Jorge Zárate, periodista, jdzarate@gmail.com

Heredó 5 mil hectáreas en el Chaco y quiere que se conviertan en una reserva natural administrada por los antiguos dueños de esas tierras pero, este mundo de las riquezas concentradas, de la hiperexplotación de los recursos naturales, le tienen deparada las mil y una sorpresas que la institucionalidad paraguaya heredó de la dictadura estronista.

Cuando uno piensa que no debería ser difícil para nadie cumplir con un objetivo tan noble, aparece otra persona que tiene títulos sobre las mismas tierras, un uruguayo que se las compró a un ex diputado que las anotó para sí en las épocas del Instituto de Bienestar Rural (IBR), como si el pudiera ser “sujeto de la reforma agraria”. El título es espurio por donde se lo mire, como tantos otros de los más de 7,5 millones de hectáreas de tierras malhabidas. Quizá el tabú principal del país.

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El cineasta italiano Danièle Incalcaterra ingresa entonces en un laberinto de gestiones y apoyos para poder conseguir su cometido. Destaca en el filme “Chaco” su encuentro con el “más grande productor individual de soja del país”, como se define a sí mismo Tranquilo Favero, que es el propietario de todo lo que está alrededor, un espacio de decenas de miles de hectáreas donde la deforestación avanza en una idea que el terrateniente explicita: “El mundo tendrá en poco tiempo 9 mil millones de habitantes, así que tenemos que producir más y con menos costo”, le explica.

“Arcadia” entonces tendrá, lo sabe para siempre Incalcaterra, la presión de esta destructiva manera de ver las cosas que ya hizo del Chaco americano, la región más deforestada del mundo.

“Estoy siempre firme en mi posición de que el gobierno tiene que poner la cara y defender a un pueblo originario que recupera su territorio y todavía no vi ese gesto. Lo viste en la película, es como que se escapan de la toma de responsabilidades”, dice al término del estreno del filme, en el 27 Festival Internacional de Cine, el martes pasado, en Cinemark.

Cuenta que todavía no habló con funcionarios del nuevo gobierno, pero que se le hace difícil creer. Los Guaraní Ñandeva le piden que transfiera la propiedad a su nombre para poder defenderla, pero, se ve en la película, el cineasta teme por sus vidas, teme que termine pasando lo que ocurre en la Región Oriental, donde indigentes comunidades campesinas terminan alquilando las tierras a los propios sojeros.

Asunto grave

“Las energías las renovás si sos vos mismo, si mantenés una posición tuya, la mía es muy clara desde un comienzo, hace 10 años que es la misma”, dice.

Es insólito como las autoridades no se animan a plantear la posibilidad de una expropiación que haga posible sostener un manchón de verde donde sobrevivan un tiempo más la flora y fauna de una región única en el mundo. “Uno lo siente en su cuerpo y en su físico, pero duermo tranquilo porque sé que lo que estoy haciendo tiene cierta coherencia y ver cómo el público reaccionó a la película me dio también cierta satisfacción y hace pensar en esta cuestión. Hoy en día se me hace difícil creer, es como todas las utopias, lindas pero inalcanzables. Esta película seguirá siendo proyectada, espero que alguien tenga el coraje de proyectarla, porque aquí el pueblo paraguayo puede reflexionar sobre un asunto grave como la deforestación porque este es uno de los países en que se deforesta más en el mundo”, pide Incalcaterra. Ojalá lo veamos, lo escuchemos y sobre todo, lo dejemos llegar a Arcadia.

Continuación de la aclamada “El Impenetrable” (2012), también en codirección con la cineasta suiza Fausta Quattrini, esposa de Incalcaterra; “Chaco” obtuvo el Premio Greenpeace a la Mejor Película de Tema Ambiental del 32º Festival de Mar del Plata 2017; así como mejor película suiza de Visions du Réel (2018). Esta coproducción de Argentina, Italia y Suiza volverá a proyectarse este lunes, a las 13:15, en la sala 6 de Cinemark.

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