- Por Carlos Giménez, carlos.gimenez@gruponacion.com.py
Notables documentales como “Cuchillo de palo” (2010, Renate Costa) o “Esperanza” (2013, Enrique Carballido y Sylvie Moreaux) abordaron aspectos de la dictadura (1954-1989) de Alfredo Stroessner. Mientras que ficciones como “El azúcar del naranjo” (2013, Galia Giménez), “Lectura según Justino” (2013, Arnaldo André) o “La redención” (2018, Hérib Godoy) referenciaron esa época como parte de sus tramas.
Sin embargo, “Matar a un muerto”, que se estrenará en cines de Paraguay el próximo jueves 5 de marzo, es el primer largometraje paraguayo de ficción que ubica su historia dramática, en el año 1978, con personajes directamente afectados por la maquinaria estronista del miedo y del terror. Tras documentar la tragedia de Curuguaty en “Fuera de campo” (2014), Hugo Giménez presenta su ópera prima, con un elogiado debut comercial en salas de Argentina (en setiembre de 2019) y galardonado recientemente con una mención especial del jurado del Festival de Punta del Este, en Uruguay.
Protagonizan Éver Enciso, Aníbal Ortiz y Jorge Román. El rodaje se realizó entre abril y mayo de 2018, en locaciones de Patiño y Areguá, en Paraguay. Trabajaron directamente 27 personas más el elenco de actores y extras. La película tuvo un costo aproximado de 450.000 dólares, con posproducción de imagen en Francia y de sonido en Argentina; la parte de Paraguay fueron como 330.000 dólares.
– ¿Qué impresión tuviste con el galardón y la recepción obtenidos en Punta del Este con “Matar a un muerto”?
– La película fue muy bien recibida, ni bien terminada la proyección en la Sala Cantegril muchas personas se acercaron a darnos sus impresiones, se podía sentir en las palabras el “viaje emocional” que propone la obra, eso es bueno, que cada espectador pueda conectar con la película desde su lugar en el mundo. En relación al galardón fue muy gratificante para todo el equipo que acompañó la película en Punta del Este, que de una curaduría de diez películas (muchas de ellas que participaron y fueron premiadas en festivales importantes) el jurado haya valorado la nuestra significa mucho, alegría enorme que también compartimos con todo nuestro gran equipo técnico y artístico.
– ¿Cuál es tu balance del paso de la película por cines de Argentina?
– Argentina fue el primer contacto de la obra con un público, confieso que no tenía la más mínima idea de cómo recibirían la película a sabiendas que se trata de espectadores y crítica muy exigentes, luego de las primeras proyecciones empezaron a salir los primeros textos que hablaban de la película desde diferentes lugares y sensaciones, eso fue muy lindo; significa que la obra no se agota en una sola lectura y que permite al espectador inclusive aumentarla. Que temas relacionados al terrorismo de Estado, la dictadura y los desaparecidos puedan volver a instalarse desde otras cinematografías en la Argentina fue significativo. Gracias al esfuerzo y gestiones de nuestras productoras argentinas Vanessa Ragone, Carolina Urbieta y Mónica D’Uva pudimos estrenarla en el contexto de un emblemático espacio como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, MALBA, fue un sueño hecho realidad.
– ¿Cuáles son tus expectativas al presentar tu película al público paraguayo?
– Mucha expectativa, que también se convierte en ansiedad. Siento que la película todavía no está completa si no se encuentra con nuestros espectadores, con nuestra gente, y que de ese encuentro pueda surgir un diálogo con nuestro pasado reciente, un pensar sobre un tiempo nefasto que no termina de irse y que todavía nos acecha.
– ¿Qué opinás del hecho de que “Matar a un muerto” es la primera película paraguaya de ficción ambientada íntegramente en la época de la dictadura?
– No me parece que sea la primera película, existen obras previas desde el género documental o también desde la ficción que nos sitúan en dicha época, que nos transportan o evocan ese oscuro periodo, eso es lo maravilloso del cine, que en el presente puedas experimentar un tiempo distinto pero no ajeno al tuyo. Además creo que debemos empezar a pensar en otros términos, superar el “primero, primera” que se manifiesta en todos los estamentos, me gusta más hablar de una película en relación a sus necesidades, posibilidades estéticas, narrativas; de su conexión-diálogo con una sociedad, como expresión de un momento en la historia.
INQUIETANTE BOSQUE
– ¿Cómo surgió la idea que germinó en la historia de la película?
–La idea parte del descubrimiento del inquietante bosque, la historia es posterior y surge al trabajar registros fotográficos y sonoros de ese espacio. En algún momento del 2012 se materializa la “idea narrativa” o sea la posibilidad de una película, la premisa estaba hecha, pero la película se manifiesta con claridad cuando sitúo la historia en los 70, eso resignificó todo. Una vez que el guión estuvo en su fase definitiva lo sometimos a personas que de alguna manera eran referentes en cuanto al tema y momento histórico, logrando de ellas un gran apoyo y respaldo que validó todo nuestro trabajo previo.
