Para la edición 35ª del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, la pandemia de COVID-19 tampoco pasó desapercibida, debiendo trasladar buena parte de su programación y actividades especiales a las plataformas digitales, entre el 21 al 29 de noviembre pasados.
Pese a ese marco, hubo participación paraguaya en esta entrega. Por una parte, la crítica, guionista y docente Alexandra Vázquez fue seleccionada para el 3° Taller de Crítica y Jurado Joven, que entregó el Premio de la Crítica Joven a la Mejor Ópera Prima Latinoamericana para “Historia de lo oculto” de Cristian Ponce (Argentina), así como una mención para “Como el cielo después de llover” de Mercedes Gaviria (Colombia, Argentina).
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Paraguaya, de 32 años, Alexandra Vázquez tiene un Máster en Crítica Cinematográfica, es egresada de Aula Crítica (Barcelona) y licenciada en Cinematografía de la Universidad Columbia del Paraguay. Escribe para “El espectador imaginario” de España y para “La pistola de Chéjov”. Es guionista y docente en la carrera de Cinematografía de la Universidad Columbia.
Vázquez fue elegida para esta tercera convocatoria junto a: Karina Solórzano (México), Pablo Roldán (Colombia), Federico Galindo (México), José Manuel Parra Zeltzer (Chile), Florencia Romano (Argentina) y Andrés Suárez (Colombia). En la segunda edición ya había acudido otro paraguayo, Emmanuel Báez, autor de “Cinéfiloz”.
Corto de Rodrigo Gastiaburo
Por otra parte, dentro de la programación del festival hubo un cortometraje paraguayo. En la selección del 34° Premio Georges Méliès Concurso de Cortometrajes participó “Pasadas por agua”, de Rodrigo Gastiaburo. Además, vale recordar que el jurado de este premio tuvo a la cineasta paraguaya Paz Encina (“Hamaca paraguaya”) como presidenta, acompañada por Mercedes Morán, Benjamín Ávila, Ariel Winograd, Micaela Domínguez Prost, Rémi Guittet y Hélène Métailié.
Luego de su corto de terror “Ex Clínicas”, Rodrigo Gastiaburo se presentó al concurso con una obra de 7 minutos. La sinopsis anticipa: Se fue la luz, el calor es agobiante. En plena pandemia, Ana, embarazada por primera vez, está llena de miedo pero las historias pasadas de su abuela y su mamá, le ayudan a enfrentar sus propias inseguridades. La abuela, la hija y la nieta se preparan para limpiar la casa antes de que se corte el agua.
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Los ganadores
La inusual edición entregó sus galardones el último fin de semana. En la competencia internacional, “El año del descubrimiento” de Luis López Carrasco ganó el Premio Astor Piazzolla al Mejor Largometraje. Mientras que “Isabella” de Matías Piñeiro ganó dos trofeos, el Premio Astor Piazzolla a la Mejor Dirección, y a la Mejor Interpretación, para María Villar. Nicolás Prividera fue distinguido por el guión de “Adiós a la memoria”; y el Premio Especial del Jurado fue para “Moving on” de Yoon Dan-bi.
En la competencia latinoamericana destacaron “Los Conductos” de Camilo Restrepo como mejor largometraje; con dos menciones, para “Mascarados” de Marcela Borela y Henrique Borela, y para “Fauna” de Nicolás Pereda. En el apartado argentino se destacó “El tiempo perdido” de María Álvarez, con mención para “Las ranas” de Edgardo Castro; así mismo, el Premio “José Martínez Suárez” a la Mejor Dirección fue a manos de “Esquirlas” de Natalia Garayalde.
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Sobre la no muerte de dos barcos gloriosos
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que los barcos “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Alguna noche tormentosa pude ver cómo un viejo barco pesquero soltó amarras desde el puerto de Mar del Plata –unos 1.662 kilómetros al sur de mi querida Asunción– para navegar en medio de la borrasca hasta encallar para siempre a unos cientos de metros del cruce de dos de las más importantes avenidas de la ciudad –Constitución y Félix Ubaldo Camet–, donde quedó para siempre.
