En 1982, con la cons­trucción de la represa de Itaipú, desapare­cieron para siempre los impo­nentes saltos de Guairá, que fueran la mayor cascada del río Paraná en el noreste de Paraguay, en Canindeyú. Casi cuatro décadas después, la imaginación de Gimena Campos Cervera vuelve a dar vida a aquella maravilla natural en su primera novela, “Al oeste del Guairá”, de 170 páginas, publicada el 5 de setiembre del 2019 por el sello Caligrama, del prestigioso Penguin Random House Grupo Editorial de España.

En la obra, Paloma Echeve­rría, una joven bibliotecaria española en desesperada bús­queda de un futuro laboral, se embarca en un proyecto en la Amazonia paraguaya que se revelará muy distinto a lo esperado. La aventura no solo pondrá en peligro su vida, sino que la llevará a descu­brir un mundo de ambiciones escondidas, pasiones altruis­tas y una naturaleza indoma­ble que cambiará para siem­pre su existencia.

Radicada hoy en Italia, Gimena Campos Cervera nació en Argentina en 1965 y se crió en Paraguay, en el seno de una antigua familia de poetas, pintores y lunáti­cos inventores. Sus primeras incursiones en el mundo de la ficción datan de la niñez, cuando componía relatos como escritora fantasma por cuenta de sus compañe­ras de clase. En 1993 ganó su primer premio literario con el cuento “Los días de Amanda”, en el concurso Guy de Maupassant, de la Alianza Francesa. El 11 de enero pasado, la autora pre­sentó su libro en Paraguay en el Hotel del Lago, en San Bernardino.

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–¿Cómo y cuándo surge la idea para escribir “Al oeste del Guairá”?

–La idea surgió alrededor de cuatro años atrás, cuando me planteé por primera vez trabajar en la estruc­tura de una novela y no en un cuento, que era lo habi­tual para mí. El argumento surgió seguramente de la memoria, de los recuerdos de infancia y juventud.

–¿Se inspira en alguna his­toria real?

–Sí. El anegamiento de los saltos del Guairá, hecho en torno al cual gira la novela, sucedió en la realidad. Pero los personajes y la trama son fruto de mi imagina­ción. Gabriel García Már­quez lo expresó muy bien: la realidad supera a la ficción. Mi novela es una invención inspirada en un hecho real.

–¿Qué investigación ha requerido para escribir la obra?

–Mucha. Una vez que identificas la línea argumental, pasas a la investigación, que debe ser minuciosa. Una his­toria tiene que sonar real ; si no, no es una buena historia. Y para que suene real, es nece­sario documentarse.

–¿Qué busca transmitir u ofrecer al lector con este libro?

–Mucho. Ojalá que lo logre. El libro puede ser de interés a un lector muy amplio: es una novela de aventura que cuenta una historia de amor ambientada en los saltos del Guairá –una maravilla natu­ral que hemos perdido– y las peripecias de una joven valiente que se enfrenta a un destino inesperado. La obra nos puede llevar a reflexio­nar sobre el cambio climá­tico, la influencia del hombre sobre el futuro de la tierra y sobre nuestra historia, sobre cómo tutelar lo que es nues­tro y “explotar” nuestros recursos en modo más sus­tentable.

Portada del libro.

–¿Cómo ha sido su relación con la literatura antes de esta primera novela?

–Yo leo desde que tengo cinco años y nunca he abandonado la lectura. Todo escritor es antes que nada un buen lec­tor. La literatura es una gran compañera y nos permite via­jar con la imaginación.

–¿A qué otras actividades y oficios se dedica aparte de la literatura?

–Trabajo en el departamento de prensa de la Embajada de los Estados Unidos en Italia.

–¿Cómo es su relación con Paraguay?

–Vine a vivir a Paraguay con mi familia ya de muy chica (dos años). Córdoba y sus sie­rras son y serán siempre el lugar de los recuerdos fami­liares entrañables, de las vacaciones en el campo con los abuelos y los primos. Pero Paraguay es el país en donde me crié y en donde viví hasta los veinte y pico, cuando me casé y me fui a vivir a Italia. Mi familia y mis amigas de toda la vida están en Para­guay. Indudablemente, nues­tro país es muy especial. Esta “isla rodeada de tierra”, como la llamó Roa Bastos, puede ser fuente de inspiración para muchos.

Vengo a Paraguay regular­mente cada año, pero incluso no estando acá me mantengo informada gracias a la tec­nología y las redes socia­les. Las distancias se han acortado enormemente, e incluso los vuelos, aunque el viaje sea siempre bastante largo y costoso.

BEBIDA HELADA

–¿Cómo se da la publica­ción a través de una edito­rial importante como Cali­grama?

–Como con cualquier otra, supongo. El trabajo de las edi­toriales es serio y es fundamen­tal para producir un buen libro. Hay un proceso de selección preliminar y uno de edición, en el que descuartizan sin pie­dad el escrito que te tomó años y te lo devuelven con anotacio­nes que te dejan sin aliento por­que pensabas que ya habías ter­minado y, sin embargo, es ahí donde empieza el trabajo. Pero el resultado vale la pena. Ver tu obra pulida y lista para entrar en la imprenta es muy reconfor­tante. Algo como tomarse una bebida helada después de un día insoportablemente caluroso.

–¿Ha tenido algún segui­miento sobre el momento literario y cultural de Paraguay?

–Sí. Siempre leo y navego en internet para ver qué se escribe hoy en día en Para­guay, cuáles son las tenden­cias, quiénes ganan premios. Veo mucho fermento y eso me encanta, es estimulante. Hay de todo: literatura bilingüe, literatura joven o experimen­tal, y obras que ya han tras­cendido nuestras fronteras y obtenido reconocimiento en el exterior. Hay mucho material interesante. Pero lastimosamente no es fácil vivir de la literatura en nin­gún país, se necesitan más incentivos para que la gente que quiere dedicarse a esto pueda hacerlo.

–¿Qué puede anticipar sobre próximos proyectos?

–Ya estoy trabajando en una nueva novela. En cuanto ter­mine esta etapa de difusión de “Al oeste del Guairá”, me pondré a trabajar de lleno en este nuevo texto. Por ahora no les cuento más, pero espero que pronto esté lista y que la lean muchos lectores.

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