El director iraní Alí Abbasi mostró este domingo en Cannes un retrato escalofriante de la violencia contra las mujeres en su país con “Holy spider”, una película que cuenta el caso real de un asesino en serie. Saeed Hanaei mató entre 2000 y 2001 a 16 mujeres en la ciudad santa de Mashhad, la segunda urbe del país, un lugar de peregrinaje para los chiitas en el mundo entero, pero también un lugar de tránsito de la droga entre Irán y Afganistán.

Hanaei, un veterano de guerra casado y con hijos, fanático religioso, la emprende con las mujeres drogadictas que se prostituyen en las calles de la ciudad. Una periodista recién llegada de Teherán se empeña en desenmascararlo, a riesgo de su propia vida.

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“No tengo la impresión de que sea una película antigubernamental. Lo que describe no está lejos de la realidad” declaró Abbasi a AFP “y si alguien tiene un problema, es con la realidad, no conmigo”, enfatizó.

"No tengo la impresión de que sea una película antigubernamental. Lo que describe no está lejos de la realidad y si alguien tiene un problema, es con la realidad, no conmigo", enfatizó el director de cine iraní Alí Abbasi. Foto:AFP.

Exiliado en Europa desde hace décadas, Abbasi no pudo filmar esta película en su país de origen, y tras intentarlo en Turquía, acabó en Jordania, con actores iraníes que han puesto en juego su carrera para participar en el proyecto.

Mehdi Bajestani es un actor conocido en su país, tanto en cine como en teatro y televisión. “El público occidental no puede darse cuenta del riesgo que corre con este papel” de asesino, asegura Abbasi.

La periodista es interpretada por Zar Amir Ebrahimi, una actriz también de éxito que tuvo que abandonar su país después de que se filtrara un video íntimo. Vive actualmente en París. Abbasi ya ganó en Cannes el premio de Una Cierta Mirada con “Border” (2018).

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Aunque solo sea por las escenas explícitas de sexo y violencia, “Holy spider” tiene escasas probabilidades de ser vista algún día en Irán. La película transpira un ambiente sórdido y angustiante, no solo de puertas adentro, sino en las calles, comisarías y tribunales del país, sometido a un régimen teocrático.

Abbasi apuesta por filmar frontalmente los asesinatos. Pero también tiene la delicadeza de mostrar a esas prostitutas como mujeres con una vida, seres humanos con un nombre y una historia.

Ni siquiera cuando se aplica la justicia hay resquicio para la esperanza en Irán, advierte Abbasi. El asesino recibió apoyo popular, y la película se cierra con una mirada desoladora hacia el futuro, con los hijos del asesino en serie.

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