Por Luis Ríos Florentín.

Lucila Podestá y Constanza Cabrera son dos guionistas argentinas que se encuentran en Paraguay para trabajar en algunas producciones de comerciales para su país. Ambas formaron parte del equipo de escritores de la renombrada serie de Fox; Cumbia Ninja junto a Andrés Gelós.

“Cuando vinimos (a Paraguay), encontramos muy interesante todo lo que está pasando acá a nivel audiovisual. El gran auge que está teniendo y la expansión que se está dando, las ganas de todo el sector por crecer y hacer”, refieren como punto de partida.

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También en Paraguay reside Lara Pombo, productora del primer largometraje de ficción de Podestá y Cabrera, en conjunto con Sofía Rozenwurcel. “A través de ella llegamos a este país. Nosotras somos muy amigas y buenas colegas. Es así que cuando Lara vino a Asunción, nunca nos dejó de hablar de lo enamorada que estaba del país”, explican sobre su llegada.

Las mismas referencias recibieron de parte de Gelós, con quien también co-escribieron las series 2091 y Pacífico y que hace un tiempo viene y va de nuestra capital.

“Vemos mucho potencial en Paraguay y como vecinas, nos interesa seguir este crecimiento. Hay mucho para hacer, para compartir entre países latinoamericanos, para aprender entre nosotros a nivel regional. Tenemos en nuestras manos contar las historias latinoamericanas y es una responsabilidad muy importante que se enriquece del intercambio y aprendizaje entre culturas”, destacan en relación a la necesidad de integración regional en materia audiovisual.

El comienzo

Tanto Lucila como Constanza escriben desde la más tierna infancia. Cuentos, poesía, relatos, todo cuanto podían expresarse y explayarse. Comenzaron a explorar la escritura de guiones estudiando la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la cual hoy son egresadas.

En el segundo nivel de guión de la carrera, tuvieron que desarrollar una serie televisiva junto a otras compañeras (Loana Pagani y Daniel Plazas). A fin de la cursada se realizó un pitch (presentación) de venta abierta de todas las series y allí estaba de invitado Andrés Gelós.

“Andrés destacó nuestro trabajo y tras mails que fueron y vinieron, logramos una reunión con él y su esposa, Natacha Caravia. Así empezó nuestra larga relación con ellos, de mucha confianza y paciencia de su parte y muchas ganas de la nuestra. Hoy en día ambos son nuestros mentores en este oficio”, recuerdan de uno de sus principales mentores en este negocio.

Cumbia Ninja

El primer trabajo de las jóvenes guionistas con Gelós fue a finales de 2013 y principios de 2014 en la tercera temporada de la serie de televisión colombiana de drama y misterio emitida por FOX para toda Latinoamérica y creada por el propio Andrés Gelós.

“Nosotras recién habíamos conocido a Andrés y nos estábamos entrenando con algunos proyectos más pequeños. Cumbia Ninja era la joyita de su mesa de escritura cuando empezamos a trabajar con el equipo. Ya venían con dos temporadas, una al aire y una por estrenar y con mucho éxito a nivel regional”, detallan sobre la dimensión del proyecto al que estaban llegando siendo nuevas en el rubro.

En ese momento se necesita ampliar el equipo de escritura de la serie, ya formado por Andrés Gelós, Natacha Caravia, Luis Langlemey y Martín Preusche. Allí las invitaron a formar parte de la serie. Fue una oportunidad enorme que la aprovecharon. “Aprendimos mucho en ese proceso”, recuerdan.

Leyeron los guiones de la segunda temporada, que todavía estaba en etapa de producción en Colombia y empezaron con las mesas creativas para la tercera. “Fue un arduo trabajo de muchos meses, porque además era la última temporada y eso implica mucha responsabilidad con los fans que venían siguiendo la serie”, subrayan. Más aún en tiempos en donde un mal giro a una serie puede marcar a los responsables de por vida con los fans en redes sociales y foros en internet.

