Una reciente investigación revela que el descanso largo después del mediodía produce un mayor riesgo de obesidad, presión arterial alta y síndrome metabólico. Sin embargo, la ciencia propone una forma que contribuye a la salud, relaja y ayuda a recuperar energía.
La relación entre la siesta y la salud metabólica podría no ser tan beneficiosa como se suponía, según una investigación del Hospital Clínico Universitario de Murcia de España y el Hospital Brigham and Women’s de Boston, Estados Unidos. Los expertos encontraron que dormir por horas después del almuerzo genera resultados adversos para la salud física y mental.
La siesta es nociva dependiendo de su duración. De hecho, la ciencia confirma que las siestas largas de más de 30 minutos, podrían estar asociadas con un mayor riesgo de obesidad, presión arterial alta y síndrome metabólico. Desde la memoria y la concentración hasta el estado de ánimo, el estado de alerta y la capacidad de aprendizaje, se pueden ver afectadas.
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Los expertos también informaron sobre los niveles de cortisol según la duración de la siesta. El cortisol, conocido como “la hormona del estrés”, puede aumentar al levantarnos de una larga siesta, lo que lleva a un desequilibro de esta hormona y mayor estrés. Entonces, la ciencia propone tomar un reposo de 30 minutos, distante del almuerzo y con preferencia en un sofá.
Siestas cortas
Dormir una siesta de media hora por la tarde de forma rutinaria, ya sea de tres o más días por semana, reduce un 30 % los accidentes cardiovasculares en personas sanas, contribuye a recuperar el estado de alerta, mejora la atención, la memoria, el control cognitivo, el razonamiento y la creatividad.
El sueño fragmentado y reducido altera la percepción y la tolerancia al dolor, es decir, que la siesta desempeña una función de “analgésico” debido a la regulación de mediadores inmunoinflamatorios. También puede cambiar o restaurar varios parámetros de la inmunidad que fueron alterados por la pérdida de sueño, y ayuda a prevenir la ansiedad y el estrés porque reduce la actividad de los sistemas neuroendocrinos que lo regulan.
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Conocé por qué las bajas temperaturas pueden ser peligrosas para el corazón
Con la llegada de las bajas temperaturas, las enfermedades cardiovasculares vuelven a estar en el centro de las alertas médicas. El invierno no solo incomoda por el frío: también puede desestabilizar la salud cardíaca, sobre todo en personas con antecedentes o factores de riesgo como hipertensión, diabetes u obesidad.
El Dr. Eduardo Caballero, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Central del IPS, explicó que el frío provoca vasoconstricción, un estrechamiento de los vasos sanguíneos que eleva la presión arterial. “Por eso muchas personas presentan hipertensión en climas fríos, incluso aquellas que no la sufren de forma habitual”, señaló.
Además, el especialista advirtió que las bajas temperaturas aceleran el ritmo del corazón. “El organismo obliga al corazón a latir más veces por minuto para mantener la temperatura corporal estable”, detalló. Ese sobreesfuerzo, sumado a la presión arterial elevada, aumenta el riesgo de eventos cardíacos.
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El invierno también cambia la composición de la sangre. La menor ingesta de líquidos, común en esta época, favorece la deshidratación, lo que la vuelve más viscosa. “La sangre más espesa facilita la formación de coágulos, elevando la probabilidad de infarto o accidente cerebrovascular (ACV)”, explicó Caballero.
A estos factores fisiológicos se suman los cambios en los hábitos diarios: más comida calórica, menos ejercicio. “En invierno solemos aumentar el consumo de frituras, grasas y carbohidratos, mientras reducimos la actividad física. Esto favorece alteraciones en la glucosa, aumento de peso y desajustes metabólicos”, advirtió el cardiólogo.
Las recomendaciones para reducir riesgos incluyen abrigarse correctamente, evitar cambios bruscos de temperatura, controlar la presión arterial con regularidad, mantenerse activo —aunque sea con ejercicios suaves dentro de casa—, vacunarse contra la gripe y el neumococo, y beber suficiente agua. Limitar la sal y las grasas también es clave para mantener el equilibrio cardiovascular.
