“Me di cuenta de que no podía seguir apoyando la desinformación de Spotify que amenaza la vida del público amante de la música”, dijo Neil Young, sobreviviente de la polio, en una carta abierta a Spotify, en su ultimátum para que la plataforma escoja entre su música y el famoso y controvertido podcaster Joe Rogan, se ha convertido en un punto álgido en el debate sobre la desinformación digital y la responsabilidad corporativa de moderarla.

Esta semana, el prolífico rockero exigió al gigante del streaming que eliminara su música (con 2,4 millones de seguidores y más de seis millones de oyentes mensuales), a menos que estuviera dispuesto a eliminar a Rogan, cuyo programa es el más popular de la plataforma, pero es ampliamente acusado de vender teorías de conspiración.

Rogan, de 54 años, desaconsejó la vacunación en los jóvenes y promovió el uso no autorizado del fármaco antiparasitario ivermectina para tratar el coronavirus. Su desafío se produjo tras una demanda de cientos de profesionales médicos que pedían a Spotify evitar que Rogan promoviera “varias falsedades sobre las vacunas contra el covid-19″, con las que, según dijeron, estaría creando “un problema sociológico de proporciones devastadoras”.

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Rogan, quien tiene un contrato exclusivo de 100 millones de dólares por varios años con Spotify, prevaleció en la decisión de Spotify. El miércoles, los éxitos de Young, incluidos “Heart of Gold”, “Harvest Moon” y “Rockin’ In The Free World”, comenzaron a desaparecer de la plataforma.

La compañía, que el miércoles expresó su “pesar” por la maniobra de Young y citó la necesidad de equilibrar “tanto la seguridad para los oyentes como la libertad para los creadores”, no respondió a una solicitud de comentarios de la AFP.

El año pasado, su director ejecutivo, Daniel Ek, le dijo a Axios que no creía que Spotify, que recientemente comenzó a invertir fuertemente en podcasts, tuviera la responsabilidad editorial de Rogan. Comparó al podcaster con “raperos realmente bien pagados”, asegurando que “tampoco dictamos lo que están poniendo en sus canciones”.

“No tiene una política clara”

La medida de Spotify generó aplausos en internet de organizaciones como Rumble, una plataforma de transmisión de video popular entre la derecha, que le dio crédito a la compañía sueca por “defender a los creadores” y defender “la libertad de expresión”. Pero Young, de 76 años, también recibió grandes elogios por tomar una posición, incluso del jefe de la Organización Mundial de la Salud. El músico ha instado a otros artistas a seguir su ejemplo.

Summer Lopez, directora sénior de los programas de libertad de expresión en la organización sin fines de lucro PEN America, enfatizó que “probablemente es uno de los únicos artistas que realmente podría permitirse hacer este tipo de llamado”.

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“Tiene todo el derecho de hacerlo”, indicó el defensor del PEN, una organización dedicada a defender la libertad de expresión. No obstante, expresó su preocupación por “llamados más amplios para boicotear Spotify”, porque “es un lugar esencial para que los artistas lleguen a sus audiencias y una fuente de ingresos”.

El papel de plataformas como Spotify para moderar el contenido es complejo, apuntó López, porque a diferencia las redes sociales, es un servicio “diseñado principalmente para amplificar el arte y las obras de arte”. E indicó: “Creo que el problema real aquí es que Spotify no tiene una política clara sobre esto”, además planteó preguntas sobre si “existe alguna independencia significativa” entre “el proceso de toma de decisiones y sus preocupaciones comerciales”.

El podcasting pasó desapercibido

En los últimos años, los titanes de los medios en línea, incluidos Facebook y YouTube, han sido criticados por permitir que los teóricos de la conspiración difundan sus puntos de vista. Pero a pesar de su crecimiento explosivo, el podcasting ha pasado desapercibido.

Valerie Wirtschafter, analista sénior de datos de Brookings Institution que estudia el comportamiento político y de los medios contemporáneos, explicó que se debe principalmente a que “es un espacio tan grande y descentralizado”. Sin embargo, admitió que el audio es un medio particularmente potente para difundir falsedades: “Hay una especie de experiencia personal que sucede allí”.

La intimidad del sonido combinada con el estilo conversacional de los podcasts permite a los oyentes procesar la información de una manera que “potencialmente la convierte en un medio más fuerte para que estas falsedades, para esta información errónea, se enconen”.

Fuente: AFP.

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