Era el 20 de junio de 1991. Inolvidable. El “buque fantasma”, como inmediatamente la imaginación popular comenzó a llamarlo, posibilitó la circulación de innumerables historias que, con increíble frecuencia, vuelven a ser parte de las conversaciones cotidianas.
Especialmente, en los inviernos cuando ese tipo de historias resultan tan atractivas en aquellas zonas de climas inclementes que estimulan los encuentros con amigos y amigas para poner límite concreto a los malos tiempos con el calor de la amistad y algunos buenos vinos.
Algunos y algunas –exóticamente, por cierto– llaman desde aquella noche a la embarcación aludida como “el holandés errante”, que –según una muy antigua leyenda marina– da cuenta de un barco que –sin sus tripulantes– (nunca me explicaron por qué) fue condenado a navegar eternamente sin poder descansar en puerto alguno.
“EL BARCO FANTASMA”
Otros, con simpleza, lo mencionan solo y simplemente como “el barco fantasma” y aseguran que el Marcelina de Ciriza –así se llama aquel pesquero español malogrado por razones que aún hoy no son tan claras– piloteado por ánimas exhaustas zarparon cuando el vendaval arreciaba.
Navegaron unos 15 kilómetros con algunas de sus luces de navegación e internas encendidas y, luego cuando no pudieron superar el desafío de olas de más de tres metros de altura, lo dejaron ir hasta que, escorado a babor, quedó allí para siempre. “Las almas del Marcelina decidieron el lugar en el que querían descansar eternamente”.
Solo Duke, un perro callejero que descansaba en su interior cuando se inició aquel último viaje, consiguió escapar a nado hasta llegar exhausto a la playa cercana. Durante algunos años los mástiles del Marcelina de Ciriza fueron atracción para lugareños y visitantes. Ya no. Sus restos están allí –algunos de los que aquí residimos lo sabemos–, pero nada de ellos emerge ni es visible.
Sin embargo, el Marcelina de Ciriza no cayó en el olvido. En una veintena de días, se trepará nuevamente a los contenidos tanto de los medios tradicionales como de los que forman parte de los ecosistemas digitales. Misterios marinos.
¿MUEREN LOS BARCOS?
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? Quienes saben de mitología –no es mi caso– sostienen que “no mueren”. Aunque inmediatamente precisan que no morir, para las embarcaciones, aplica porque devienen en leyenda o, acaso, son parte de la historia misma.
Carlos Papageorgiou –seguramente fallecido y que descanse en paz– que en el Bajo Belgrano, mi pueblo natal en Buenos Aires, comercializaba pieles y evitaba magistralmente las aduanas, decía ser marino mercante y amigo “desde la niñez” de Aristóteles Onassis.
El nombre del archimillonario propietario de la isla de Skorpios se mencionaba con frecuencia en el barrio. Sus parientes más cercanos residían justo en un chalé ubicado en la esquina de las calles Daniel de Solier y Pablo Ricchieri, a menos de tres cuadras del estadio Más Monumental de River Plate.
El caso es que el escurridizo comerciante y contador de historias muy antiguas ya mencionado relataba incansablemente que el mítico barco Caronte era el transporte de las almas de quienes morían hasta la presencia de Hades, el dios del inframundo.
Con presuntuoso tono académico (¡hasta impostaba su voz!), don Papageorgiou, a quienes con frecuencia nos sentábamos a su mesa en el desaparecido café Timi (ahora Lidoro), nos explicaba que “los nórdicos, los vikingos, también tenían un barco –el Naglfar, que llevaba a quienes morían en el Ragnarök”.
Al parecer, siempre según aquel relato atrapante para adolescentes que queríamos dejar de serlo, eso significaba conducirlos hasta su lugar, hasta los dioses, hasta alcanzar sus destinos. Por esa razón –bastante poco razonable, como casi toda cuestión en la que se involucran algunas incomprobables creencias populares– es que el viejo Carlos enfáticamente aseguraba que “los barcos nunca mueren porque son parte de la travesía hasta la batalla final”.
