“Walter Benjamin y la pérdida del aura” se denomina el seminario online de estética que ofrece el Ateneo Paraguayo durante cuatro sesiones, todos los lunes, a las 19:00, a partir del próximo 5 de febrero. El curso está a cargo de Manuel Martínez Domínguez, investigador, profesor superior en educación musical, historiador, músico y artista visual.
“Iniciamos un nuevo módulo dedicado a la reflexión estética, con un pensador considerado clave en la disciplina: Walter Benjamin. El seminario propone un recorrido por los principales conceptos y cuestiones que le preocuparon, y cómo sus respuestas siguen influenciando la narrativa artística contemporánea”, indican desde el Ateneo. “Nos acercaremos a su pensamiento través de textos de autores contemporáneos como Eduardo Grüner, Elena Oliveras, y Cecilia Bettoni, que habla de la imagen latente”.
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La propuesta está dirigida a estudiantes de arte, profesores de historia del arte, historiadores, público interesado en general. Contenido programático adaptado y equiparable a los de universidades del exterior. Al final del seminario, se otorga certificado de participación por 8 horas cátedra. La inversión es de G. 250.000. Informes e Inscripciones a los teléfonos: (021) 491-495 y 0982 474-991 (WhatsApp), con horario de atención de 14:00 a 18:00.
La estética constituye la reflexión filosófica de cuestiones relativas al arte. Si bien esta disciplina nace en el siglo XVIII, sus fuentes se encuentran en la antigua Grecia, donde surgen las categorías, aún vigentes, que permiten la aludida reflexión. Constituye una herramienta esencial para quienes quisieran adentrarse a las preguntas más frecuentes que rodean a la práctica artística. El contemporáneo cruce de ética y estética hace que las cuestiones iniciadas por los griegos desde nuevas perspectivas adquieran singular actualidad.
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Ateneo homenajea los 60 años de la “música antigua” en Paraguay
Este martes 12 de agosto, a las 20:00, en el Ateneo Paraguayo se realizará un concierto por la conmemoración de los 60 años de la instauración del concepto de “música antigua” y su práctica en el Paraguay moderno. Al recital se suma una muestra de documentos vinculados al curso que dictó el brasileño Heitor Alimonda en 1965: fotografías, programas, recibos y otros documentos que dieron origen a lo que actualmente conocemos como “música antigua”.
En homenaje al concierto celebrado el 12 de agosto de 1965 se incluirá en el programa una de las obras interpretadas en aquella ocasión: “Trío Sonata No. 5 en La menor” de Georg Philipp Telemann, con la participación de Rocío Cáceres (flauta), Carlos Tomás González (violín) y Stefano Pavetti (clavecín). También interpretrán “Sonata in Re maggiore” (Leonardo Vinci), “Sonata II “Le Vibray” (Michel Blavet) y “Concierto en Sol Mayor” (G. P. Telemann), con Dulce Acosta (viola). El acceso es libre y gratuito.
El 12 de agosto de 1965, en el marco de los tradicionales encuentros semanales denominados “los jueves del Ateneo”, se llevó a cabo el concierto clausura de un curso de música de cámara dictado por el pianista y compositor fluminense Heitor Alimonda (Río de Janeiro, 1922-2002).
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Antecedente histórico
El curso de Alimonda se realizó en el Ateneo durante una semana, y fue auspiciado por la Embajada de Brasil en Paraguay. Durante la década de 1960, más allá de las desavenencias diplomáticas en torno a la posesión de los Saltos del Guairá, el Brasil aparecía como el gran aliado del Paraguay en el contexto de la “marcha hacia el Este”.
La “marcha hacia el Este” fue una estrategia geopolítica y económica impulsada por el régimen estronista. Consistió en un desplazamiento del eje de integración regional desde Argentina hacia Brasil, con profundas implicancias para el desarrollo territorial, la infraestructura, y las alianzas internacionales, pero también para la cultura paraguaya.
Alimonda abordó el tema de la música de cámara como aquella que convoca a poca cantidad de intérpretes, y que puede ser interpretada en salas pequeñas, como la del Ateneo. De esta forma, se trabajó el piano a 4 manos, el canto con acompañamiento de piano, los dúos de violín con piano, los tríos, y una categoría particularmente destacada: la música barroca.
La deconstrucción del barroco permitió, al mismo tiempo, revisar dos estilos anteriores que no se encontraban en los programas de los paraguayos: el Renacimiento y la Edad Media. De esta forma, se instaura la práctica de lo que desde entonces comenzó a denominarse “música antigua”, es decir, aquella hecha por ensambles cuyo repertorio incluía música medieval, renacentista y barroca.
Del curso de Alimonda participaron cantantes, flautistas, y pianistas como Lilian Díez Serrano de Sandoval, Gloria Cresta, María Elena Boungermini Genovese, Natalia Buzarquis de Miranda, Nelly Jiménez, entre otros; así como los violinistas Lilian S. D´Amore y Jorge Báez Roa.
