- POR CARLOS M. GIMÉNEZ
"Viví entre el '86 y el '88. Volví, por primera vez, a los diez años de haberme ido y regresé, desde entonces, tres veces más. La última vez en la que estuve fue en el 2013", contó Gabriela Alemán, que nació en Río de Janeiro (Brasil), debido a que su padre era un diplomático ecuatoriano; y por lo mismo llegó a Paraguay, cuando solo tenía 18 años.
En 1994, Alemán publicó su primer libro, sellando su sendero con la literatura. Con ella, Paraguay se coló discretamente entre sus palabras y el 3 de febrero del 2017 emergió, envolvente, con "Humo", su octavo libro y su tercera novela. Destacada por el New York Times y distinguida con el Premio Joaquín Gallegos Lara de Novela 2017, otorgado por el Concejo Metropolitano de Quito; la obra, publicada por Random House Colombia, presenta a una mujer que regresa a Paraguay luego de 17 años, y sus recuerdos se conectan a pasados anclados en la Guerra del Chaco (1932-1935) y con la dictadura de Alfredo Stroessner (ayer se celebraron 29 años de su caída).
–¿Por qué “Humo”?
–Es un título que tiene que ver con la novela, pero no de una manera directa. Existen varios tipos de humo, desde el que asfixia al que usamos para preparar platos ahumados. El humo, a lo largo del tiempo, ha sido incorporado a frases que hablan de engaño, "una cortina de humo", al "humo blanco" que señala una elección correcta. La novela salta en el tiempo, entre la década del treinta del siglo pasado y el 2004. Está el humo de Ycuá Bolaños, al fuego de la Guerra del Chaco, al humo que atraviesa la Historia e impide ver con claridad.
–¿A qué se debe que le llevó 12 años y 19 versiones? ¿Cuáles fueron algunas de sus principales fuentes para esta inspiración?
–Me demoré tanto porque tenía que encontrar el tono perfecto para contar la historia y la estructura idónea para poder saltar en el tiempo sin que el lector se pierda y eso me tomó doce años. A lo largo de los primeros tres años leí todo lo que cayó en mis manos y que busqué sobre la Guerra del Chaco, la dictadura de Stroessner, el guaraní, la historia paraguaya desde la colonia en adelante.
–¿Por qué eligió su propio nombre para uno de sus personajes centrales?
–Porque hay algo muy fuerte que le pasa a ese personaje en la novela y me pareció que poniendo mi propio nombre, acercando la ficción a la realidad, se crearía un efecto más fuerte sobre el lector. Utilicé mi nombre para que en esa línea borrosa que se crea entre lo ficticio y lo real se señale que lo que le ocurre al "personaje" Gabriela le puede ocurrir a cualquier mujer.
–¿Qué logros o satisfacciones te ha dado “Humo” hasta ahora?
–Que La Nación se interese por él, por ejemplo. Cuando escribía "Humo" soñaba con que el libro llegara a Paraguay. Por lo pronto parece que este año sale una edición alemana y brasileña del libro y, por lo pronto, se ha publicado en Colombia, Chile y México. El año pasado se incluyó a "Humo" entre los libros destacados del 2017 por el New York Times. Y tuve la enorme alegría de recibir una carta del padre Melià comentando su lectura del libro.
–¿Qué puede comentar sobre la dedicatoria al actor Beto Ayala (1967-2012) y al dirigente, periodista y artista Ricardo Buman (1947-2001)?
–Ricardo fue la primera persona que conocí al llegar a Asunción. Era una persona muy generosa y al llegar a su taller de telares acabé ingresando, también, a su bella familia. Sigo teniendo una linda amistad con su hijo, Jerónimo, ahora tan conocido por la construcción de la bicisenda a través de Paraguay. Cuando conocí a Beto, en los primeros meses de mi llegada, nos volvimos de inmediato cómplices y hermanos. Nunca dejamos de vernos, coincidimos en varios países y nos escribimos largas cartas y luego correos electrónicos para seguirnos la pista. Sigue siendo mi mejor amigo, él fue quién me introdujo a la lectura de los maravillosos libros del padre Bartomeu Melià y me habló de leyendas y realidades del Paraguay y me presentó a tantísimas personas a las que sigo queriendo y admirando del Paraguay.
–¿Cuánto le tocó vivir de la dictadura de Stroessner?
–El coletazo final de su dictadura, no estuve cuando ya terminó, pero lo viví momento a momento a través de la radio.
–¿Paraguay aparece en otras de sus obras?
–Un estudiante de literatura de la UNAM en México me hizo caer en cuenta de cuánto aparece, porque nunca lo había pensado. Paraguay se ha vuelto para mí como la aparición de Hitchcock en sus películas, una marca. Hay un cuento sobre Nietzsche y Paraguay en "Fuga permanente" que fue traducido al inglés (http://www.drunkenboat.com/db24/women-non-binary-noir/sarah-jane-foster-translating-gabriela-alem%C3%A1n); aparece en la novela "Body Time"; aparece en dos cuentos de la "Muerte silba un blues" y en "Los limones del huerto de Elizabeth", una larguísima crónica sobre Nueva Germania que ganó el Premio de Crónica CIESPAL en el 2014 y que publicó la revista Y en Paraguay.
–¿Cómo surgió y se desarrolló su pasión por la literatura?
