Uno de los principales propósitos de las autoridades nacionales es lograr que el Paraguay sea el destino de la inversión de capi­tales de diversas partes del mundo, para acelerar el desarrollo y convertirlo en un emporio de progreso. No es una tarea sim­ple, pues no se trata solo de mostrar el her­moso paisaje, señalar las ventajas imposi­tivas o la tranquilidad social sin conflictos de ninguna laya en elocuentes discursos de propaganda. Es necesario mostrar lo que se gana cuando se trabaja aquí y demos­trar con cifras irrefutables que el país es muy bueno para hacer negocios. Para ello no son suficientes las palabras, sino fun­damentalmente las cifras que demuestran sin discusión los logros de las empresas y los inversionistas. Y sobre todo el interés y el entusiasmo que demuestran las mujeres y hombres de negocios que ya conocen el país y se animan por ello a realizar nuevos emprendimientos económicos.

Una de las iniciativas del Gobierno es hacer que las leyes relacionadas a las inversiones sean cada vez más prácticas y útiles para encarar emprendimientos, a fin de que la industria resulte más eficiente y atrac­tiva para los que desean emprender nuevos negocios. Por eso acaba de poner en vigen­cia algunas normas para que el régimen de maquila sea más ventajoso y los proyectos más fáciles de emprender, aparte de las dis­posiciones relacionadas a la producción y el ensamblaje de equipos eléctricos, electró­nicos, electromecánicos y digitales.

La tarea de atraer inversionistas es lograr que los empresarios del mundo conozcan el país, tengan suficiente información de cómo se desenvuelve y qué ventajas rea­les ofrece para hacer rentable un empren­dimiento. No es un tema simple, pues no se trata solo de ofrecer cifras y mostrar postales. Es hacerles sentir a través de las percepciones lo que es realmente la nación paraguaya. Porque el que conoce el país, necesariamente se inclina por reali­zar negocios en los más diversos sectores, como lo demuestran los que han traído su capital a nuestras tierras.

Eso ocurre con los extranjeros, especial­mente los brasileños y argentinos, que han decidido plantar sus emprendimientos aquí y que hacen las comparaciones con el desenvolvimiento en otros puntos de la región donde se vive otra realidad. Pues realizar inversiones en la nación guaraní es decididamente un excelente negocio.

Como dijo el presidente de la Federación de la Producción, la Industria y el Comer­cio (Feprinco), Daniel Prieto, a nuestro diario, un inversionista no arriesga su capital donde hay incertidumbre. Razón por la cual la entidad empresaria pro­mueve el respeto a los contratos, la trans­parencia administrativa e independencia judicial. Pues lo que busca es “generar un clima de inversión confiable y sostenido”.

La idea de los empresarios es hacer que la materia prima, que produce en abundan­cia el país, se transforme en productos más rentables y competitivos mediante la industrialización. “Queremos un entorno previsible, con reglas claras, donde la riqueza generada se traduzca en oportuni­dades para la gente”, precisó el empresario.

La tarea es de gran trascendencia y consti­tuye uno de los mayores desafíos que tiene la nación. Porque no se trata solo de invi­tar a los inversionistas sino especialmente a convencerles de que este es el lugar pro­picio para sus negocios. Y que el creci­miento de la economía, en el que Paraguay se encuentra en los primeros lugares de la región, se debe a las cualidades que tiene el país y su gente, virtudes que se irán exten­diendo a medida que más capitales vayan llegando a instalarse.

Hay que considerar que si el crecimiento de la economía paraguaya va en aumento no es solo por los vientos favorables de la buena suerte, sino principalmente por la capacidad demostrada por las personas que trabajan, que dirigen los emprendimien­tos y que hacen posible mayor producción y más dinamismo en las diferentes activida­des económicas. Aparte del soporte de gran nivel que da el Gobierno con su apoyo a tra­vés de las medidas económicas, políticas y administrativas que está desarrollando de manera permanente.

El presidente de la República, Santiago Peña, es el principal impulsor y animador de la actividad económica a través de la política emprendida desde la conducción del país. Lo que es posible mediante nume­rosas medidas, entre las que sobresalen la consolidación de la estabilidad macroeco­nómica, la reducción del déficit del fisco y la mejora en las recaudaciones estatales.

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