Apresurado, siempre, dejaba la mesa sin pagar sus varios cafés ni despejar nuestras dudas que “quedarán aclaradas totalmente otro día cuando les contaré más en detalle”.
¿Cómo mueren los barcos? ¿Mueren? ¿Dónde mueren? Tal vez porque ese interrogante no me abandona es que, asiduamente, miro hacia el mar en busca de esa respuesta que –sin dejar de lado mi curiosidad incansable– se repite una y otra vez tanto despierto como en situación de vigilia.
PRETENSIÓN
“No fue aquel un día como el de hoy. No. Ni parecido. No. Son bien diferentes. El de hoy –presiento, aunque me duela y lastime– es de recuerdos... de repasos... de búsquedas... Como desde hace algún tiempo, en procura de respuestas y de imaginar estrategias para comprender, en poco tiempo, lo que no puedo discernir en 81 años ¡Vaya pretensión de sobreviviente...!”.
Ese fue el decir susurrante que escuché. Me sorprendió. Creí que estaba solo. Miré fijamente a ese viejo –posible amante del mar o navegante entristecido– con el deseo de descubrir sus misterios y secretos.
Parecía no verme. Sentado en el punto más extremo de la “escollera sur”, a los pies de un san Salvador (patrono de los pescadores) gigantesco, en Mar del Plata –uno de mis lugares en el mundo– con sus ojos vidriosos clavados en un horizonte siempre lejano, murmuraba y, de a ratos, buscaba entre las páginas de lo que imagino como una especie de bitácora de su vida.
Leía, la guardaba celosamente en el bolsillo interno de su parca arenosa y volvía a murmurar. Me alejé unos pocos pasos. Procuré ser respetuoso de su soledad que imaginé solo habitada por fantasmas. Volví a verlo. Porteño y tanguero, al fin, creí descubrir allí sentado, de cara al mar, al “ciego inconsolable del verso de Carriego que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral” que magistralmente pintara y describiera en 1949 Homero (Manzi) en “El último organito”.
Los relojes marcaban las 7:48 del 19 de mayo de 2025. El sol asomaba imponente sobre el horizonte. El cielo regalaba algunas pinceladas tímidamente rosas. Algunas nubes pequeñas anuncian, sin embargo, que su reinado en el firmamento le será disputado rápidamente. Nada es para siempre. Gaviotas cocineras, australes y de Orlog nos sobrevuelan en busca de alimento. Algunas vuelan detrás de los barcos.
IMPRECISIÓN
Sé que no mucho tiempo atrás estas aguas tan frías como tranquilas en esta mañana fueron surcadas por algunos buques de guerra que, tal vez, hayan navegado hacia el sur. Ningún dato es preciso. “Todos mienten”, sentenció con precisión el espinoso Doctor House desde la tele. Sé qué es cierto en la era de la mentira.
Pese a ello, un par de días más tarde de aquel hoy, varios pescadores de cercanía –por llamarlos y describirlos de alguna manera comprensible para todos y todas a quienes se ocupan de la pesca costera algunas veces con barcas amarillas– me dicen que muy temprano ese lunes 19 vieron zarpar a varios buques de la Flota de Mar.
“Desde mi lancha los miramos pasar en silencio”, dijo un pescador claramente conmovido. “Dejaron la base (naval Mar del Plata) los avisos ARA Bahía Agradable y ARA Puerto Argentino y, junto con ellos, también zarparon la patrullera ARA Contralmirante Cordero y la corbeta ARA Espora. No iban hacia el mar con alegría”.
Por unos minutos enmudeció. “Remolcados iban el aviso ARA Alférez Sobral y la corbeta Drummond. Heridas gravemente por los años y agotadas por cientos de misiones”, agregó.
INEQUIDAD
El veterano pescador y sus tripulantes exudaban tristeza mientras hablaban –algunos en voz muy baja– y manipulaban las redes con las que luego irán por la corvina, la pescadilla y el gatuzo para ganarse la vida con la ‘pesca del día’”.
