La historia sobre un niño paraguayo que vive en Puerto Libertad, Misiones (Argentina), y que con sus doce años trabaja como peón de campo mientras corre carreras cuadreras junto al Che, su caballo; se preestrena hoy, a las 20:00, en el Festival de Cine Latinoamericano de La Plata (Fesaalp), como un largometraje documental dirigido por el argentino Mario Verón.

Coproducción de Argentina y Paraguay, “Fidel, niño valiente” se grabó también en locaciones de Itakyry y colonia Chino Cué, del departamento de Alto Paraná. Además cuenta con música original a cargo de Lucas Guinot, que coordinó a más de 80 músicos en la grabación.

Formado en cine, periodismo y comunicación social en universidades de La Plata, el director Mario Verón realizó más de 20 cortometrajes y 3 largometrajes; forma parte de la comisión directiva de DOCA (Asociación de Documentalistas de Argentina) y coordina el ciclo de cine en el espacio Incaa Select de La Plata (a unos 60 kilómetros de Buenos Aires), donde será la proyección de esta noche. Facebook: “Fidel,Niño Valiente -Fidel Mitã'í Py'a Guasu”.

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– ¿Cuáles son las expectativas con este preestreno en Fesaalp?

– Las expectativas son las mejores. Leonardo Favio, uno de los mejores directores de cine de Argentina y para mí de la historia, decía que las películas se terminan cuando el espectador las ve y esta ventana del cine latinoamericana nos da esta posibilidad, y hablo en plural porque el cine es un hecho colectivo más allá de los roles que uno ocupa. Este festival en particular de cine latinoamericano de La Plata me moviliza porque es uno de los más prestigiosos de Argentina, llegan obras de talentosos cineastas de nuestra América profunda. Cuando uno es parte de estos eventos disfruta y se encuentra con los espectadores, es allí donde florecen los gestos de amor a la vida, al cine, a los personajes que traspasan las pantallas como este niño migrante con una valentía extraordinaria.

– ¿Cómo y cuándo surge el proyecto?

Bueno, vengo trabajando en la zona de las Tres Fronteras hace casi 13 años, había producido ya dos largometrajes en Puerto Libertad a unos kilómetros de Paraguay, o bien del otro lado del río, uno de los documentales se llama “Néike”, y el otro “Nde resarái chehegui - Te olvidaste de mí”, en ambas películas hay argentinos y paraguayos, pero estas nacionalidades se desdibujan felizmente y confluyen en algo en común, todos los protagonistas tienen sangre guaraní.

– ¿Cómo se da la coproducción con Paraguay?

– Hacía bastante tiempo que quería acercarme al cine paraguayo y sus profesionales, si bien conocía a algunos colegas, nunca coincidía hasta que Alina Membride, periodista y amiga en común, me presentó a Osvaldo Ortiz Faiman. Usamos en principio la tecnología, hablamos por Skype, le mostré un tráiler de la película que aún estaba muy verde, pero tenía el espíritu de la obra. Sin dudar, Osvaldo me pidió un corte del film y viaje a Asunción con un disco bajo el brazo. Me encontré con una persona muy cálida, desinteresada, viendo a la película no como mercancía de mercado, si no como un bien cultural inmaterial de las memorias que construyen los migrantes cuando parten de su país.

– ¿Cuáles son las participaciones paraguayas en el equipo técnico y artístico?

– La película es más paraguaya que argentina, los protagonistas de esta película documental son todos de allí, tanto Fidel, el niño, como su hermano y el tercer protagonista que sería como alguien periférico en la obra, pero con incidencia. Trabajamos en rodaje en Itakyry, acompañados en algunos tramos por técnicos del canal de tv local, que propasaron gajes que tienen que ver a la producción y la planificación. En lo que hace a la postproducción hay que destacar que trabajamos a través de Puatarara Films de Ortiz Faiman, quien fue el nexo en generar el trabajo mancomunado con la productora La Kucha de Juan Manuel Zelada, donde se llevó adelante la postproducción de color, con la asistencia de Matías Tamis. Mientras que en postproducción de sonido se hizo con Sakyo Hiraiwa de Dead Parrot Sound Design, en Asunción.

La película está completamente hablada en guaraní y las interpretaciones y traducciones estuvieron de la mano de Tania Simbrón, y desde Argentina trabajó un joven paraguayo, “Charly” Mareca, oriundo de Villarrica. En rodaje, en colonia Chino Cué dieron presente como cámara, Marcela Ullón, y Dantte López en foto fija. Destaco que la película si bien es declarada de interés cultural por el instituto del cine argentino con un pequeño aporte, nunca se hubiera jerarquizado sin la calidad humana y profesional de allí.

– ¿En qué fechas se realizó el rodaje?

– El rodaje fue particular porque en principio yo viví con los protagonistas 3 meses sin filmar construyendo amor, presencia, vínculo y desde allí la confianza para lograr que la cámara esté allí donde parece no estorbar. Destaco que hubo un intercambio que tiene que ver con esa cuota de humanidad que perseguimos. Donde en esos meses los tres protagonistas y sobre todo con Fidel confluimos en una amistad, sabía de mi origen, de mis sueños, de mis pesares y tropiezos. Este brindis me dio la posibilidad de que se me permita entrar en sus mundos e indagar respetuosamente sobre los mismos. Siempre digo que un plano más que un hecho estético es un hecho ético y desde ese lugar filmo. Esto se dio entre la aparición de la historia gracias a un referente de los campesinos de allí, Darío Araujo en 2014, hasta el rodaje entre los años 2015 y 2017. En la primera etapa llega un equipo de profesionales desde Buenos Aires para trabajar en el mes de febrero del 2015 en Misiones, Argentina, durante casi un mes. Invaluables aportes de mis compañeros se desclasaron para dormir en el monte y vivir como campesinos semanas porque uno siempre es la otredad y en ese cargo está el valor más allá del romanismo que le queramos poner. Luego hubo una segunda y última etapa de rodaje en Itakyry, Paraguay, con mayor presencia en rodaje de hermanos paraguayos. Allí se filmó otros 15 días.

– ¿Antes de la película, ya habías tenido alguna conexión o referencia con la cultura de Paraguay?

– Si, como mencioné, estoy amorosamente atado, todos somos criollos y en algún lugar tenemos sangre originaria, en mi caso guaraní de parte de mis abuelos maternos, son nacidos en Apipe, una isla que está en Corrientes, frente a Ayolas. Al otro lado del río se puede cruzar hasta nadando, lo cierto es que el padre de mi bisabuelo peleó en la Guerra de la Triple Alianza o la Guerra Guasu, por suerte no para el lado de los opresores sino para el lado del Paraguay. Esto que cuento es algo que descubro hace poco, luego de haber rodado casi toda mi obra por allí o por esa zona, como algo mágico e identitario que generó un magnetismo sin darme cuenta, con el cual estoy ligado desde lo que narro.

– ¿Qué se puede anticipar sobre el estreno en festivales?

– “Fidel, niño valiente” recién comienza a cabalgar, confiamos que va a recorrer un largo y bello camino revindicando al cine argentino y paraguayo, no solo en América Latina sino también en Europa.

Mario Verón.

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