Marcelo Soler es un joven baterista que en la última década formó parte de múltiples proyectos. En el 2017 presentó su primer material discográfico “Para Ernesto”, un tributo a su arte y su padre. La calidad de este material se sostuvo en la propuesta innovadora y las colaboraciones con las que contó. Ahora se encamina a producir su segundo material, pero en el camino, producto del impulso musical al cual él es leal, compuso y grabó un sencillo que lanzó recientemente: “1989”. Marcelo habló con La Nación sobre lo que viene haciendo en la escena.

–Sobre la temática. Supongo que el nombre “1989” hacés referencia a algo muy personal en tu vida, al igual que con “Ernesto”, ¿podrías comentarnos algo sobre esa referencia, si la hay?

–La temática de hacia donde apunto, la verdad que nunca me lo puse a pensar. Desde que descubrí que podía hacer música, desde muy chico, mis viejos me dieron todo para que lo pueda hacer y desarrollar. Siempre lo que hice fue por pasión, a lo que me transmite eso, y nunca me puse a pensar a qué apunta. El nombre “1989” hace referencia al año en que nací, ya que el tema, cuando lo estaba componiendo, me hizo recordar cuando era chico y escuchaba los discos de mi viejo. Además, es muy difícil ponerle nombre a una obra, al menos para mí, es de lo más complicado del universo.

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–Tu propuesta musical desde el disco anterior suena internacional. ¿Eso es consecuencia de tus influencias sonoras, es tu búsqueda como sonidos o mercados más globales?

–Mi propuesta musical está muy influenciada por lo que crecí escuchando, que es lo que escuchaba mi viejo, lo que estaba ahí, en el tocadiscos. Jamás pensé sacar mi disco pensando en el mercado, más que nada lo usé para sanar, lo usé como vía de escape, ya que mi viejo me dijo que saque mi música, la que estoy haciendo solo y que nunca compartí eso con nadie más que con él. Son cosas que venía haciendo yo desde el 2009 por ahí, cuando empecé a laburar en serio esto de la producción musical, porque me encanta el laboratorio. Mi música es más lo que me pasa y siento, y lo que me sale en el momento, a mi música no la hice pensando para poner en un mercado, o para llegar a un mercado, super real.

–¿Es tu música un desafío sonoro muy personal, más allá de lo que sea letra o nombres? ¿Cómo lo explicarías?

–Para mí no es un desafío sonoro en lo personal, porque es para mí un escape hacer lo mío y yo tomar las decisiones de lo que quiero. Desde muy chico toqué con bandas, ahí es diferente, más cabezas con los que tenés que laburar, hacer mi música es el recreo más hermoso, ya que estoy con muchas bandas, eso también es lidiar con otras cosas. Ahí hay que hacer algo de acuerdo a la línea que se viene siguiendo, para que suene en las radios y esas cosas. Para mí, mi música es el recreo más grande que tengo dentro de todo esto.

–¿Cómo compusiste el tema “1989”? ¿Cuál es la forma en la que producís tus canciones y con quién grabaste el tema?

–El tema “1989” lo compuse solo toda la base, primero. Generalmente me siento y busco un patrón en la batería, voy tocando, grabo por unos 20 minutos, y voy buscando. Una vez que encuentro el “groove” en la batería, voy buscando acordes que no sean tan complicados. Una vez que tenía toda la base de “1989” le llamé al “Chino” Corvalán, quien es un gran bajista, de los mejores de Paraguay. Es un gran amigo y lo admiro con todo mi ser. Lo invité a grabar. Y para el solo del final de sintetizador lo invité a Rodrigo Quintas, gran amigo y gran hermano de la vida.

–Cuáles fueron las devoluciones que recibiste de “Ernesto”?

–Las devoluciones sobre “Ernesto” fueron súper buenas. Cuando lancé el disco, en el 2017, cinco de los temas entraron en los más virales del Paraguay, que es muy loco eso, por el estilo de música. La gente sigue escuchando, a mí ese disco me llenó, y para mí marcó un antes y un después en mi carrera.

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