Después de cuatros días de viaje espacial en el Apolo 11, el 20 de julio de 1969 el astronauta estadounidense Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en llegar a la superficie de la Luna, inmortalizando aquel momento con la frase “es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Desde entonces, varios presidentes de Estados Unidos prometieron explorar otra frontera espacial: el planeta Marte.

A 51 años de la llegada del hombre a la Luna, el compromiso que han tomado durante sus gobiernos mandatarios como George Bush (padre e hijo), Barack Obama e incluso Donald Trump no se ha traducido en un programa en concreto y, aunque enviar a un ser humano resulte un plan factible, siempre termina en un segundo plano frente a los robots, que son menos caros y riesgosos.

De hecho, EEUU ha enviado cuatros robots a Marte en los últimos 20 años, los cuales han constatado que el planeta tuvo océanos, ríos, lagos, etc., y pretenden enviar otro el próximo 30 de julio con el objetivo de encontrar evidencias de que en sus ríos poblaban microbios. La NASA no ha cancelado esta misión pese al contexto mundial, ya que se han invertido 2.700 millones de dólares.

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En cuanto a la posibilidad de que el hombre viaje hasta el planeta rojo el algún momento, G. Scott Hubbard, exfuncionario de la NASA, comentó que “ha tenido que asistir a 10.000 presentaciones sobre cómo enviar humanos a Marte, pero que nadie desde Kennedy ha podido poner las sumas necesarias”.

Los expertos coinciden en que los principales desafíos tecnológicos y de salud para esta misión, que podría durar entre 2 a 3 años, casi se han resuelto. Incluso, desde 1960 la NASA está en capacidad de construir el cohete potente que se necesita para el lanzamiento. De hecho, hoy, las compañías SpaceX y Blue Origin están trabajando en lanzadores pesados que podrían enviar decenas de toneladas a Marte.

¿Es riesgoso un viaje a Marte?

Aunque los expertos aseguran que el hombre puede llegar a Marte, no deja de ser una operación riesgosa, ya que en caso de emergencias médicas, por la distancia sería imposible una evacuación. Más allá de esto, hay garantías para otras preocupaciones. Por ejemplo, la temperatura es de -63°C y el nivel de radiación es importante; sin embargo, ya hay ingeniería para hacer trajes de protección y refugios.

Asimismo, los 20 años de ocupación de la Estación Espacial Internacional tranquilizan a los científicos sobre los riesgos de radiación e ingravidez durante los siete meses del viaje espacial a Marte. Y en relación a la estadía en el planeta rojo, mencionan que podría durar 15 meses debido a que hay que esperar que los dos planetas, es decir la Tierra y Marte, estén en el mismo lado del Sol, y eso ocurre cada 26 meses.

A las habitaciones y a los vehículos los acecharía un problema: la entrada de polvo. “Marte tiene este problema específico de tormentas de polvo”, señala Robert Howard, del Centro Johnson de la NASA. Estas tormentas infernales pueden bloquear el paso de la luz solar durante meses y, por lo tanto, desactivar cualquier panel solar. Por lo tanto, se requerirían minirreactores nucleares, un proyecto que ya ha contado con una demostración exitosa.

La colonización del planeta también es un tema recurrente cuando se habla de la posibilidad de la llegada del hombre a Marte. En un discurso en el año 2017, Elon Musk, de SpaceX, hizo referencia a que el ser humano debería convertirse en una “especie multiplanetaria”. “Es mejor que ser una especie de un único planeta”, afirmó.

Robert Zubrin, presidente de la Mars Society, defiende incansablemente la creación de una “nueva rama de la humanidad” y considera “vergonzoso” que no se haya hecho nada desde el último desembarco en la Luna en 1972. “Es como si, tras el regreso de Cristóbal Colón del Nuevo Mundo, Fernando e Isabel hubieran dicho que no les interesaba”, compara.

En cambio, el exbiólogo Michel Viso, de la agencia espacial francesa CNES, retruca tal teoría. “¡Basta de tonterías! Tenemos un planeta formidable con atmósfera, oxígeno, agua (...) Es criminal, no tenemos derecho a hacer creer a la gente que hay un ‘plan B’, un ‘planeta B’, que vamos a crear una civilización marciana”.

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