Desafiando el escepticismo y las burlas para lograr sus objetivos, diez pioneras yemeníes llevaron la electricidad a sus aldeas, iluminando hogares y vidas con una microrred de energía solar que esperan ampliar en su país, devastado por la guerra civil.

En este país conservador asolado por la hambruna y la pobreza, y devastado por un conflicto que destruyó la mayor parte de las infraestructuras desde 2014, Imane Hadi y sus compañeras –vestidas de negro con niqab– consiguieron lo que para muchos parecía inimaginable.

Desde el 2019, ella y un equipo exclusivamente femenino dirigen la Estación de Amigas del Medio Ambiente en la región de Abs, al noroeste de la capital, Saná, que está bajo el control de los rebeldes hutíes, como la mayor parte del norte de Yemen.

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Esta central solar es la única fuente de electricidad para decenas de casas en varios pueblos. Cada día, estas mujeres limpian los paneles solares de color azul marino, aprietan los tornillos que los sujetan, comprueban las baterías y calculan el consumo en los contadores que cuelgan de las paredes.

La estación, una de las tres de su tipo en el país, pero la única dirigida por un equipo de mujeres, comenzó con 20 casas. Hoy en día, abastece hasta 43.

La idea, dice, surgió cuando las mujeres empezaron a pensar en qué podían hacer para mitigar el impacto de la guerra en el país más pobre de la península arábiga.

Según la ONU, Yemen está sufriendo el peor desastre humanitario del mundo en estos momentos debido al conflicto entre los rebeldes hutíes, apoyados por Irán, y las fuerzas gubernamentales, respaldadas por Arabia Saudita.

Decenas de miles de personas han muerto desde el inicio de la guerra e infraestructuras vitales como hospitales y centrales eléctricas quedaron devastadas.

Antes del conflicto, solo dos tercios de la población tenían acceso a la red eléctrica pública. La grave escasez de combustible obliga a muchos yemeníes a trabajar a la luz de las velas.

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Zonas alejadas

La energía solar emergente aporta un rayo de esperanza. Los paneles empezaron a florecer en los tejados de las casas de la ciudad y del campo.

La estación de Imane Hadi recibió financiación y formación de la Unión Europea y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que está trabajando para ampliar el sistema de tres a 100 emplazamientos en el país.

“En Yemen, donde la gente no puede permitirse comprar alimentos, acceder a la atención sanitaria o satisfacer otras necesidades básicas, la posibilidad de utilizar la energía solar fortalece a las comunidades de zonas remotas”, afirma Auke Lootsma, representante del PNUD en Yemen.

“Desde la mañana hasta la noche, los ventiladores, las lavadoras, los frigoríficos y las máquinas de coser funcionan en nuestra casa”, dice Faqa Najar, cliente de Amigas del Medio Ambiente.

Gracias al éxito de su proyecto, Hadi aprovecha los 2.000 dólares de beneficios mensuales para conceder microcréditos, lo que permite a los aldeanos abrir pequeños negocios como tiendas de comestibles y panaderías.

Pero su camino no fue fácil debido a los combates que desestabilizan regularmente la región y al conservadurismo que domina las comunidades rurales del país.

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Su proyecto ganó el Premio Ashden a la Energía Humanitaria, que reconoce las iniciativas ecológicas en comunidades desfavorecidas. Y la convirtió en un icono empresarial local, con hombres que incluso le piden consejo y pequeños préstamos.

Su ambición a largo plazo es ampliar los servicios solares a más de 3.000 hogares de su zona. Su mensaje a las mujeres de Yemen es: “Levántense y salgan a conseguir sus ambiciones”.

Fuente: AFP.

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