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El médico remarcó que “los cuidados que tenemos en verano deben mantenerse también en invierno” y recordó que, ante una crisis hipertensiva, lo más importante es acudir de inmediato a un centro asistencial para recibir tratamiento oportuno.
Datos clave
- El frío puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, aumentando el riesgo de infarto y ACV.
- La deshidratación en invierno hace que la sangre sea más viscosa, favoreciendo la formación de coágulos.
- Abrigarse bien, hidratarse y mantener hábitos saludables son esenciales para proteger el corazón.
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La “piedra angular” para prevenir enfermedades cardiovasculares
El estilo de vida y la dieta son la “piedra angular” para prevenir las enfermedades cardiovasculares y reducir sus factores de riesgo, siendo necesarios no solo los avances científicos y tecnológicos, sino que se debe tener como base la intervención individual y comunitaria, tal y como se desprende de un documento presentado ayer jueves por la Sociedad Española de Asteriosclerosis (SEA).
En los últimos seis años se han publicado más de 8.200 trabajos sobre dieta mediterránea, lo que ha permitido “perder el mito” de que solo las dietas bajas en grasa son buenas, tras lo que el presidente de la SEA, Carlos Guijarro, ha resaltado que España cuenta con el “privilegio de la cultura” de la dieta mediterránea, que sí es rica en grasas, y que es el “patrón idóneo” para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
El médico de familia y miembro de la SEA Carlos Pascual ha resaltado que el aceite de oliva virgen extra es la grasa “más saludable” por sus beneficios a nivel cardiovascular, mientras que ha recomendado no usar los aceites de girasol, maíz o soja. Según el texto presentado, es aconsejable consumir cinco raciones al día de frutas y verduras, siendo preferible su variedad y que sean tanto de temporada como de proximidad, de forma que se reduzca su huella de carbono.
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En cuanto a las patatas, deben servirse en platos mixtos con verduras, carnes o pescado hasta tres veces por semana; los cereales refinados, como el pan o el arroz blanco, han tenido controversia por aumentar el índice glucémico, pero, si se combina con otros alimentos, esto no ocurre por producirse una más lenta absorción, por lo que es “absolutamente recomendable” tomarlos acompañados.
Los frutos secos deben consumirse a diario o, al menos, tres veces por semana por una cantidad de 30 gramos o “lo que quepa en tu puño”, aunque siempre crudos y sin sal, pues permiten reducir el riesgo cardiovascular y son una fuente de proteínas y grasas saludables. El consumo de pescados y mariscos, por ser “muy ricos” en ácidos grasos y otros nutrientes, pueden ser consumidos hasta tres veces por semana, siendo recomendable que dos de estas raciones sean pescado azul, y en sustitución a la carne.
La guía también recoge la recomendación de dos raciones diarias de lácteos, tanto desnatados como enteros, y evitando los azúcares añadidos. A pesar de que los zumos de fruta sin azúcares añadidos gozaban de “mala” fama, ahora se ha demostrado que no son nocivos. En cuanto al cacao, es importante fijarse en que tenga una presencia de al menos un 70 por ciento, recomendando hasta 30 gramos diarios del mismo; los especialistas han considerado igualmente beneficioso tomar hasta cinco tazas de café al día, sin azúcar añadido.
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A pesar de las grandes controversias que ha provocado el consumo de huevos en los estudios, cocinarlo con aceite no se relaciona con un mayor riesgo cardiovascular y, si bien la yema tiene mucho colesterol, “no es tan nocivo como se pensaba”, y se trata de una fuente de proteína y de otros nutrientes de “primera calidad”. Legumbres como las alubias, los garbanzos o las lentejas, que son alimentos tradicionales en la cocina española, aportan beneficios a la salud cardiovascular si se consumen entre dos y tres veces por semana.
