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Sátiras, parodias y chistes provocan risa en general, aunque son con frecuencia tomados por ciertos en todo el mundo, urgiendo a los verificadores a desacreditar lo que ellos consideran una de las principales fuentes de desinformación.

Varios sitios satíricos en línea imitan a medios de comunicación legítimos, sembrando a menudo confusión entre los lectores con lo que parecen artículos noticiosos comunes pero que de hecho son historias ficticias. A veces, incluso con avisos que marcan claramente los artículos como satíricos, muchos lectores los toman al pie de la letra.

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“La sátira puede engañar más de lo que se piensa”, explicó a la AFP Shannon Poulsen, investigadora del vínculo entre humor y desinformación de la Universidad estatal de Ohio. “Diría que es una forma importante y consecuente de desinformación”, agregó.

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Guerra contra verificadores

Una versión de un artículo sobre un hombre con “pedos mortales”, que la AFP rastreó hasta un sitio web de parodia, fue publicada por el tabloide británico The Sun y generó miles de reacciones en Facebook. En Estados Unidos, historias del popular medio satírico en línea The Onion son tomadas por reales tan frecuentemente que han surgido foros para ridiculizar a quienes caen en ellas.

Pero a pesar de estos errores, los satíricos han arremetido contra los sitios web de verificación de hechos para desacreditar sus contenidos. En septiembre, el sitio de sátira indio Fauxy envió una notificación legal al verificador Boom Live, con sede en Bombay, acusándolo de dañar su reputación luego de que etiquetó como falso uno de sus artículos.

El editor de Boom Live, Jency Jacob, sostuvo que la acción fue necesaria dado que muchos lectores crédulos la estaban compartiendo como una noticia legítima en redes sociales. “Por lo general evitamos desenmascarar la sátira porque creemos que es una forma válida de expresarse”, dijo Jacob a la AFP. “Pero lo hicimos cuando nos pareció que fue creada sin los descargos de responsabilidad apropiados y si la sátira se creía ampliamente como cierta”, agregó.

Etiquetar la sátira

Plataformas como Facebook e Instagram afirman que reducen la circulación, visibilidad -y el potencial de monetizar- de enlaces que están etiquetados como desinformación. Pero algunos sitios web que venden desinformación eluden la barrera al etiquetar sus contenidos como sátira, dicen los investigadores.

Aun así, la restricción encara el rechazo de sitios satíricos estadounidenses como Babylon Bee, que el año pasado acusó a Facebook de suprimir su contenido con una pérdida radical de alcance. Esto, posterior a un altercado en 2018 por un artículo de Babylon Bee marcado como falso en Facebook, lo que los investigadores resaltan como una delgada línea entre la sátira y la desinformación.

“La sátira no debería ser tratada como desinformación, lo que parece ser algo clave de la frustración de los sitios satíricos”, aseguró Poulsen. “Deberíamos comunicar la intención de sátira en un mensaje porque reduce las oportunidades de que la gente la malinterprete como cierta. Pero muchos no quieren etiquetar la sátira, pues les preocupa que ello haga menos divertido su contenido”.

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“Gemelo malvado”

El año pasado Facebook anunció que agregaría etiquetas como “página satírica” para publicar lo que aparece en el hilo de noticias de los usuarios para diferenciarlas claramente de la información real. Verificadores de hechos tercerizados que trabajan con Facebook, incluyendo la AFP, pueden agregar sus propias verificaciones al final de las publicaciones satíricas por la misma razón. Pero el problema persiste.

El mes pasado, proliferaron en Twitter cuentas falsas o parodias que parecían auténticas, haciéndose pasar por celebridades o empresas, después de que la red social lanzó por primera vez un servicio de suscripción de pago. La plataforma suspendió el servicio, conocido como Twitter Blue, pero lo volvió a lanzar esta semana con un proceso de revisión más fuerte, según la empresa.

“El contenido impostor es el gemelo malvado del contenido de sátira o de parodia”, dijo a la AFP Philip Mai, codirector del Social Media Lab, con sede en Toronto. “Los malos actores a menudo se esfuerzan en crear contenido que imite a sus contrapartes reales para poder aprovecharse de la falta de atención de los usuarios (...) Necesitamos animar al público a hacer una pausa antes de compartir”, agregó.

Fuente: AFP.

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