- Por Carlos Giménez, carlos.gimenez@gruponacion.com.py
“El 2020 será un año de reconstrucción de políticas públicas y de políticas culturales en Argentina. Tenemos mucho para hacer en la conformación de un escenario regional que propicie la creación artística, que encienda la cultura y ponga en marcha los procesos productivos audiovisuales que generan un valor económico importante”, reflexiona Edgardo Bechara, director ejecutivo de la primera edición del Festival de Cine del Paraguay en Argentina.
El titular de la asociación argentina Cine Fértil, y organizador del Festival Internacional de Cine Latino Árabe - LatinArab, ofrece un balance sobre el evento desarrollado del 5 al 9 de diciembre, en la Manzana de las Luces (Buenos Aires), con la proyección de 25 cortos y 7 películas.
–¿Cuál es el balance general de la primera edición del festival?
–La primera edición del Festival de Cine del Paraguay en Argentina (Cinepy.ar) nos devuelve un balance muy positivo y nuevas responsabilidades. Positivo, porque en cinco intensos días de proyecciones mixturadas entre largometrajes y cortometrajes, sin diferenciar ficción de documental o ensayos más exploratorios o experimentales, el público respondió de manera intensa y comprometida.
El festival se vio acompañado tanto por la crítica cinematográfica porteña como por la presencia de estudiantes de cine paraguayos en Buenos Aires, comunidad paraguaya residente en el país, prensa local en general y del Paraguay y público cinéfilo porteño, todos deseosos de preguntar, aprender y exaltar la calidad del cine paraguayo.
Con más de 500 personas que transitaron el festival, Cinepy.ar se convierte en una experiencia novedosa en los circuitos cinematográficos de la ciudad, y genera la responsabilidad de hacerlo crecer en base a la fuerza y riqueza del cine paraguayo y del cine entre fronteras proyectado. A eso sumamos la necesidad de la ampliación de espacios y crecimiento de la estructura organizativa del festival para el 2020.
–¿Este evento te permitió descubrir sobre cine paraguayo?
–Absolutamente. Decíamos en el cierre del Cinepy.ar que muchos habíamos vivido el día a día del festival como un posgrado en cine y diversidad cultural paraguaya. De las primeras obras cortas a la consagración con “7 cajas” y “Los buscadores”, la película de apertura del festival de la dupla Maneglia y Schémbori, al imprescindible documental exploratorio de Marcelo Martinessi “Diario Guaraní”, montado sobre los hombros del enorme y recientemente fallecido Bartomeu Melià, de las encrucijadas sonoras de Juanca Lucas con “La afinación del diablo”, al cine de la memoria y la diversidad de Miguel Agüero, como de la potencia de una de las exponentes de la nueva generación de cineastas mujeres del Paraguay como Nancy Vargas con su personalísima “Jejui”.
El recorte siempre es estéticamente incompleto, pero nos ilumina sobre el presente vital del sector audiovisual paraguayo y del valor cinematográfico –siempre social y cultural, como de alto valor agregado económico–, que nos propone cinematografías capaces de viajar, interpelarnos y animarnos a coproducir historias en conjunto. Allí hay un diálogo deseable e imprescindible para poner en valor la potencia de la identidad cultural de nuestra región.
Respecto al film “El pueblo” de Carlos Saguier, sostuvimos en sala, luego de la proyección, el sentimiento de haber asistido a un evento extraordinario para la cinefilia en Argentina. “El pueblo” producida en 1969 por el colectivo Cine Arte Experimental, que narra la vida cotidiana de los habitantes de un pueblo del Paraguay en los años del régimen. No solo tiene una historia de censura y persecuciones, sino de aportes e influencias como la del escritor Augusto Roa Bastos a artistas paraguayos exiliados en la Argentina, donde fue editada y exhibida hace 50 años.
“El pueblo”, además de ser una joya del registro antropológico de la vida de un pueblo campesino en el Paraguay, constituye una pieza que confronta tradición y vanguardia, modernidad y ancestralidad, experimentación sonora y visual, lenguajes disruptivamente situados al contexto revolucionario en Latinoamérica, que hacen de ella una obra imprescindible para las escuelas de cine de nuestra región. Como metáfora, esa procesión de gente en loop (una imagen que muta hasta pixelarse en pleno 1969) quedó de alguna manera rebotando en mi memoria visual y emotiva.
Si por definición un pixel es la menor unidad homogénea en color que forma parte de una imagen digital, es posible entonces que esta suma de pequeñas individualidades, historias, colores y sentidos sigan vivas en la búsqueda de una identidad ampliada de la totalidad paraguaya, que exprese en toda su riqueza, contradicción y resiliencias su propia diversidad. Aquí se cruzan virtualmente Carlos Saguier con Bartomeu Melià en un diálogo fértil en guaraní y español, sobre el final del festival Cinepy.ar. Y son las cosas por las cuales nos dedicamos al cine y sus escenarios posibles.
–¿Qué se puede anticipar sobre los proyectos para el 2020?
–Ya estamos trabajando para la segunda edición. El Festival de Cine del Paraguay despliega sus alas y encontrará sedes nuevas en el moderno Complejo Bajo Plaza del Centro Cultural General San Martín en dos salas simultáneas, la nueva sala del Espacio Mugica en San Telmo, y por supuesto la Manzana de las Luces.
En términos sociales, esperamos concretar un acuerdo con Cine de los Barrios y Proyecto Acción Machette, para llegar a las comunidades organizadas del Paraguay en las barriadas de Buenos Aires. Salir del circuito cinematográfico de la ciudad y ser parte de un religar del cine paraguayo con sus conciudadanos migrantes en los barrios. Esperamos, junto al talentoso actor y gestor cultural Cristian Salguero, poder ampliar juntos los horizontes artísticos que unan las culturas paraguayas y argentinas en estas pampas.