La inequidad también está en el mar. Volví a mirar al misterioso viejo. Por largos minutos no me atreví a hablarle. No recuerdo siquiera si lo intenté sin éxito o, finalmente, lo hice. Solo lo interrogaba observándolo. A nuestro alrededor solo viento rugiente, frío y olas que tienen el color oscuro del Atlántico Sur y golpean con fuerza contra las rocas.
“Tenemos la misma edad con el Sobral, 81. Los dos nacimos en 1944. Yo, en algún lado donde mi madre en situación de pobreza y sin mi padre a su lado encontró para parir cerca del mar y él, el 29 de setiembre en Orange, Texas. Siempre que pude lo visité y cada vez que zarpó, desde este mismo lugar, lo despedí.
Como hoy, aunque con el dolor de saber que no volverá, pero con algo de tranquilidad porque supe lo que sufría cuando lo dejaban amarrado, en algún puerto con el agua salada mojándole el casco y la quilla mientras que sus mástiles se secaban y corroían hasta ser carcomidos y mostrarse herrumbrosos”.
Silencio. Una pequeña voluta de humo blanco que la ventisca impiadosa fagocitó inmediatamente, junto con la incomparable percepción olfativa de ese aroma tan clásico como inconfundible, seductor y placentero que emerge de una mezcla aromática de tabacos madurados –seguramente Golden Cavendish– quemándose en la cazoleta de una pequeña pipa Author, me permitió imaginar que ese “viejo marino” –así lo llamaré– bien sabía de qué hablaba.
Me senté a su lado para escucharlo y percibirlo con más claridad. Curtidos pómulos rosáceos, descuidada barba entrecana. Ojos muy oscuros clavados en algún lugar y, hasta quizás, en sus recuerdos, imaginé por su impronta y sus pocas pero profundas palabras que expresara y que pude escuchar. Vivir también puede ser un ejercicio permanente de memoria.
RECUERDOS
Cubría su cabeza con una vieja gorra de capitán prisionero en el campo de concentración de algunos recuerdos recordables que, incluso, podrían remitir a tiempos fugazmente gloriosos. Nada es para siempre. Tampoco la gloria.
Durante un largo rato permanecí mirándolo. Solo mirándolo. Creo que ni siquiera registraba mi presencia. No me atreví a interrumpir la que doy por cierto era su retrospección. Me pareció sacrílego hacerlo.
“La memoria no es solo nostalgia”, sostiene el papa León XIV, quien enfáticamente asegura que también “es la raíz del propósito y el mapa del significado” que cada quien, y cada cual, procura y, tal vez, consigue para darle o encontrarle sentido a la vida… o a la muerte. Memoria y recuerdo. Dos situaciones bien diferentes que marcan con precisión la enorme distancia que existe y separa anatómicamente al cerebro del corazón.
Si el cuerpo fuera del impreciso tamaño del universo, me animo a pensar y decir que cuarenta centímetros pueden ser miles de kilómetros de años luz en otros escenarios, en otras situaciones. Inhalé profundo. Un vaho salitroso rayano en la hiperoxia saturó mis pulmones.
Unos seis mil seiscientos sesenta y pocos kilómetros hacia el este está Sudáfrica. El anchísimo Atlántico Sur se interpone entre los dos continentes. Y allí también se guardan –voluntaria o involuntariamente– millones de secretos.
Lo tengo claro. Se dice –desde hace algunos días, aunque a fuerza de ser precisos no queda claro– que los buques de guerra que partieron desde la Base Naval Mar del Plata arrastraron al ARA Drummond y al ARA Sobral hasta un lugar no precisado distante entre 90 y 100 millas náuticas de la ciudad de Necochea, unos 135 kilómetros al sur de aquí.
Según la explicación de varios marinos de guerra –casi todos veteranos de Malvinas cuyas identidades preservaré– una vez allí, “en esa posición, por la tarde del 21 de mayo, en el transcurso de un ejercicio de artillería, los dos buques fueron hundidos. Quedarán en el mar Argentino para siempre”.