Para ellas fue un recorrido muy gratificante el de convivir con todo ese universo; sus personajes, la música, la fantasía de la serie, la mitología. “Se formó un equipo muy unido del que aprendimos mucho, una pequeña familia”, atesoran.

Nuevos proyectos

Luego de Cumbia Ninja vino Pacifico en 2016. Aquí, un grupo de jóvenes viajeros, están varados en una isla de Colombia en el océano Pacífico, en dónde se encuentran con un nativo el cual realiza sacrificios, pero más temprano que tarde se dan cuenta de que existe una presencia maligna que se ha mantenido oculto a la humanidad durante siglos.

Lucila y Constanza volvieron a formar parte de este proyecto junto a Natacha Caravia, la esposa de Andrés Gelós. “Cumbia Ninja y Pacífico comparten también el público adolescente, con personajes jóvenes e historias de amor y aventuras”, recuerdan.

Posterior a esto, entre 2016 y 2017 vino 2091. Una serie de televisión colombiana de acción y ciencia ficción creada de nuevo por Andrés Gelós. La trama transcurre en un futuro no muy lejano, donde el comportamiento de la humanidad ha llevado los recursos del planeta a un punto de agotamiento extremo, por lo que sus habitantes se ven obligados a buscar alternativas para asegurar su supervivencia. “Esta serie tiene una propuesta un tanto más adulta, y metaforiza una gran crítica a nuestra sociedad”, resumen.

Los tres proyectos (Cumbia Ninja, Pacífico y 2091) toman elementos claves del sci-fi (ciencia ficción) y la fantasía, en un contexto latinoamericano, donde estos géneros no son tan usuales. “Fue toda una experiencia no solo escribirlos, sino ver cómo se desarrollaban después a nivel productivo y su impacto en el público”, concluyen de estos primeros tres grandes trabajos.

El día a día con Gelós

“Muy divertido”, así definen Lucila Podestá y Constanza el trabajar con Andrés Gelós, el autor de series para televisión como la mencionada Cumbia Ninja y Kdabra. Además, es uno de los primeros autores latinoamericanos en ejercer el rol de showrunner (persona encargada del trabajo diario para, dotar de coherencia a los aspectos generales del programa o serie) en sus producciones.

El productor, guionista, escritor y showrunner argentino valora mucho la espontaneidad, el humor y la sorpresa constante. “El trabajo pasa mucho por sorprendernos, disfrutar de lo que hacemos y tratar que esto quede plasmado en las escenas. Es un aprendizaje constante”.

Tanto Andrés como su esposa Natacha Caravia, son como padres del guión para las dos. Cuando comenzaban a trabajar, recibían siempre libros para leer y una pila de películas para ver como tarea. Cada día, antes de empezar la jornada laboral, tenían que exponer lo que aprendían de cada deber dado.

“Fue trabajo, pero también entrenamiento y aprendizaje. Su manera de encarar los proyectos, de entender y mirar al universo es muy disfrutable. Confiaron en nosotras y apostaron a formarnos, eso es algo que siempre vamos a agradecer. Pasamos horas y horas charlando con ellos sobre experiencias de vida y de ahí surgía mucho material que luego volcábamos en los guiones y en los personajes”, describen sobre la formación con sus mentores.

Volar solas

A Lucila y Constanza les gusta explorar distintas facetas dentro del audiovisual por eso, luego de todo el recorrido junto a Andrés Gelós y Natacha Caravia, les llegó el momento de emprender su primer proyecto solas.

“Nos gusta mucho la dirección y en casi todo lo que escribimos independientemente también llevamos adelante la post producción. En Buenos Aires tenemos un grupo de varios realizadores amigos con los que trabajamos, un gran equipo del que aprendemos todos los días”, introducen sobre los conocimientos que tienen para llegar a este momento.