– ¿Cómo se fueron sumando la productora Gabriela Sabaté y los demás países coproductores?
– A finales del 2014 pude elaborar un interesante dossier, también un poco antes realicé un videominuto que exploraba el lugar, su sonoridad y la situación de dos enterradores que conviven tranquilamente con un cuerpo dispuesto a ser enterrado. Además ya había contactado con Jorge Román. Con todo eso me acerqué a comienzos del 2015 a Gabriela Sabaté, a quien no conocía, conectó inmediatamente con el proyecto y se encargó de la producción ejecutiva, con esa solvencia pude entonces dedicarme a escribir el guión de la película. Los demás coproductores se fueron sumando por la fuerza del proyecto y también por la incansable gestión y profesionalismo de Gabriela; entonces, la coproducción quedó conformada de la siguiente manera: Argentina con la productora Zona Audiovisual de Vanessa Ragone (Oscar a mejor película extranjera por “El secreto de sus ojos”). En Francia Altamar Films de Alexa Rivero, y en Alemania Pandora Film Produktion de Christoph Friedel (productor de “Las herederas”).
– ¿Cómo se conformó el elenco actoral? ¿Y cómo fue ese proceso de trabajar con cortometrajes antes de emprender la película?
– Jorge Román fue uno de los primeros en sumarse, lo conocía de compartir y coincidir con él cada tanto en festivales regionales argentinos y se sumó al proyecto sin tener todavía un guión allá por el 2012. Aníbal Ortiz fue el siguiente, su participación en otros largometrajes me permitió conocerlo y darme cuenta de sus grandes virtudes, de inmediato me dije que él sería uno de los enterradores. Luego realizamos un par de cortometrajes para que pueda compenetrarme y aprender más del gran equipo que se iba conformando, pues vengo del documental donde se trabaja con rigor pero con un equipo humano y técnico más reducido. En dichos cortometrajes se vinculó el gran actor Éver Enciso, pero con participación secundaria, los cortos también fueron una manera de “buscar al más buscado”, el protagonista que haría de Pastor, pero Pastor no aparecía, al final siempre estuvo con nosotros solo que no lo veíamos en ese rol; muchas veces la película nos fue guiando de esa manera... y cada vez fuimos afinando más la sensibilidad con todo el equipo para entender y sentirla, y sobre todo para saber si estábamos en el camino correcto.
– ¿Cuál es la relevancia del guaraní en la película?
– Desde los primeros tratamientos estéticos-narrativos el guaraní se trabajó como un elemento importante en la articulación de la historia, el guaraní es altamente cinematográfico, su cadencia y entonación bien trabajadas permiten una progresión dramática muy potente, huimos de su uso como elemento pintoresco o decorativo. A partir de esos postulados lo fuimos trabajando con rigor desde el guión y luego con los actores para lograr que cada uno pueda hablar y expresar corporalmente una coherencia con la lengua que habla. Logramos que los protagonistas, si bien hablan el mismo idioma, tengan cada uno su propio matiz que lo hace único.
– ¿Crees que “Matar a un muerto” puede disgustar a algunos estronistas?
– Nunca lo analicé desde esa perspectiva, pues siempre me emplazo y embarco en un proyecto desde una necesidad genuina que primero me moviliza desde adentro; luego, indudablemente, hay una conexión con el tiempo y la sociedad de la cual uno es parte y es ahí donde una obra toma relevancia inesperada... pero prefiero situarme desde la necesidad de poder pensar-dialogar una larga dictadura que todavía no figura entre los grandes temas sociales, somos deudores pero a la vez artífices de que eso acontezca. Todo debate que por fuera pueda plantear la película, bienvenido sea, lo necesitamos.
UNA GRAN EXPERIENCIA
– Tras el estreno nacional, ¿siguen los festivales internacionales?, ¿ya tienen planes a largo plazo, como las plataformas de streaming?
– Siguen los planes de los festivales y estamos trabajando a futuro en relación a las plataformas de streaming.
– ¿Qué esperas que transmita o deje “Matar a un muerto” en sus espectadores?
– Siempre pienso sobre el cine y las moralejas, como a veces muy fácilmente las mezclamos y como de pronto emerge la propaganda (de cualquier tipo), prefiero pensar sobre “Matar a un muerto” principalmente como una gran experiencia cinematográfica que nos involucra con unos personajes que viven un encierro a cielo abierto y que deben enfrentarse a un dilema moral en plena dictadura estronista. La película se completa con el espectador, lo que surja de ese encuentro, espero que sea fructífero.
– ¿Ya estás trabajando en nuevos proyectos?, ¿qué podés anticipar?
– Tengo una fuerte necesidad de hacer nuevamente un documental, estoy trabajando en la escritura formal de un proyecto que es anterior a “Matar a un muerto” y que hasta hoy no lo veía con claridad, cada proyecto tiene su tiempo y uno debe estar atento y listo para cuando eso acontezca.