Muy probablemente, los mismos sensores hidroacústicos que triangularon con total precisión dónde terminó sus días el submarino ARA San Juan el 15 de noviembre de 2017 también “escucharon” el fin de las dos embarcaciones respetuosamente cañoneadas. El alférez José María Sobral –héroe naval, en cuya memoria uno de esos buques que combatió en Malvinas fue bautizado y permanecerá para siempre en el fondo del mar– también murió cuando cumplió 81 años, el 14 de abril de 1961.
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Convocan a postular películas y cortos para Asuficc
Asunción se prepara para recibir una nueva edición del Asuficc, el Festival Internacional de Cine Contemporáneo, que ya abrió su convocatoria oficial con el apoyo del Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (Inap). Esta edición apuesta por obras cinematográficas que arriesgan en lo narrativo y exploran problemáticas sociales desde una mirada crítica, tanto a nivel local como internacional.
Asuficc convoca a postular obras realizadas a partir de 2024, que no se hayan estrenado comercialmente en Paraguay, a sus secciones competitivas de largometraje y cortometraje. El plazo para postular es hasta el 1 de junio de 2025, a través del sitio web: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScmDyjO5xw9kYybxsXp3xWm8dXfg-1CpC1nAbrQG0v52Sl7eA/viewform. Las bases y condiciones pueden ser visualizadas en: https://www.inap.gov.py/application/files/7317/4773/9567/BASES_COMPETENCIAS_ASUFICC_2025.docx.pdf.
El Inap respalda el festival como parte de su compromiso con la promoción del audiovisual nacional y la conexión con propuestas globales de calidad. Para más información, los interesados pueden escribir a info@asuficc.com.
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Las categorías
Competencia Internacional de Largometraje: podrán participar obras concluidas desde 2024, con una duración mínima de 60 minutos, habladas o subtituladas en español. Se aceptan películas de ficción, documental, animación y/o experimental, de cualquier nacionalidad.
Competencia Internacional de Cortometrajes: podrán participar obras concluidas desde 2024, con una duración máxima de 30 minutos, habladas o subtituladas en español. Se aceptan cortometrajes de ficción, documental, animación y/o experimental, de cualquier nacionalidad.
Competencia de Cortometrajes Paraguayos: podrán participar obras concluidas desde 2024, con una duración máxima de 30 minutos, habladas o subtituladas en español. Se aceptan cortometrajes de ficción, documental, animación y/o experimental, de producción paraguaya. Se privilegiarán cortometrajes cuyo estreno nacional sea en el marco del festival.
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Jafar Panahi volvió a Cannes tras 15 años y ganó la Palma de Oro
- Cannes, Francia. AFP.
“Un simple accidente”, del cineasta disidente iraní Jafar Panahi, ganó este sábado la Palma de Oro del 78º Festival de Cannes. La película, rodada en clandestinidad, narra el encuentro fortuito de un hombre que cree reconocer a su torturador en las calles de Teherán. Por su parte, el actor brasileño Wagner Moura ganó el premio a la mejor interpretación masculina por “El agente secreto”, de Kleber Mendonça Filho.
“Creo que este es el momento de pedir a toda la gente, a todos los iraníes, con todas las diferentes opiniones, en cualquier parte del mundo, en Irán o en el mundo, me permito pedir una cosa: dejemos a un lado (...) todos los problemas, todas las diferencias, lo más importante en este momento es nuestro país y la libertad de nuestro país", declaró el cineasta, de 64 años, al recibir el premio de manos de la actriz Cate Blanchett.
“Nadie tiene el derecho a decirte lo que tienes o no tienes qué hacer”, prosiguió, en sus palabras de agradecimiento, en persa, que se tradujeron al francés en la ceremonia. Panahi, encarcelado en dos ocasiones en su país, hostigado por el gobierno, pudo acudir a Cannes por primera vez en 15 años para recibir el galardón, junto a todos sus actores y actrices.
Nadie sabe qué le ocurrirá cuando regrese a Teherán después de este filme.
“Lo más importante es que la película se ha hecho. No me he tomado el tiempo de pensar en lo que puede pasar. Estoy vivo porque hago películas”, dijo a AFP esta semana. Desde 2010, el cineasta iraní no pudo salir de su país para ir participar en los grandes festivales de cine, que le han otorgado innombrables distinciones (dos Osos de Oro en Berlín, tres destacados premios en Cannes y otro en Venecia).