Además de sus producciones personales e independientes, ya hace más de un año que sumaron a nuestro trabajo como guionistas, las asistencias de dirección. “Nos interesa aprender la mano de otros directores con más trayectoria para ganar horas de vuelo en rodaje, que siempre son necesarias”, refieren.

Así llega Malón, su primer largometraje de ficción. En este trabajo, ellas escriben y dirigen junto con Sofía Rozenwurcel. El mismo es producido por Lara Pombo (productora que actualmente reside en Asunción).

La película está financiada por las mismas realizadoras, sumado a lo recaudado en plataformas de crowdfunding, acuerdos de trueque por locaciones, equipos y eventos culturales con música en vivo, proyecciones y baile, donde cobraron entrada y dispusieron del servicio de cantina.

Lo llevaron a cabo a puro pulmón y fuera de sistema con un grupo de 25 compañeros de profesión muchísimo y 15 actores, argentinos y extranjeros. Este conjunto de personas fue formando un universo que surge de sus inquietudes por el pasado de su ciudad natal; Buenos Aires.

La trama se basa en la idea del ‘conventillo’ aquel que habitaban los inmigrantes cuando bajaban de los barcos en las grandes olas migratorias. “Con esta base, construimos un futuro distópico y creamos todo un universo donde los ‘maloneros’, de diferentes procedencias y lenguajes, habitan un barco anclado a un puerto y conviven sosteniendo firmemente ciertas reglas que parecen ser absurdas y carentes de sentido, como en la vida misma”, exponen sobre argumento de su largometraje.

Desde que el líder de este conventillo desaparece y llega un forastero a ocupar su lugar, la vida de todos los personajes se ve afectada. La película explora este universo, plagado de personajes de diversos orígenes que conviven con una falta y una nueva e incómoda presencia.

“La realidad es que es una película delirante, con muchos personajes y locaciones impactantes. Tiene animales y situaciones difíciles de resolver con el presupuesto que contamos. Al principio cuando era solo un guión, costó que nos creyeran que podíamos hacerla con tan poco margen económico, pero poco a poco fuimos probando lo contrario”, recuerdan.

Para ellas, Malón representa la gran aventura de hacer cine 100% artesanal, guiadas solo por las ganas de hacer y ver la película terminada. Siempre hay excelente ambiente de trabajo y una predisposición del 100% de todo el equipo ya que todos son amigos que fueron conociendo a lo largo de su carrera universitaria y profesional; un dream team para Lucila y Constanza.

"Hacer tetris"

Las jornadas eran muy difíciles; la locación principal es un barco anclado sobre el agua, que mareaba a gran parte del equipo. A esto se le sumaba la dificultad de subir todos los equipos hasta los sets dentro del barco por unas pequeñas escaleras mínimas. Todos los obstáculos posibles del modo Do It Youself (Hazlo tú mismo).

“Muchas veces no contamos con flete, entonces había que hacer ‘tetris’ en los autos para la movilidad del crew y los equipos del rodaje. También coordinar con grupos tan grandes la disponibilidad para las jornadas. La productora y las directoras cocinando -y sirviendo- ollas de arroz para todos por falta de dinero para el catering”, confiesan.

Malón aún no sabe de festivales ni de fondos. Solo se tenía ganas de filmar y se filmó. “Realmente es un gran desafío que nos sigue acompañando. Llevar adelante este universo a pesar del agotamiento que genera. Uno mira los resultados y las energías se recargan”.

Ambas se sienten felices de estar contando su propia historia como la quieren contar y por la recepción de la gente que va viendo imágenes del film. “Es nuestro gran hijo que va tomando forma de a poco. Confiamos que puede ser una gran puerta para nosotras y para todo el equipo que abra la posibilidad de seguir contando historias”, cierran.

Actualmente las realizadoras están recaudando los fondos necesarios para finalizar con las jornadas de rodaje que restan y la post-producción. Estiman que la fecha de estreno estaría en los primeros meses del 2019.

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