Barcelona, España. AFP.

Nacida en el ocaso del franquismo, Ana­grama cumple 50 años consagrada como una de las editoriales de referencia en lengua española, una historia inconcebible sin la figura del editor Jorge Herralde, siem­pre en busca de la “excelencia literaria”.

El 23 de abril de 1969 llega­ron a las librerías los prime­ros libros de su catálogo, ahora con más de 4.000 títulos de autores como Roberto Bolaño, Sergio Pitol, Patrick Modiano, Michel Houellebecq, Jack Kerouac o Ian McEwan.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

A sus 84 años, el artesano de esta colección recibe a la AFP en la sede barcelonesa de Anagrama con más ganas de hablar del pasado que del futuro.

“Más allá de lo mal que están las cosas y lo peor que irán, hay poco que decir”, asegura Herralde. Después de una semana en Madrid, la mesa de su despacho está inundada de papeles en completo desorden.

Nadie diría que hace dos años asumió un “rol secundario”, cediendo a Silvia Sesé el cargo de directora editorial de Ana­grama, vendida unos años antes a la italiana Feltrinelli.

“Durante 48 de estos 50 años, yo he sido un hombre orquesta (…). Al llegar a una cierta edad, decidí fingir ser una persona sensata y responsable y pen­sar en el futuro de la edito­rial”, dice.

Una trayectoria copada de reconocimientos: medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes en España, oficial del orden del Imperio Británico, comendador de las Artes y las Letras en Francia, numerosos galardones del sector e incluso una Cátedra Anagrama en la Universidad de Nuevo León en Monterrey (México). “Es una especie de virus en expan­sión”, bromea él.

“Estudiante de ingeniería sin vocación”, Herralde rompió con la tradición industrial de su familia para aventurarse en la edición en “unos tiem­pos muy complicados pero muy exaltantes”.

Eran los revolucionarios años 60, que se contagiaban a una España en el estertor de la dic­tadura de Francisco Franco y a una Barcelona en eclosión cultural donde vivían Gabriel García Márquez y Mario Var­gas Llosa.

Así nació una pequeña edi­torial dedicada al ensayo que apostaba por “textos políticos muy radicales a costa de per­cances con la censura”.

Muchos fueron vetados o secuestrados antes de su lanzamiento, pero algunos “libros impensables” vieron la luz: desde Mao Zedong al “Che” Guevara, pasando por Rosa Luxemburgo o Noam Chomsky. Paradójicamente, la democracia llevó al des­encanto por la política y el interés por el ensayo cayó en picada.

PANORAMA DE NARRATIVAS

A punto de quebrar, Anagrama encontró su salvación en lo que sería desde entonces su buque insignia: la colección “Pano­rama de narrativas” y sus particulares libros de tapas amarillas. “Una colección de literatura sin adjetivar, sin otro adjetivo que la excelencia, buscando la excelencia lite­raria”, la describe Herralde. Buena prueba de su éxito es la definición del fundador de la todopoderosa editorial Pla­neta, José Manuel Lara: “La peste amarilla”.

Después llegaría la apuesta por la literatura hispánica de un lado y otro del Atlántico, con la fundación del Premio Herralde de Novela y la colec­ción “Narrativas hispánicas” que daría refugio al español Álvaro Pombo, el mexicano Juan Villoro, el argentino Ricardo Piglia o el chileno Roberto Bolaño, entre otros.

Dejanos tu comentario