Acertadas y oportunas han sido las recientes afirmaciones del presidente Santiago Peña hacia el sector comercial con referencia a la importante disminución en la cotización de dólar con relación al guaraní, de manera de que los precios de la canasta familiar se vean reflejados a la baja en beneficio de las familias paraguayas.
“No es posible que sean muy rápidos para subir y muy lentos para bajar cuando el tipo de cambio baja, y el Estado tiene una responsabilidad, yo tengo una responsabilidad y esto no es ser populista, esto es ser justo con los paraguayos trabajadores que les cuesta llegar a fin de mes”, dijo el presidente.
En atención a lo expresado por el primer mandatario, con acierto la Cámara Paraguaya de Supermercados (Capasu) emitió un comunicado dirigido a sus proveedores a fin de solicitarles revisen a la baja las listas de precios, en conformidad con la caída que tiene el dólar.
En ningún modo decimos en este editorial que se deben aplicar controles de precios o como algunos opositores –aprovechándose de la situación– proponen un régimen de ley de precios “cuidados” a la usanza del anterior gobierno argentino que tanto daño causó a su población, ocasionando desabastecimiento y más necesidades en los sectores vulnerables.
Pero así como creemos en la libre concurrencia establecida en nuestra Constitución Nacional, también estamos convencidos que ante una situación como la que ocurre con el dólar, buena parte de los precios deben beneficiar a los bolsillos de la gente, a las familias, sobre todo a los asalariados y jornaleros.
En las últimas semanas, en efecto, se ha visto una notable disminución en la cotización del dólar con relación al guaraní. La baja de la moneda estadounidense, que llegó a 7.500 de nuestra moneda a la venta, implica un escenario de desvalorización y valorización. Se desvaloriza el dólar y se valoriza el guaraní impactando en el precio de los productos que ingresan a nuestro territorio.
Los electrodomésticos para el hogar, vehículos en general y sus repuestos así como equipos informáticos pasando incluso por los bienes producidos en el país como los cárnicos, agrícolas y frutícolas hasta las vestimentas, deberían venirse a la baja en los precios; no obstante, no se nota mucho de esto.
Y he ahí el tema de fondo. Si los productos de importación que llegan al país están a una cotización mucho más baja que antes y no se reflejan en especial sobre la canasta familiar, entonces quiere decir que aún no se han ajustado los precios por parte de sectores comerciales.
Los productos importados en concepto de canasta familiar, por supuesto, que tiene variaciones, pero la proporción no es exigua puesto que llega a más del 30 por ciento del total. La reducción de los precios, por ende, en los diversos productos arriba mencionados debe darse, caso contrario, se estaría ante una situación de rentabilidad económica muy por arriba a los activos netos de una empresa.
La movilidad comercial y de producción en general se mueve y mucho sobre la base de una moneda como lo es el dólar norteamericano, recayendo sobre el consumidor. Las familias en general en nuestro país compran una variedad de bienes y servicios que no son precisamente para el lujo y la ostentación, sino más bien para destinarlos a las necesidades diarias que hacen a una vida digna.
Es de manifestarse con el debido énfasis que el costo de la canasta familiar marca la línea de movilidad social entre la pobreza y un mejor pasar. En el caso concreto al que nos referimos en este espacio, la fluctuación del tipo de cambio del dólar incide inexorablemente en los precios de los bienes y hasta servicios que necesitamos a diario.
De una u otra manera los productos se encuentran afectados con la rebaja en la cotización del dólar. En nuestro país rige una economía de mercado y como en cualquier otra parte tiene sus reglas. Una de esas reglas se encuentra en las oscilaciones propias de las monedas y el dólar no es una excepción.
Si la cotización se reduce hasta 300 puntos en relación a nuestra moneda tal como viene dándose, entonces la baja del dólar también debe reducir los precios de muchos productos en beneficio de las familias.