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Influencia local
El encuentro con Alimonda influyó principalmente en Nelly Jiménez, que al poco tiempo se dedica a la interpretación de música medieval, renacentista y barroca, principalmente con ensambles de flauta dulce. Nelly Jiménez viajó en varias ocasiones al Brasil, y a fines de la década de 1960 e inicios de la de 1970, a Santiago de Chile, donde fue discípula del compositor Juan Amenábar (Santiago, 1922-1999).
Desde este curso en el Ateneo, Nelly Jiménez abandona la carrera de pianista clásica, y transita dos aspectos inexplorados de la música paraguaya de entonces: la música antigua, y la música vanguardista. Jiménez es la primera compositora paraguaya de música electroacústica. El “Ensamble asunceno de música de cámara”, dirigido por Nelly Jiménez, fue la primera agrupación de música barroca que conoció el Paraguay moderno. El concepto y la práctica de los ensambles, es uno de los grandes aportes de la música académica brasileña a la música paraguaya.
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Conmemorarán el Bicentenario de Uruguay en el Ateneo Paraguayo
El Ateneo Paraguayo, con el apoyo de la Embajada de la República Oriental del Uruguay en Paraguay, realizará dos eventos en el marco de las celebraciones por los 200 años de la independencia de la República Oriental del Uruguay, Bicentenario que se conmemora el próximo 25 de agosto. Se ofrecerá un concierto de gala y una clase magistral gratuita para pianistas.
Primeramente. el destacado pianista uruguayo Miguel Lecueder ofrecerá un concierto único en Asunción, con un repertorio selecto que celebra los lazos culturales entre Paraguay y Uruguay a través de la música clásica. Será el martes 26 de agosto, a las 20:00, en la sede del Ateneo Paraguayo en Nuestra Señora de la Asunción 820, con entradas limitadas. Reservas e informes vía WhatsApp: 0982 474 991.
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Miguel Lecueder es una de las figuras más relevantes del piano iberoamericano. Declarado Ciudadano Ilustre de Artigas, ha sido premiado en concursos internacionales en España, Brasil, Francia y Estados Unidos. Se ha presentado en salas emblemáticas como el Carnegie Hall (Nueva York), Teatro María Callas (Atenas), Teatro Nacional (Costa Rica) y el Teatro Príncipe de Asturias (España). Su trayectoria ha sido aclamada por la crítica internacional, destacando su virtuosismo, musicalidad y profunda sensibilidad interpretativa.
Aprovechando su visita, el maestro Lecueder ofrecerá una clase magistral gratuita dirigida a estudiantes avanzados y profesionales del piano, el miércoles 27 de agosto, a las 9:00. Una oportunidad imperdible para perfeccionamiento técnico y encuentro con uno de los más reconocidos intérpretes del continente. Cupos limitados. Si bien la masterclass es gratuita, los certificados son opcionales y tienen un costo de G. 50.000.
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Nietzsche, Camus y la cuestión del sentido de la vida
- Gonzalo Cáceres
- Fotos: Gentileza
La búsqueda del sentido de la vida toma fuerza en tiempos de crisis existencial, angustia y desesperanza, por lo que estudiar a Friedrich Nietzsche y a Albert Camus parece una suerte de provocación vital. Estos grandes pensadores nos obligan a mirar al abismo, sí, pero también nos invitan a encender una luz.
Desde Platón hasta el advenimiento del cristianismo, el pensamiento occidental afirmó que la vida, toda la existencia, encuentra la razón de ser en algo superior: un mundo ideal/divino, un Dios eterno y omnipresente, una verdad universal.
Sin embargo, en el siglo XIX, Nietzsche irrumpe como un rayo que destruye estos supuestos y anuncia algo radical: “Dios ha muerto”.
Pero esta “muerte” no es un “triunfo” del ateísmo ni una visión vacía, sino la herida misma en el corazón del hombre moderno. No es que Nietzsche acabe con Dios; es la cultura moderna la que, al abrazar la ciencia y la razón, desvirtuó viejas creencias. Pero Nietzsche advierte sobre el vacío, un peligroso vacío (el nihilismo). Si no hay más verdad absoluta, ¿para qué vivir?
Nietzsche llama a Platón el gran “calumniador de la vida” y acusa al cristianismo de ser una “moral de esclavos” que glorifica la debilidad, el sacrificio y la sumisión. Para él, estas ideas nacen de la incapacidad de aceptar la vida en esplendor (con su dolor, su injusticia y su caos).
POSIBILIDAD CREADORA
El pensador alemán transforma esta catástrofe en una posibilidad creadora. La vida, en su crudeza, en su devenir constante, es para él lo único real, el centro de todo. Pero esta vida no posee un sentido explícito: hay que crear un sentido. Aquí surge la idea del Übermensch, el superhombre, no como un ser superior por naturaleza, sino como aquel que tiene el coraje de afirmar la vida.