En el caso de las carnes, estas pueden consumirse hasta cuatro veces por semana, aunque han recalcado que es preferible la carne blanca a la roja, y retirando “toda la grasa que se pueda”. Además, han desaconsejado el consumo de embutidos y otros productos ultraprocesados. Del mismo modo, las nuevas carnes vegetales siguen siendo alimentos procesados, por lo que no están recomendados y “de momento no están considerados saludables”.
Esta recomendación se relaciona con la sal, que es uno de los alimentos que más influyen de forma negativa en la salud cardiovascular, razón por la que han aconsejado limitar su uso a cinco gramos diarios, además de promover alternativas como el zumo de limón, hierbas aromáticas, especias o ajo.
Si bien han desaconsejado el consumo de las bebidas alcohólicas por ser perjudiciales, sí han señalado que bebidas fermentadas como la cerveza o el vino son los menos dañinos para el organismo, siempre en consumo moderado y recalcando que el mejor consumo “es cero”.
El documento también deja “malparadas” a las bebidas azucaradas, pues incrementan el riesgo de obesidad, diabetes y de las enfermedades cardiovasculares; sustituir estas bebidas por aquellas con cero azúcar en favor de edulcorantes tampoco es beneficioso, destacando que también aumentan el riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares.
Huella de carbono
Por su parte, el investigador emérito IDIBAPS Emilio Ros ha reseñado que “seguir una dieta vegetariana o de base vegetariana, como la mediterránea, puede reducir la huella de carbono en un 10 por ciento”, además de permitir alimentar “a mucha más gente” con las mismas superficies de cultivo. Ros ha citado un estudio de ‘Lancet’ que coloca a España como el país con mayor protección de esperanza de vida para 2040, algo que ha relacionado con el seguimiento de la dieta mediterránea.
Según el mismo texto, el factor dietético con mayor responsabilidad de fallecimiento por cualquier causa a nivel mundial es la ingesta excesiva de sal (tres millones), seguida de la baja ingesta de cereales integrales (tres millones), la baja ingesta de fruta (2,5 millones), una dieta baja en frutos secos y semillas (2 millones), una dieta baja en verduras (1,5 millones) y un bajo consumo de pescado (1,5 millones).
Por último, ha aseverado que la Inteligencia Artificial puede “revolucionar” las ciencias de la nutrición, y es que el desarrollo de aplicaciones de reconocimiento visual podría detectar de forma “inmediata, precisa y completa” de todos los alimentos y nutrientes de la dieta, incluso en platos combinados.
Fuente: Europa Press.
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¿Y si la clave del éxito laboral ladra y tiene bigotes?
Qué pasaría si la felicidad en el trabajo tuviera patas, cola y una sonrisa peluda. Cada 21 de junio se celebra el Día Mundial de Llevar al Perro al Trabajo, una fecha que invita a las empresas a repensar sus espacios laborales. Te presentamos el caso de éxito de Nestlé Paraguay.
Cada 21 de junio se celebra el Día Mundial de Llevar al Perro al Trabajo, una fecha pensada para sensibilizar a las empresas sobre los beneficios de permitir que sus colaboradores compartan la jornada laboral con sus mascotas.
Lejos de ser solo una excusa simpática para ver perritos en la oficina, esta práctica está respaldada por estudios científicos y experiencias concretas que muestran cómo los entornos pet-friendly mejoran el bienestar y el rendimiento laboral.
La presencia de perros estimula la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor y del placer”, que genera una sensación inmediata de bienestar, favorece el sentido de pertenencia y fortalece las relaciones interpersonales. Pero no es solo eso, quienes conviven con caninos logran un mejor desempeño en sus tareas laborales en tan solo seis meses, gracias al manejo positivo del estrés mental.
Paraguay no se queda atrás. En el país, algunas compañías ya comenzaron a implementar políticas más flexibles y humanas que incluyen a las mascotas como parte del entorno laboral. Este es el caso de Nestlé Paraguay, que desde 2019 implementó la iniciativa “Pets at Work”, invitando a sus colaboradores a llevar a sus mascotas al trabajo por un día.