–Yo soy lectora, antes que otra cosa, y de alguna manera, sin mayor planificación, comencé a escribir y aquí me tienes todavía.
–¿Qué puede comentar sobre su paso en el club Olimpia?
–Fue un privilegio para mí jugar basquetbol con el club Olimpia durante mi estadía en Asunción. A veces coincidíamos con las glorias futbolísticas del club en los entrenamientos, siempre eran entrenamientos nocturnos por el calor y porque todas trabajábamos o estudiábamos durante el día. Eran partidos a muerte, muy competitivos. Hasta el día de hoy tengo mi camiseta en un lugar privilegiado de mi casa.
–¿También trabajó en una galería de arte y realizó danza contemporánea en Asunción?
–Y estudié en la Universidad Católica, hice el preuniversitario de Filosofía e inicié periodismo. Trabajé en la Galería 530 de Jorge Codas y Gabriela Frers, con quien también estudié danza; con Antonio Pecci estudié mimo. Fue una época llena de enseñanzas y amistad.
–¿Cómo fue conocerle a Augusto Roa Bastos?
–Tuve la enorme suerte de participar en un encuentro de jóvenes escritores cerca de Málaga, en Mollina, España, en 1991. Éramos unas tres docenas de jóvenes rodeados por Juan José Arreola, Carmen Martín Gaite, Jorge Amado, Zelia Gattai, Mario Benedetti, José Saramago, Wole Soyinka, Augusto Roa Bastos, entre otros. Compartíamos nuestros días con ellos, desayunábamos, charlábamos, los escuchábamos. Todos eran leyendas vivas, fue una experiencia muy surreal.
–¿A qué autores/obras admira, que sean sus favoritos y/o influencias?
–Admiro a muchos autores, pero los que alimentaron "Humo" y son parte de él, porque hay citas textuales de sus obras, son Rafael Barrett, Rodolfo Walsh, Appleyard (a quien tuve la suerte de conocer), Bartomeu Melià, Toro Ramallo.
–¿Cómo ve actualmente la situación general de Paraguay, de su cultura/literatura?
–Sigo a ciertos escritores como Douglas Diegues, Monserrat Álvarez, Damián Cabrera, Jorge Canese, al trabajo en comic de Javier Viveros, a la revista Y que dirige Sebastián Ocampos y los textos que aparecen ahí, a los autores que aparecieron en esa gran antología que publicó Santiago Arcos en Buenos Aires "Los chongos de Roa Bastos" y que hizo que circularan los autores contemporáneos del Paraguay fuera de sus fronteras. No deja de sorprenderme el cine de Paz Encina, los lúcidos escritos de Ticio Escobar, la obra de Gabriela Zuccolillo, Ricardo Migliorisi y Julio Benítez, el Museo del Barro, un ejemplo de cómo montar un museo y hacer que el arte siga vivo dentro de él, y pudiera seguir, aunque quisiera saber más sobre cómo está el teatro y la danza ahora mismo en Paraguay.
–¿Sabe si “Humo” y sus otros libros se consiguen en Paraguay?
–Se consiguen versiones digitales para Kindle u otros soportes a través de Amazon, pero hasta el momento no hay ningún libro que se haya publicado en Paraguay. Espero que eso cambie este año.
–¿Qué puede anticipar sobre sus próximos proyectos?
–Estoy haciendo la adaptación a cómic de tres cuentos de César Dávila Andrade, en el centenario de su nacimiento. Aparte de escribir, soy socia de una pequeña editorial El Fakir (www.fakirediciones.com) donde publicamos géneros poco conocidos en Ecuador (como la novela gráfica) y reeditamos textos que han salido por una u otra razón del canon literario. También estoy escribiendo una nueva novela y un texto teatral.
PERFIL
Nacimiento: 30 de setiembre de 1968, Río de Janeiro, Brasil.
Formación: Traducción en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), Maestría en Literatura Latinoamericana en Andina Simón Bolívar (Ecuador), Doctorado en Tulane (Nueva Orleans).
Premios: Selección Bogotá 39, Beca Guggenheim, CIESPAL de Crónica 2014, Premio Joaquín Gallegos Lara 2014.
Obras: "En el país rosado" (1994), "Body time" (2003), "Poso Wells" (2007), "La muerte silba un blues" (2014).
EN EL RODAJE DE “PRESOS”
"Claro que he visto películas paraguayas", refirió Alemán. "Vi 'Hamaca paraguaya' de Paz Encina y varios de sus cortometrajes, '7 cajas' de Maneglia & Schémbori, 'Cuchillo de palo' de Renate Costa, 'Miss Ameriguá' de Luis Vera. En uno de los primeros cortometrajes de Juan Carlos Maneglia, 'Presos' (1987), donde actuaba Beto Ayala, yo cargué cables durante el rodaje", reveló.
"Escribí mi tesis doctoral sobre el cine ecuatoriano de ficción, un recorrido desde la década del veinte del siglo pasado hasta los inicios del siglo XXI y he escrito algunos ensayos académicos para libros especializados en cine latinoamericano", describió sobre su interés en el cine, citando sus textos "En el nombre de la hija" (2015), o "At the Margin of the Margins: Contemporary Ecuadorian Exploitation Cinema and the Local Pirate Market" (2009).