes machistas y homofóbicos. “Estos estereotipos son tan frágiles y tontos que se desmoronan ante la mínima amenaza o crítica”, puntualizó el profesional.

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El machista se niega a reconocer sus errores, a pedir ayuda o a cambiar de actitud. Foto: Pexels

Una burbuja de falsa seguridad y autoestima

El psicólogo señaló que el macho paraguayo no soporta que una mujer sea más inteligente, exitosa o independiente, tampoco tolera que un hombre sea más sensible, solidario o respetuoso, por eso reacciona con agresividad, desprecio o indiferencia ante cualquier signo de igualdad o diversidad. “El macho paraguayo vive en una burbuja de falsa seguridad y autoestima que lo aleja de la realidad y lo impide crecer como persona”, sostuvo.

Mencionó que este se niega a reconocer sus errores, a pedir ayuda o a cambiar de actitud, además, se conforma con repetir los mismos patrones que aprendió de su padre, de su abuelo o amigos. “El macho paraguayo es un ser triste, solitario y frustrado que no sabe disfrutar de la vida ni del amor”, remarcó y lamentó que esto le impida conocer a personas maravillosas que podrían enriquecer su existencia.

“Se priva de expresar sus sentimientos, sus sueños o sus miedos. Se limita a cumplir con un rol que no le hace feliz ni le hace bien. El macho paraguayo necesita urgentemente una consciencia que lo ayude a liberarse de sus cadenas machistas y a descubrir su verdadera identidad. Una identidad que no dependa de lo que digan o hagan los demás. Una identidad que le permita ser él mismo, con sus virtudes y sus defectos”, reflexionó.

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