Cualquier momento del concierto que ofrecieron, el sábado último, los artistas brasileños Toquinho y María Creuza, junto a la guitarrista paraguaya Berta Rojas, solo puede describirse como sublime. El auditorio del Banco Central se colmó para vivir y atesorar en la memoria una “felicidad” infinita.

Dos años transcurrieron desde aquella incierta invitación de Berta a Toquinho, que el músico brasileño aceptó y se convirtió en una acuarela de emociones, en el mismo escenario, en diciembre del 2016. Ya sin una voz aquejada por la gripe para Toquinho; y tras importantes conciertos compartidos fuera de Paraguay, esta comunión artística sencillamente fluyó en una conexión, una complicidad, una sensibilidad, capaz de albergar a más de mil personas en esa burbuja mística que los artistas crean entre sí.

Desde ese “Renacer”, de Óscar Cardozo Ocampo, que Rojas dedicó a la cineasta Paz Encina, autora de “Hamaca paraguaya”; que bien evoca una vitalidad siempre en superación de la apreciada guitarrista; al dúo, silla a silla, con Toquinho, honrando la cultura paraguaya con su sentida versión de “Recuerdo de Ypacaraí”, para enganchar la vibración a “Aquarela”; a la otra dupla, de Berta con María haciendo “Dindi”; hasta ese innegociable tributo a esa conjunción de ambos artistas brasileños, hace 48 años, con el ya fallecido Vinicius de Moraes, en La Fusa de Mar del Plata.

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Naturalmente, el cierre tuvo a Toquinho, María Creuza y Berta Rojas en una sintonía inolvidable para “Berimbau” y “Chega de Saudade”; que en el alma se sembró el deseo de que pueda existir una segunda parte del disco “Felicidade”.

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