Palmarés de la 78.ª edición
- Palma de Oro -
“Un simple accidente”, del iraní Jafar Panahi.
- Gran Premio -
“Sentimental Value”, del noruego Joachim Trier.
- Premio del Jurado -
“Sirat”, del español Oliver Laxe, ex-aequo con “Sound of Falling”, de la alemana Mascha Schilinski.
- Mejor dirección -
El brasileño Kleber Mendonça Filho por “El agente secreto”
- Mejor guion -
Los belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne por “Jeunes mères”
- Mejor actriz -
La francesa Nadia Melliti por “La petite dernière”.
- Mejor actor -
El brasileño Wagner Moura por “El agente secreto”
- Premio Especial -
“Resurrection”, del chino Bi Gan.
- Cámara de Oro (mejor ópera prima) -
“The President’s Cake”, del iraquí Hasan Hadi.
- Mención especial de Cámara de Oro -
“My Father’s Shadow”, de británico-nigeriano Akinola Davies Jr.
- Palma de Oro del cortometraje -
“I am glad you are dead now”, de Tawfeek Barhom
- Mención especial del cortometraje -
“Ali” de Adnan Al Rajeev
- Palmas de Oro honoríficas -
Robert de Niro y Denzel Washington
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Cannes 2025: los mejores momentos de la alfombra roja
Hoy llega a su final otra gran edición del mayor evento de la cinematografía mundial, una cita anual ineludible para las celebridades del séptimo arte, en la exclusiva Riviera Francesa.
El Palacio de Festivales y Congresos de Cannes, centro de las proyecciones de películas y la entrega de premios del festival, alberga hasta este sábado la entrega número 78 de esta emblemática celebración, tras doce días de intenso movimiento en el mítico Boulevard de la Croisette.
Aquí es donde se despliega la icónica alfombra roja de Cannes para recibir a decenas de intérpretes, directores y productores de cine, cantantes, modelos y otras celebrities del mundo del entretenimiento, protagonistas de una verdadera fiesta del cine y de la moda. Y es que Cannes es
una vitrina donde, además de exponer su talento artístico a través de sus nuevas producciones, los famosos se presentan con fabulosos estilismos, haciendo de modelo de emblemáticas maison y gigantes del glamour. Desde sus comienzos, este festival va unido al mundo de la moda, con las estrellas vestidas exclusivamente por marcas que compiten duramente entre bambalinas para poder colocar el máximo de diseños en la alfombra roja.
La novedad de este año fueron las nuevas normas de vestir instituidas por la organización del evento. Una de ellas tuvo que ver con la prohibición de lucir “vestidos voluminosos, en particular aquellos con una gran cola” y también “prendas transparentes que dejen algunas zonas del cuerpo en total desnudez”.
Los diseños que revelan considerablemente más que lo que ocultan se convirtieron últimamente en tendencia en las diferentes alfombras rojas tanto de la escena cinematográfica como de la industria musical.
Muchas invitadas, incluida la oscarizada actriz Halle Berry, miembro del jurado este año, tuvieron que hacer un cambio de última hora en sus vestuarios por no ajustarse al nuevo dress code.
La buena noticia fue que para esta oportunidad se resolvió un viejo drama que ha generado muchas disputas y controversias en los últimos años: Cannes finalmente revió la normativa que exigía a las mujeres lucir tacones altos, decretando que se permiten “zapatos o sandalias elegantes con o sin tacones”.
Bajo estos códigos, las diferentes galas del presente festival derrocharon más elegancia y sofisticación que nunca, dejando momentos memorables que repasamos en este espacio de La Nación del Finde.
NADIA CONQUISTÓ CANNES CON ESTOS LOOKS
En su debut en el mítico Festival Internacional de Cine de Cannes, al que asistió con embajadora de la marca de relojes de lujo Bulova, la supermodelo, empresaria y filántropa paraguaya Nadia Ferreira descolló con diseños muy elegantes y estilosos que potenciaron su esbelta figura y su porte de reina.