El superhombre no espera salvación ni justificación: baila sobre el abismo. Nietzsche desprecia las explicaciones consoladoras. La religión, la moral tradicional, incluso la filosofía que busca (o impone) verdades, son para él síntomas de debilidad, intentos de huir del sufrimiento inherente a la existencia. En cambio, propone una ética del coraje y la afirmación, condensada en el “eterno retorno” (vivir como si uno tuviera que repetir su vida una y otra vez, idéntica en cada detalle).
EL ABSURDO
Un siglo más tarde, Albert Camus recoge ese desafío, pero lo transforma y lo dota de un fondo novedoso al abordar la pregunta más radical: si la vida no tiene un objetivo, si el universo es indiferente a lo que somos, ¿vale la pena seguir viviendo?
El referente existencialista se nutre de un enfoque más comprensivo y parte del reconocimiento del absurdo (el choque entre el deseo humano de sentido y el silencio irracional del mundo) y asume directamente que el universo no ofrece respuestas a la experiencia humana. Tal cual suena, tal cual es.
Pero en lugar de ceder ante la desesperación (le dedicó ríos de tinta a la compresión del suicidio), el franco-argelino propone una rebelión: no afirmar la vida a ciegas, como Nietzsche, sino sostenerla en plena conciencia del sinsentido.
En el célebre mito de Sísifo, el hombre empuja una roca cuesta arriba sabiendo que caerá y, sin embargo, no se rinde, sino que lo acepta. Este acto de conciencia es su victoria y su grandeza.
LIMITACIÓN HUMANA
Hay un matiz esencial entre ambos pensadores. Nietzsche, motivado por la fuerza creadora del individuo, sueña con una transformación radical de la humanidad. Su tono es trágico y heroico. Camus, en cambio, es más contenido (y ético). Es decir, no se trata de convertirse en superhombre, sino de vivir y realizarse con dignidad dentro de los límites humanos.
Donde Nietzsche afirma, Camus resiste. Donde Nietzsche busca transfigurar el mundo, Camus se aferra a su belleza (a lo efímero). Ambos, sin embargo, coinciden en que el sentido de la vida no está dado, sino que debe cimentarse desde el coraje y la lucidez.
Porque tal vez, como diría Nietzsche, quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo. Y si ese porqué no viene del cielo ni de los textos sagrados, habrá que buscarlo (o crearlo) en la tierra misma: en la amistad, en el arte, en el riesgo, en el amor, en las distintas situaciones, a pesar de todo.
La vida no tiene sentido, salvo el que nosotros le damos. No hay un significado inscrito o por revelarse en la inmensidad. Y dar sentido no es descubrir, sino crear, como el artista que pinta sobre un lienzo en blanco. El sentido es una tarea.
Como afirma Camus, uno puede crear significado (en la vida) a través del propósito y esta ecuación nos llevará a estar satisfechos con nuestra existencia, a experimentar lo que se conoce como felicidad.
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Conmemoran el centenario de Florentín Giménez
Con motivo de los 100 años del nacimiento del maestro Florentín Giménez (1925-2021), el Ateneo Paraguayo invita a dos jornadas conmemorativas que celebran su vida y su obra, en diálogo con su valiosa contribución a la música nacional. Ambas actividades serán con entrada libre y gratuita en la sede de la institución, ubicada en Nuestra Señora de la Asunción 820, en Asunción.
Primeramente, se realizará un conversatorio el martes 17 de junio a las 19:00, con la participación de Alfredo Colmán y Manuel Martínez Domínguez, mientras que María Cristina Melot y Nelson Quintana darán lectura de poemas. El jueves 19 habrá un concierto a las 19:00, con el estreno de sus canciones de cámara, a cargo de la soprano Alejandra Meza y el pianista Alfredo Colmán.
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Florentín Giménez nació 14 de marzo de 1925, en Ybycuí, y falleció en Asunción el 11 de marzo de 2021. La velada del jueves contará con la participación especial del Coro Años Dorados, con la dirección de Néstor Morel Aquino. La primera parte del programa presentará las obras de Florentín Giménez en arreglos corales: “Gloria de mis ensueños”, “Cerca de ti”, “Quiero ser” y “Así canta mi patria”.
La segunda constará de: “Tus hoyuelos amados” (letra de F. Giménez), “Romanza del beso” (J. M. Frutos Pane), “Nocturno de la Chacarita” (H. Sánchez Quell), “Mi vieja casa” (E. Báez), “El valle de nuestro amor” (C. Gómez y J. C. Riquelme), “Ese rosal de mi huerto” (C. Gómez y J. C. Riquelme), “En el nido de tu reja” (E. Báez), “Por el río” (F. Giménez) y “Cuando florece mi valle” (F. Giménez).
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