El Festival de cine de San Sebastián homenajeó este jueves la caleidoscópica carrera del actor norteamericano Viggo Mortensen, que acaba de estrenarse como director con “Falling”, un implacable diálogo entre padre e hijo con tintes autobiográficos.

“No dormí anoche” de los nervios; “estoy muy feliz”, dijo emocionado el actor estadounidense de ascendencia danesa en un español excelente, fruto de su infancia en Argentina. Mortensen, de 61 años, es el único galardonado este año con el premio honorífico Donostia en reconocimiento a una carrera con más de 50 títulos.

A San Sebastián vino con “Falling”, la primera película que dirige, y no sólo, ya que además de tener un rol protagónico es guionista, coproductor y compositor de la música.

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En ella encarna a John Peterson, un piloto que vive en California con su marido Eric y su hija adoptiva Mónica, y ayuda a su testarudo padre Willis (Lance Henriksen), granjero, a encontrar un sitio para retirarse.

Padre e hijo tienen caracteres absolutamente encontrados --John es cultivado, paciente, tolerante; Willis agresivo, malhablado, sexista y homófobo--, lo que no oculta un profundo amor filial. Es una película “sobre la edad, el miedo de estar enfermo, de morir”, según Mortensen. Y también una exploración con toques autobiográficos de la relación entre sus propios padres, divorciados.

Mortensen comentó a propósito que empezó a escribir el guión tras la muerte de su madre, y habló de su padre danés, un hombre terco que tuvo una infancia dura y se crió en un mundo “de patriarcas, donde el padre mandaba”. Con la cinta cumplió al fin su sueño de dirigir, que acariciaba desde hacía más de dos décadas, un lapso finalmente fructífero.

“He podido aprender mucho más”, y “si hubiera dirigido hace diez años, o veinte años, quizás no hubiera podido evitar muchos errores de principiante”, explicó, antes de añadir que quiere “seguir dirigiendo”.

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El titánico trabajo al frente de esta película es un paso más para este actor, que arrancó en 1985 con “Testigo en peligro”, y brilló con Brian de Palma en “Carlito’s Way” (1993) y con Andrew Davis en el ‘remake’ hitchcockiano “Un crimen perfecto” (1998).

Desde entonces se convirtió en una cara mundialmente conocida por su rol de Aragorn en la trilogía de “El señor de los anillos” (2001, 2002, 2003), o su papel de Alatriste (2006) en la adaptación cinematográfica que Agustín Díaz Yanes hizo de las exitosas novelas de Arturo Pérez-Reverte.

Mortensen trabajó también con David Cronenberg en "Una historia de violencia (2005) y “Promesas del este” (2007). Recientemente causó sensación en “Green Book” (2018) con su entrañable papel de hombre rústico por fuera y tierno por dentro, en su odisea como chófer de un cantante afroamericano durante una arriesgada “tournée” por el sur de Estados Unidos.

“He podido trabajar con muchos directores importantes, guionistas, fotógrafos, y he tenido la suerte de encarnar papeles muy buenos”. Mortensen, cuya película se proyectó en Sundance a inicios de año, vive en Madrid desde hace años y es pareja de la actriz española Ariadna Gil, conocida por sus papeles en “Belle Epoque” (1992), “Alatriste” o “El laberinto del fauno” (2007).

Reflexiones de autor en Horizontes Latinos

En San Sebastián, a la competición en Sección Oficial se sumó este jueves la producción china “Wuhai”, una historia de ambición económica y deudas rodada en la desértica región de Mongolia interior.

La película incluye unas curiosas escenas en un parque temático de dinosaurios, y una reflexión sobre el dinero, ya que según su director, Zhou Ziyang, el propósito era mostrar “cómo en los últimos 20 o 30 años el desarrollo económico ha dañado a la sociedad”.

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Junto a ella compiten otras 12 producciones por la Concha de Oro, el galardón a la mejor película, que se entregará en la gala de cierre este sábado. En la sección latinoamericana, Horizontes Latinos, el panel de cintas en liza, nueve en total, se completó este jueves con dos novedades.

La primera de ellas fue la argentina “Edición ilimitada”, una película en cuatro episodios sobre el proceso creativo de la escritura, dirigidos por los argentinos Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza y Romina Paula, y la venezolana Virginia Cosin.

La otra es la chilena “La Verónica”, de Leonardo Medel, la historia de una modelo popular en redes sociales y casada con un futbolista que se desmorona cuando se le investiga como sospechosa del asesinato de su primera hija, años atrás.

Fuente: AFP.

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