“En Nestlé sabemos que las personas y las mascotas están mejor juntas, y esto nos motivó a implementar un día de trabajo diferente, cargado de mimos y aventuras”, contaron desde la multinacional.
Más allá de la anécdota, esta iniciativa logra generar un ambiente más relajado, humano y productivo, demostrando que el bienestar de los trabajadores también se construye desde los pequeños gestos.
Felicidad con huellas. “Para mí, representa una cultura laboral que entiende que las personas no dejamos nuestras emociones ni vínculos en casa. Nestlé promueve un entorno donde podemos ser nosotros mismos, y eso incluye compartir espacios con quienes nos hacen bien. Cata me da alegría, me relaja y hasta genera conversaciones espontáneas con colegas. Es una forma simple pero muy poderosa de humanizar el trabajo”, refirió Adriana Ortiz, gerente de Comunicaciones Corporativas de Nestlé Paraguay.
De allí que cuando los peluditos visitan la empresa, los colaboradores tienen la certeza de que encontrarán todo lo necesario para que sus mascotas tengan una jornada amena con espacio adecuado, agua, comida, lugar para hacer sus necesidades, juguetes y una temperatura agradable, que son aspectos esenciales que contribuyen para que la experiencia sea buena tanto para las personas como para los animales.
Y es que al final del día, como bien lo demuestra la experiencia de Nestlé y muchas otras compañías en el mundo, trabajar al lado de quienes más queremos también puede ser la clave para rendir mejor y disfrutar más.
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Descubren conexión molecular entre la grasa corporal y la ansiedad
Un grupo de investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) ha descubierto una conexión a nivel molecular entre la grasa corporal y la ansiedad, lo que mejora la comprensión sobre este “intrincado” vínculo y que puede abrir nuevas vías de investigación y de tratamientos en un momento en el que las tasas de ansiedad y obesidad se encuentran en aumento.
“Nuestros hallazgos resaltan la compleja interacción entre el metabolismo y la salud mental, y esperamos que esto conduzca a mejores resultados para las personas que sufren de ansiedad”, ha afirmado el autor principal del artículo y profesor del Departamento de Medicina de McMaster, Gregory Steinberg.
El estudio, publicado en la revista ‘Nature Metabolism’ y financiado por los Institutos Canadienses de Investigación en Salud (CIHR) y Diabetes Canadá, muestra que el estrés psicológico modifica tanto el comportamiento como el metabolismo para proteger a los organismos, siendo la adrenalina un “importante impulsor” de esta respuesta.
Así, el estrés psicológico inicia un proceso de lipólisis y provoca una liberación de grasas, estimulando a su vez la liberación de la hormona GDF15 por parte de las células inmunitarias del tejido adiposo.
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Una vez liberada, esta hormona se comunica con el cerebro para provocar ansiedad, tal y como han comprobado en un experimento con ratones; las pruebas de comportamiento han evaluado el comportamiento similar a la ansiedad y los análisis moleculares han identificado las vías activadas, estableciendo una “conexión clara” entre los cambios metabólicos en el tejido adiposo y la ansiedad.
Los datos de la investigación también sugieren que inhibir la señalización del mecanismo GDF15-GFRAL --que se activa cuando la citocina GDF15 se une a su receptor GFRAL en el cerebro-- podría reducir la ansiedad aguda.
“Estos hallazgos abren nuevas posibilidades para el desarrollo de nuevos tratamientos para la ansiedad centrándose en las vías metabólicas”, ha afirmado el primer autor del artículo e investigador posdoctoral en McMaster, Logan Townsend.
Tras ello, ha explicado que la comprensión de cómo los cambios inducidos por el estrés en las células grasas pueden influir en la ansiedad, se pueden explorar estrategias terapéuticas innovadoras dirigidas a estos procesos metabólicos, ofreciendo potencialmente un alivio más eficaz y específico para las personas que padecen trastornos de ansiedad.
“Varias empresas están desarrollando bloqueadores de GDF15 para el tratamiento del cáncer, por lo que es posible que también se utilicen para la ansiedad”, ha añadido.
Fuente: Europa Press