La sudoración, también conocida como transpiración, es la liberación de un líquido a base de sal de las glándulas sudoríparas que ayuda a regular la temperatura corporal. Independientemente de cuánto odies sudar, no hacerlo puede ser consecuencia de un problema grave de salud.

La transpiración es causada por una temperatura alta, un cambio en la temperatura corporal o debido a un estado emocional. El cuerpo generalmente produce sudor en áreas como las axilas, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies.

Hay dos tipos de glándulas sudoríparas: ecrinas y apocrinas. Las primeras están presentes en todo el cuerpo humano y produce sudor liviano y sin olor, mientras que el sudor producido por las glándulas sudoríparas apocrinas se concentra en los folículos pilosos del cuero cabelludo, las axilas y la ingle, es más espeso y picante.

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Las glándulas de la piel liberan sudor, que posteriormente se disipa en el aire y tiene el efecto de refrescar la piel y, por lo tanto, el cuerpo. Sin embargo, la sudoración reducida o ausente, hipohidrosis o anhidrosis, pueden llegar a ser generalizadas o localizadas y afectar solo a partes específicas del cuerpo.

Los síntomas pueden ser sensación de calor o sobrecalentamiento, tener problemas o no poder refrescarse después de tener un aumento en la temperatura corporal, enrojecimiento, calambres musculares, náuseas o palpitaciones.

¿Qué causa la falta de sudor?

Desde hábitos en el estilo de vida hasta la falta de transpiración, existen varias razones posibles para una disminución o ausencia de sudoración en el cuerpo. Algunas de las causas más comunes son: por la ausencia de glándulas sudoríparas, amilosis, neuropatía diabética o alcohólica, abuso de alcohol a largo plazo, escleodermia, cáncer de pulmón, trastornos o lesiones de la piel, como lepra y quemaduras graves, o enfermedad de Parkinson.

También pueden ser efectos secundarios de medicamentos como Lomotil, antidepresivos y antiepilépticos, algunos antihipertensivos y relajantes musculares. La anhidrosis además puede ser un síntoma de deshidratación severa que ocurre cuando el cuerpo pierde más agua de la que ingiere.

Esta rara condición se diagnostica mediante un examen físico completo, pruebas de sudoración, análisis de sangre y modalidades de imágenes. El tratamiento puede iniciarse en función de la afección subyacente, y si no es nada grave, el médico puede recomendar ciertos hábitos, como aplicar una bolsa de hielo, beber mucho líquido o hacer ejercicio en clima normal.

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