Después de más de dos años de interrupción, en setiembre se volverán a reactivar las obras de Yacyretá que se están rea­lizando en la zona del brazo Aña Cuá del río Paraná, hecho muy celebrado porque implica la continuación de un proyecto de gran envergadura.

Gracias a los acuerdos que surgieron de las conversaciones del presidente paraguayo, Santiago Peña, y el argentino, Javier Milei, se logró desbloquear el problema de finan­ciamiento existente y continuarán los traba­jos que estaban paralizados desde 1923, por decisión del Gobierno argentino. El consejo de administración de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) suscribió la semana pasada la resolución de continuar las obras donde se instalarán las turbinas que darán una mayor potencia de generación a la usina paragua­yo-argentina.

El viernes 1 de agosto la empresa construc­tora adjudicada volverá a instalarse en Aña Cuá para preparar los equipos y adoptar las medidas administrativas necesarias para que en setiembre se reanuden los trabajos necesarios. De ese modo, luego de dos años y ocho meses se reanudarán las obras que se habían suspendido en diciembre de 2023 provocando centenares de despidos de tra­bajadores en Ayolas, lado paraguayo, e Itu­zaingó, zona argentina.

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La obra consiste en instalar tres nuevas turbinas en la margen derecha del Paraná, en territorio paraguayo, fuera de la isla de Yacyretá, para aprovechar el brazo del río donde existe un embalse cuyas aguas trans­curren por el segundo vertedero hasta caer en el cauce secundario que va por tierras nacionales.

Con la maquinización de esta arteria flu­vial se espera generar alrededor de 270 megavatios adicionales, con lo que aumen­tará cerca del 10 % la actual potencia de la hidroeléctrica. Como este brazo del río pasa por territorio paraguayo la energía que produzca se generará en jurisdicción de nuestro país.

Esta obra en construcción implica una inversión total de 450 millones de dólares, dinero que no se obtendrá de ningún prés­tamo, como ha sido con el resto de las obras de la hidroeléctrica, sino de los fondos pro­pios de la EBY. De acuerdo con los planes que se tienen previstos, la primera turbina podría entrar en funcionamiento en 2026, y se espera la conclusión del proyecto para principios de 2029.

La prosecución de las obras en el brazo Aña Cuá, luego de la pausa que comenzó en 2023, es un acontecimiento que hay que celebrar con alegría. Porque cuando con­cluya, asegurará una mayor potencia a la hidroeléctrica binacional, en el futuro, mientras tanto, en el tiempo actual gene­rará empleo a miles de trabajadores que quedaron a la deriva, lo que contribuirá fuertemente a la economía de la zona afec­tada, como es el caso del departamento de Misiones, Paraguay, y la provincia de Corrientes, Argentina.

Desde el inicio, la construcción de las obras de Yacyretá ha sufrido las vicisitudes que ha tenido el vecino país en las últimas déca­das, con los problemas ocasionados por la inestabilidad económica y política. La firma del Tratado de Yacyretá se produjo en diciembre de 1973 y las obras de la cons­trucción de la represa se iniciaron en 1983. Once años después, en setiembre de 1994, se puso en funcionamiento la primera tur­bina. Por lo cual la hidroeléctrica comenzó a operar 21 años después de la firma del tra­tado binacional correspondiente.

La lentitud de la obra hidroeléctrica que se tiene con Argentina es notable si se hace la comparación con la historia de Itaipú, que se ha construido con Brasil. Yacyretá ha tardado casi el doble del tiempo que Itaipú para producir energía.

La suscripción del Tratado de Itaipú fue en 1973 y comenzó a generar electrici­dad en 1984, luego de once años. La capa­cidad de generación actual de Itaipú es de 14.000 megavatios (MW), en tanto que la de Yacyretá es de 3.200 MW, que recibirá de Aña Cuá 270 MW más.

Teniendo en cuenta la historia de retrasos en las obras de Yacyretá es que el anuncio de la reanudación de los trabajos en Aña Cuá representa una excelente noticia. Una obra de tanta trascendencia, que aumen­tará en 10 % el potencial de generación de la usina, no debe sufrir ya ninguna dilación y debe continuar hasta concluir. Porque su aporte en la generación de electricidad será de un enorme valor en términos económi­cos y sociales para ambos países.

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