Jean Luis Arce. México. AFP.

El rotundo éxito de “Roma”, la obra más personal y ovacio­nada del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, ha suscitado una insospechada peregrina­ción de entusiastas del filme, ansiosos por fotografiarse en las calles y espacios de Ciu­dad de México donde se rodó. Tranquilos pasajes del cla­semediero sector Roma Sur, donde Cuarón vivió hasta los primeros años de su adoles­cencia, se convirtieron entre 2016 y 2017 en locaciones clave del rodaje.

A poco más de un mes de su estreno mundial y con 10 nominaciones al Oscar -un récord para una película mexicana-, vecinos de la zona experimentan un nuevo aje­treo. Decenas de visitantes, además de periodistas, llegan a calles como Tepeji, Tlaxcala o el transitado cruce de Insur­gentes y Baja California, donde transcurren escenas de la película. La fachada del número 22 de Tepeji es la más buscada. Una placa metálica colocada en noviembre que reza “Aquí se filmó Roma” no deja lugar a dudas.

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“Nos encantó, nos atrapó desde el primer momento y decidimos venir a conocer la casa”, dice a la AFP Esteban Álvarez, músico costarri­cense de 27 años, que visita por segunda vez la capital mexicana con su pareja. Fas­cinados tras su primera visita a la urbe en enero de 2018, Álvarez y su novia se divir­tieron tratando de reconocer las calles que muestra la pelí­cula. “Fue como ‘¡ah, mirá! ¡ese lugar lo vimos! ¿Será el mismo?’”, relata.

Un dato llamativo para los fanáticos es saber que la casa de Tepeji 22 no es la antigua residencia de los Cuarón, quienes vivían en frente, en Tepeji 21, un inmueble gemelo, construido por los años 1930. Modificaciones hechas por propietarios pos­teriores alteraron el aspecto que tenía a inicios de los años 70, por lo que el director optó por la otra locación.

VIDA QUE IMITA AL ARTE

Mientras visitantes y reporte­ros alteran el habitual sosiego de la callejuela, de dos cuadras y unos 350 metros de largo, de la puerta de Tepeji 21 una mujer sale para pasear a un perro. Es Paulina Cruz, de 37 años, quien trabaja como empleada doméstica para la familia que hoy habita la anti­gua residencia Cuarón. “Soy nana también de los niños que viven acá”, comenta sonriente.

Aunque con lentes oscuros, jeans y suéter color claro irradia una sofisticación ajena al personaje de Cleo, la empleada doméstica pro­tagonista de “Roma”, Cruz confiesa que la historia la “emocionó”.

“Me dio gusto que le dieran importancia a las trabajado­ras domésticas”, afirma esta nativa de Ciudad de México. “Como lo ve uno en la pelí­cula, uno sí se llega a enca­riñar con la familia, princi­palmente con los niños. Estar día a día con ellos para uno los siente como de la fami­lia también”, añade Cruz, mientras contiene al inquieto perro que la jalonea.

El súbito arribo de visitantes le agrada. “La verdad es emo­cionante. Para mí también vivir en la casa donde vivió alguien muy famoso y muy importante es padre (fantás­tico)”, dice antes de continuar paseando a la mascota.

AMOR POR EL BARRIO

La dueña de Tepeji 22 es Glo­ria Monreal, una alegre mujer y vecina de toda la vida para quien ceder su fachada durante varios meses de producción y tres semanas de rodaje de “Roma” fue “una fiesta”. Dice estar “muy contenta” de aten­der a mexicanos y extranjeros que tocan su puerta, conversan con ella y le piden fotos. Por ello decidió crear un libro para los visitantes.

“Se me ocurrió hacer un libro donde toda esa gente hermosa que de alguna manera algo les dejó esa película me lo plas­maran para yo regalárselo a Alfonso”, explica Monreal, quien conoció a Cuarón de niño, pero declina coqueta­mente a revelar su edad.

A 600 metros, en la calle Tlax­cala 105 se ubica el Kínder Condesa, una escuela para niños fundada hace 65 años donde Monreal y el propio Cuarón aprendieron sus pri­meras letras y juegos.

“Es que yo recuerdo mi kín­der con tanto amor que quiero que sea parte de mi película”, le dijo Cuarón a Victoria Pan­toja, maestra del kínder y nieta de su fundadora, cuando visitó la escuela para el rodaje.

La producción empleó más de un mes para recrear desde el color rojo que tenía la fachada hace medio siglo, hasta el tobogán y otros juegos infan­tiles con los que el director se divirtió en su infancia.

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